10 de Abril de 2005

O por qué nos empeñamos en no ver la realidad. Pregunta retórica que viene a cuento de las protestas que varios grupos realizaron en la madrileña localidad de Colmenar de Oreja contra la construcción de una central de ciclo combinado. Ecologistas, sindicatos, la oposición, es decir IU y PSOE, vecinos de la localidad y otros procedentes de municipios cercanos reunieron un total de 4000 manifestantes, de 400 a 600 según la Policía Local. De cualquier manera un gran día para los baretos y restaurantes de la zona. Tal multitud denunció el inevitable crecimiento de las emisiones contaminantes que calificaron de brutal, el deterioro del medio ambiente y de la salud pública. De la misma manera, reivindicaron los beneficios de las energías alternativas y apostaron por el ahorro energético como solución milagrosa para los futuros males y necesidades de la humanidad. Terminaron, como no podía ser de otra manera, criticando la política del PP en la localidad y de paso en la Comunidad donde por lo visto ya hay autorizaciones o al menos estudios para instalar centrales de este tipo por toda el territorio.

Visto lo visto, nada nuevo. Nada nuevo que no se haya visto en otro punto del territorio nacional. Puede que en las localidades donde gobierne la izquierda, PSOE e IU no se dignen a ponerse delante de la pancarta por miedo a hacer demasiado evidente la contradicción, pero en esencia todos cumplen su papel, incluidos los medios de comunicación que funcionan como altavoces de reivindicaciones populistas y con escaso criterio científico. Kyoto manda y un redactor iletrado en estos menesteres no puede dejar de informar SÓLO de lo más llamativo de la noticia. Lástima que no se dedique con la suficiente entrega a aportar datos que ayuden a comprender la necesidad de más centrales. Porque existe una demanda de electricidad que sólo se hace patente cuando por cualquier razón se corta el fluido eléctrico y las noticias de cortes y reivindicaciones de los afectados inundan las páginas de los periódicos, regionales en su mayoría, escasos en los nacionales. Y en estos momentos, los ecologistas callan y miran hacia otro lado o se revuelven y sólo aciertan a 'escupir' un demagógico 'alternativas' a la cara del llorón.

Es una lástima que tan inteligentes acciones sólo sean posibles en Red Liberal. No hace mucho, El Príncipe se dedicaba a hacer unas simples cuentas, cuentas que ponían en evidencia los pronósticos que estos 'Robin Hood' de salón que son los alegres activistas de Greenpeace cuyos pronósticos de consumo para dos años saltaban por los aires. Estos y sus hermanos de camada son los que se manifiestan el Colmenar de Oreja, estos son los que pretenden salvar al español de su propia avaricia. Qué poco le costaría a una redacción con tantos medios como las de los periódicos nacionales hacer númeross y demostrar que los ecologistas viven en su castillo de caramelo exportando humo.

Lo cierto es que el consumo de energía sigue subiendo, lo cierto es que cada vez compramos más aparatos que dependen de la electricidad para su uso, lo cierto es que una economía en progreso requiere más y más energía y por mucho que griten, no lo van a impedir. Cierto es que el ahorro debería ser una constante en nuestro comportamiento, nos lo dice la lógica, pero para ello deberíamos sentir cuánto nos supone y para ello deberíamos pagar el kilovatio a lo que diga el mercado y no a lo que diga el precio intervenido que tenemos en la actualidad. La energía no es un derecho y resulta infantil que sólo queramos las ventajas y no las desventajas. Como yo vivo en Madrid tendré actividades culturales, tendré hospitales, tendré cines, tendré el trabajo a un metro de distancia, pero también tendré contaminación, ruido, inseguridad ciudadana y riesgos de atropello. Si queremos energía necesitamos centrales, nos guste o no. Porque puestos a pedir, yo también quiero playa en Madrid.