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13 de Abril de 2005

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

La inutilidad del dinero

No deja de ser tedioso que cuando acontece algún cataclismo, alguna guerra o algún problema, sea cual sea su carácter, diversas organizaciones, gobiernos, instituciones de mayor o menor renombre, empresas y en general, todo hijo de vecino pida desesperadamente dinero para solucionarlo o paliar sus efectos negativos. Tras los cercanos desastres de Indonesia o el de Irán o cualquiera que queramos recordar, una de las primeras medidas invariablemente fue abrir infinidad de cuentas bancarias que recogieron los dineros que particulares e instituciones aportaron y que destinaron posteriormente a ayudar en las zonas afectadas. Misioneros, 'oenegeros', cantantes, actores, actrices, trapecistas, políticos, presentadores, periodistas, curas y otros insignes pedigüeños, dicho sea con el respeto que cada uno se merece o que cada uno quiera asignar, son en el fondo tremendamente materialistas.

Quizá es que le damos a las cosas un valor que realmente no tienen pero que por el uso o la costumbre le atribuimos sin pensar que sólo con despojarle de dicho valor, lo reducimos a un mero adorno. Hagamos un sencillo e ingenuo ejercicio mental, pensemos en el personaje más rico del planeta, o sea, Bill Gates. Supongamos que por un momento todos los hombres y mujeres que pueblan la Tierra deciden, en el colmo del colectivismo, no consumir ninguno de sus productos (intuyo que alguno se frotaría las manos), es más, supongamos que nadie aceptara un solo dólar que nos ofreciera como pago por nada que nosotros tengamos o podamos aportar y él necesite. En ese momento, toda su fortuna no sería tal y además de transformarse en el mayor paria jamás conocido, se tornaría sin lugar a dudas el pobre más pobre de toda la historia. El dinero en sí no tiene valor en tanto alguien no se lo dé. Y sin embargo, nos empeñamos en pedirlo cuando algo va mal sin pararnos a pensar si ello es la solución al problema.

El hecho económico no deja de ser parte del hecho humano, una materia prima, un servicio, un producto, una diversión no son tal hasta que alguien, en el fondo del subjetivismo, se lo asigna. El precio, el valor de las cosas tiene su principio y su fin en la voluntad humana. El dinero es seguramente lo último que necesita un territorio, una sociedad, una nación para salir de la pobreza pero es lo primero que se pide porque nadie se molesta en analizar las causas de la situación y atajar o sustituir lo que no funciona. No sé asuste nadie, no me he vuelto intervensionista de golpe, generalmente en estas situaciones lo mejor es dejar hacer, observar y aportar lo que se necesite, sea logística, sean materias o servicios, sea eliminar algún obstáculo físico, burocrático o la corruptela de turno. Pero muchas de ellas no necesitan dinero o requieren menos del que pensamos, es más voluntad, conocimiento, experiencia y saber hacer.

Quizá el ejemplo más cercano de lo que pretendo decir está en Banda Aceh, la zona más castigada por el maremoto que en diciembre asoló el Indico. La llegada de innumerables organizaciones sin ningún tipo de coordinación ni de logística ha provocado una curiosa situación que chocará al partidario de dinero para todos. Las necesidades pecuniarias están más que cubiertas pero sigue habiendo muchos problemas, ¿por qué?, pues porque el dinero no lo es todo en la vida.

En interesante y amplio artículo aparecido hoy en El País, la enviada especial del panfletillo de Polanco recoge algunas declaraciones de afectados y cooperantes que debieran hacer reflexionar a más de un lector de este periódico, muy dado por otra parte a quejarse del dinero que tiene el vecino más rico que él y que otros no tienen, ignorando sino olvidando que tal juicio se puede hacer con él o ella. Dice el artículo que las 500 ONG's, las agencias de Naciones Unidas y las empresas privadas registra serios problemas de coordinación y terminan solapándose y entorpeciéndose entre sí. En los zonas cercanas a la costa, donde el miedo impide que las actividades comerciales vuelvan a la normalidad, los refugiados se agolpan esperando que "se construyan las viviendas permanentes" previstas para el 2007 y pero que han sido autorizadas a una distancia de dos kilómetros de la costa. Los pescadores están que trinan ya que el Gobierno indonesio ha decidido sin pedir cuentas a nadie. Además los afectados acusan a las autoridades de corrupción, de escaso control sobre los gastos, de amiguismo sobre determinados contratistas que han recibido el doble de lo habitual.

Las autoridades piden dinero para la reconstrucción pero ateniéndonos a los antecedentes, mucho de él terminará en cuentas numeradas. ¿Es la falta de dinero la culpable de la situación? Dicen las ONG's que la entrada de tanto dinero puede aumentar la inflación, desplazando a trabajadores de otros sectores al de los servicios propios de la reconstrucción para terminar desmantelando las sectores primarios. No estoy de acuerdo en su percepción, cuando haya carencia de los primeros, los trabajadores volverán a sus quehaceres, pero al menos se han percatado que no hay otras necesidades. Médicos Sin Fronteras ha renunciado a pedir más dinero del que puedan gestionar avisando de otros problemas que nada tienen que ver con lo que pensamos.

Dicen las ONG's que no hay coordinación. La voluntad por ayudar no es razón ni necesaria ni suficiente para solucionar nada. 500 ONG's no serán capaces nunca de montar nada sostenible si no se coordinan, sino dedican sus esfuerzos a crear una logística adecuada a las necesidades, amén de eliminar los obstáculos que puedan encontrar en el camino. Uno de los problemas anejos a las Organizaciones No Gubernamentales es su tremendo egocentrismo. Suelen llegar a la zona con las soluciones puestas o con las ideas bien claras asignando cada trozo de la realidad que observan a esa parte de su teoría a la que mejor se adapta y ahí empieza el principio del fin, la breve mejora inicial se suele convertir en un problema a largo plazo. Médicos del Mundo denuncian que muchas "van por libre" sin consultarse entre sí o con los implicados, cuentan que una niña fue vacunada tres veces de sarampión por tres ONG's distintas, lo que le ocasionó un leve ataque de la enfermedad al encontrarse con tan alta cantidad de microorganismo en su cuerpo.

Corrupción, logística, coordinación. No niego que para solucionar cada uno de ellos sea necesario el vil metal pero sólo es una parte y en algunos casos mínima. Ya es hora que empecemos a valorar las cosas en su justa medida

Comentarios

 
Verdad, en inglés usan a veces esta bonita expresión: «it's not a matter of throwing money at the problem».
Enviado por el día 14 de Abril de 2005 a las 15:19 (1)

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