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cualquier cosa (intelegible)
Enviado por el día 24 de Marzo de 2004 a las 03:06
Hay en el cementerio de Montemorelos una tumba olvidada. No existe olvido mayor que el de una tumba olvidada. En ésta, sin embargo, puede oírse una voz:
Cuando el maestro de la escuela se embriagaba solía decirnos que no hay alma ni Dios, y que todo termina con la muerte. Pero yo sé que eso no es cierto. Hay cosas que no se ven, y sin embargo existen. Puedes ver el grano de trigo, pero no el alma que trae dentro. El alma del trigo se te muestra hasta que lo sepultas en la tierra. Muere el grano y de él nace la planta, con sus hojas verdes, su tallo, y la colmada espiga. Ésa es su alma.
Cuando me tocó el turno de morir supe que algo no moriría en mí. Y conmigo sucedió lo que con el trigo: bajé a la tierra, como él y la muerte liberó en mí una vida que llevaba yo sin conocerla, así como el grano de trigo no conoce la espiga que va en él. Todos los argumentos contra la idea de la muerte caben en un grano de trigo...”.
Hay en el cementerio de Montemorelos una tumba olvidada. Nos recuerda muchas cosas.
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Hay en el cementerio de Montemorelos una tumba. Junto a ella no crece ni una brizna de hierba, y hasta los pájaros desvían su vuelo para no pasar por ahí.
Es la tumba de un envidioso, de un hombre de hipocresía solapada que no podía hablar bien de uno sin decir mal de otro. Por esa interna maldad que lo poseía, por la amargura de no haber podido ser lo que intentó, fracasó en todo: en su familia, en su trabajo, en las relaciones con su prójimo. En nada destacó sino en la mediocridad.
Ahora está muerto. Dije mal: ahora está más muerto. Alguna vez se sintió cerca de Dios, pero se equivocaba, porque Dios es amor y él nunca supo amar. La envidia -tristeza del bien ajeno- y aquella necia pretensión de superioridad moral que llevó en vida lo condujeron a la muerte aun antes de morir. Nadie se acuerda ahora de él. Si alguna vez junto a su tumba llega a crecer algo, será una ortiga, un cardo, o la enfermiza flor de la cizaña.
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Cuando el maestro de la escuela se embriagaba solía decirnos que no hay alma ni Dios, y que todo termina con la muerte. Pero yo sé que eso no es cierto. Hay cosas que no se ven, y sin embargo existen. Puedes ver el grano de trigo, pero no el alma que trae dentro. El alma del trigo se te muestra hasta que lo sepultas en la tierra. Muere el grano y de él nace la planta, con sus hojas verdes, su tallo, y la colmada espiga. Ésa es su alma.
Cuando me tocó el turno de morir supe que algo no moriría en mí. Y conmigo sucedió lo que con el trigo: bajé a la tierra, como él y la muerte liberó en mí una vida que llevaba yo sin conocerla, así como el grano de trigo no conoce la espiga que va en él. Todos los argumentos contra la idea de la muerte caben en un grano de trigo...”.
Hay en el cementerio de Montemorelos una tumba olvidada. Nos recuerda muchas cosas.
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Hay en el cementerio de Montemorelos una tumba. Junto a ella no crece ni una brizna de hierba, y hasta los pájaros desvían su vuelo para no pasar por ahí.
Es la tumba de un envidioso, de un hombre de hipocresía solapada que no podía hablar bien de uno sin decir mal de otro. Por esa interna maldad que lo poseía, por la amargura de no haber podido ser lo que intentó, fracasó en todo: en su familia, en su trabajo, en las relaciones con su prójimo. En nada destacó sino en la mediocridad.
Ahora está muerto. Dije mal: ahora está más muerto. Alguna vez se sintió cerca de Dios, pero se equivocaba, porque Dios es amor y él nunca supo amar. La envidia -tristeza del bien ajeno- y aquella necia pretensión de superioridad moral que llevó en vida lo condujeron a la muerte aun antes de morir. Nadie se acuerda ahora de él. Si alguna vez junto a su tumba llega a crecer algo, será una ortiga, un cardo, o la enfermiza flor de la cizaña.
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Re: cualquier cosa (intelegible)
Enviado por el día 24 de Marzo de 2004 a las 03:28
La verdad es que al principio el mundo no era hermoso. Es natural: los recién nacidos nunca lucen bien.
Hizo el Señor al hombre, pero eso no mejoró las cosas. El mundo seguía siendo feo. Adán, entonces, le pidió al Creador una compañera, pues con una buena compañera hasta el mundo más feo se hace hermoso. Dios lo sabía -Papá lo sabe todo-, e hizo a la mujer.
Cuando Eva abrió los ojos, toda la creación pareció abrir los ojos con ella. Brilló el sol, el cielo se hizo esplendorosamente azul, las flores abrieron sus corolas y los pájaros estrenaron sus canciones.
-¡Caramba! -exclamó Dios al mismo tiempo asombrado y jubiloso-. ¡Sin darme cuenta hice también la primavera!
Al paso del tiempo, el Señor reconocería que su frase no dejaba de ser bastante cursi. Pero hasta El se vuelve un poco cursi en presencia de una mujer, sobre todo en los días de la primavera.
Hizo el Señor al hombre, pero eso no mejoró las cosas. El mundo seguía siendo feo. Adán, entonces, le pidió al Creador una compañera, pues con una buena compañera hasta el mundo más feo se hace hermoso. Dios lo sabía -Papá lo sabe todo-, e hizo a la mujer.
Cuando Eva abrió los ojos, toda la creación pareció abrir los ojos con ella. Brilló el sol, el cielo se hizo esplendorosamente azul, las flores abrieron sus corolas y los pájaros estrenaron sus canciones.
-¡Caramba! -exclamó Dios al mismo tiempo asombrado y jubiloso-. ¡Sin darme cuenta hice también la primavera!
Al paso del tiempo, el Señor reconocería que su frase no dejaba de ser bastante cursi. Pero hasta El se vuelve un poco cursi en presencia de una mujer, sobre todo en los días de la primavera.