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¿Qué es exactamente el Estado de Bienestar?
Enviado por el día 17 de Septiembre de 2003 a las 02:42
EL ESTADO DE BIENESTAR:
En el ideario socialdemócrata y comunista se aboga por el mantenimiento del llamado “Estado de bienestar”. Esta idea defiende el mantenimiento del sistema de pensiones, sean o no contributivas; de una asistencia sanitaria de primer nivel; del acceso a una educación escolar totalmente gratuita y universitaria semigratuíta; De la construcción y mantenimiento de una red de comunicaciones de alto nivel; del mantenimiento de servicios de transporte público aunque sean altamente deficitarios; del seguro de desempleo y de las vacaciones semi-financiadas para las clases pasivas; de la construcción de polideportivos plenamente dotados; del mantenimiento de unas TV públicas cuya oferta no se distingue de las privadas, ya que su orientación está dirigida fundamentalmente al simple entretenimiento; de la financiación más o menos encubierta a los productores de alimentos (ganaderos, pescadores, agricultores), pero también que el consumo de alimentos adquiridos en tiendas, almacenes, restaurantes, etc tenga garantías suficientes para su consumo; del mantenimiento de un ejército profesionalizado, para que nuestros hijos no tengan que ir a la “mili” si no quieren, ni tengan que hacer ninguna otra prestación sociañ alternativa, pero que sea capaz de desarrollar una actividad eficaz en caso de catástrofe, o misiones de paz en áreas conflictivas,... y un sinfín de prestaciones dirigidas al “bienestar” del conjunto de la sociedad. Algunas de ellas son realmente curiosas, como las ayudas al turismo, a la construcción de puertos deportivos y campos de golf, etc. Evidentemente no todas las llamadas “prestaciones sociales” se pueden considerar en pie de igualdad cara a su mportancia o trascendencia social, pero ahí están.
Si las agrupamos por clases vemos que se podrían organizar en unas pocas categorías:
Las que se ocupan de la salud de las personas, y también de los alimentos y agua.
Las que se ocupan de las infraestructuras y del transporte
Las que se ocupan de la educación y de la formación de las personas.
Las que se ocupan de la seguridad (policía, administración de justicia, bomberos, protección civil, etc).
Las que se ocupan del entretenimiento (TV, deportes, casas rurales, etc).
Las que se ocupan de los individuos improductivos: discapacitados, tercera edad, parados.
Las que se ocupan de la vivienda social
Las que se ocupan de otras cosas que ahora no me acuerdo
Todo esto nos es suministrado por el estado a muy bajo coste, aunque algunas cosas son enteramente gratuitas y otras no lo son, como los alimentos, que hay que pagarlos, pero en un contexto de mercado controlado, para evitar las fluctuaciones de precios, ya que su subida o su bajada en exceso podría ser catastrófica para determinados sectores de la sociedad.
Pero en realidad ninguna de estas prestaciones es gratuita, sino más bien al contrario, resultan muy costosas para el Estado, lo cual obliga a mantener una alta presión fiscal para mantener el nivel de prestaciones, así como las estructuras administrativas que las gestionan.
Es evidente que todas estas prestaciones sociales favorecen el bienestar de los ciudadanos, y por ese motivo, ningún gobierno ha disminuido, considerándolo globalmente, la diversidad y el nivel de las prestaciones, sino más bien lo contrario. Ello, consecuentemente, ha ido emparejado con un incremento continuado de la presión fiscal.
Al decir esto, me refiero a la totalidad de las prestaciones, ya que estas, consideradas en determinados campos, pudieron haber disminuido en función de ciertas políticas concretas: Por ejemplo, puedo considerar que la concesión de becas del MEC ha disminuido el último año, pero en contrapartida han mejorado ciertas prestaciones sanitarias, han mejorado las carreteras, y no hay que hacer la mili. Por otra parte no me refiero únicamente a las políticas emanadas del Gobierno Central, sino también a la de las CCAA, municipales, etc.
El mantenimiento del estado de bienestar es hoy en día una idea defendida (al menos formalmente) por todos los partidos políticos y en todos los ámbitos políticos, y, por ello, es un instrumento fundamental el ámbito de las discrepancias políticas: Si algún partido o candidato hablase de “reducir” el estado del bienestar, francamente, le auguro muy poco futuro dentro de su mismo partido.
Pero veamos la otra cara de la moneda: El estado de bienestar es muy costoso. Presenta varios problemas importantes. En primer lugar el estado es su único gestor, y su gestión, sea cual sea el ámbito de gestión, suele ser (no siempre) deficiente.
Se alega que el Estado, a diferencia de otras empresas, no persigue el lucro, y es verdad, pero el Estado, considerándolo únicamente como una simple empresa, dispone de más o menos el 50% del PIB para administrar el “bienestar social” en multitud de campos en los que no es competente. Esta incompetencia le lleva a delegar en manos privadas la puesta en práctica de estos servicios, con lo cual existe un gran solapamiento del ámbito de lo privado y lo público: Muchas empresas facturan con instituciones estatales más de un 50% de su actividad empresarial, por no hablar de aquellas que facturan un 100%. Estas empresas sí se lucran. Proliferan como hongos las empresas que se benefician de concesiones estatales: empresas de transporte público, de construcción de viviendas sociales, clubes de vacaciones, gestoras (de multas, de ORA), vinculadas a la sanidad,... Casi todos los campos de la economía presentan empresas privadas que se lucran de estas concesiones.
Este modelo de gestión encarece las prestaciones, ya que al estado “se le cobra más” pues paga independientemente del precio. El responsable de las subcontrataciones estatales suele ser un político, cuya responsabilidad, en la actualidad, es muy limitada, ya que la suya tan solo es una responsabilidad política, y la práctica demuestra que cuando hay indicios más o menos claros de mala gestión política, Todos los partidos cierran filas. Recordemos al PSOE con lo de FILESA, o al PP con lo del Prestige, por poner solo un par de ejemplos.
Las cuestiones que me gustaría entender desde los diferentes puntos de vista de los otros participantes en los foros son básicamente:
En una sociedad en la que el estado se ofrece como garante del estado de bienestar, y por tanto actúa como redistribuidor de la riqueza, ofertando servicios de lo más variopintos ¿Se debe dejar que el Estado se “engorde” cada vez más, aunque ello lleve a presiones fiscales por encima del 80 o 90 % del PIB, o se debería establecer un límite tanto en los tipos prestaciones que ofrece como en la tasa de impuestos?
¿No existe el peligro de que un estado muy “engordado” haga cada vez más ineficaz su gestión y al final estemos pagando un sobrecoste excesivo por prestaciones que no son esenciales, pero que hay que seguir ofertando, una vez creada la demenda?
¿Resulta ético, desde una perspectiva socialdemócrata, que el estado ofrezca costosísimos servicios sanitarios, cuando se alega la “maldad” de los países occidentales por no mostrar más solidaridad hacia los tercermundistas? Por ejemplo, Un parto prematuro requiere de servicios sanitarios muy costosos: Hace unos meses leí en una revista (creo que en el país semanal) que el coste sanitario medio por cada bebé prematuro que sobrevive es de unos 200.000.000 de las antiguas pesetas. Pero con ese dinero se podría construir un centro médico en, por ejemplo, Nicaragua ¿Qué deberíamos hacer entonces?
Yo hice esta pregunta en una reunión y mis contertulios me hicieron sentir como un auténtico villano tan solo por plantearla: me dijeron que la vida de una persona no se puede cuantificar por más o menos millones, y he de reconocer que tienen razón, ya que si yo tuviese 200 o 400, o 1.000 millones, y de ellos dependiese mi vida o la de alguien a quien quiero mucho, los daría con gusto. Pero, por otra parte pienso que para que esos niños prematuros vivan y se conviertan en unos preciosos bebes, son necesarios 200 kilos, y alguien (en este caso el estado) debe recaudarlos entre los que tienen dinero, sino ese niño se moriría con tal seguridad. Pero, con la misma seguridad se mueren niños en Nicaragua de chorradas que aquí se curan con un par de inyecciones que valen 100 duros (de los antiguos). Si tenemos una balanza y en un platillo ponemos a un niño prematuro español ¿Cuántos niños nicaragüenses habría que poner en el otro platillo para que se equilibre? Es un dilema muy grave ¿no?
Otro aspecto importante es considerar un cierto desequilibrio entre los deseos individuales de las personas y las obligaciones que establece el estado: Los empleados y empresarios deben hacer frente a una creciente demanda de impuestos, con lo cual han de elevar su productividad para mantener el estado de bienestar. Dicho en plan “castizo”: si quieres más, has de producir más. Se habla de elevar la edad de jubilación más allá de los actuales 65 años para poder mantener en el futuro el actual sistema de prestaciones sociales. La verdad es que está muy bien ya que vivo en un país con una de las esperanzas de vida más altas del mundo. Casi 80 años en varones que tengan cumplidos los 40, y algo más de 82 en mujeres. Pero ¿y si alguien quiere vivir menos, tener una asistencia sanitaria de segundo nivel y trabajar menos? Reduciría su estrés, y puede que viva bastante, o no. Sería una elección personal. Pero aquí no es posible esa elección, ya que la política va en sentido contrario. Yo como trabajador aporto fondos para mi jubilación, pero esos fondos los administra el estado y se los gasta íntegramente en la pensión de aquellos que están jubilados ahora. Yo no tengo ninguna garantía de que lo que estoy aportando de mi salario en concepto de adelanto a mi jubilación la vaya a tener luego. Como no soy tonto, me estoy haciendo un plan de pensiones por si acaso (ya lo advirtió Rato hace unos años, y yo, por si acaso, lo hago). Pero tengo menos dinero para gastar cada mes, ya que además de darle al estado, también ingreso en una entidad financiera. ¿Y si me dieran libertad para decidir lo que quiera hacer? Me dicen mis amigos que no sería ético, ya que con mi dinero le pagan a otros trabajadores ya jubilados, pero el caso es que ellos dependen de mí cuando han estado toda su vida laboral aportando fondos para su jubilación ¿Dónde está su dinero entonces? ¿Han estado pagando durante años para ahora depender de la solidaridad pública?
Un conocido mío, profesor de inglés en un instituto, se rompió un pié jugando al fútbol y le quedó una leve cojera, la cual se le acentúa cuando va al médico. Hace unos meses consiguió la incapacidad laboral definitiva y hora ya no tiene que trabajar más. Es verdad que tiene una pensión baja, pero él gasta poco, y algo podrá apañarse por ahí (clases particulares, alguna traducción,... en definitiva, la llamada “economía sumergida, libre de impuestos) de vez en cuando para redondearse la pensión. La solidaridad social es necesaria, ya que hay accidentes muy graves que pueden dejar verdaderamente incapacitada a una persona para ejercitar cualquier tipo de trabajo, y desgraciadamente algunos individuos se cuelan como parásitos y viven a expensas de ella. Eso no es motivo para cuestionarla, por supuesto, ¿Pero donde está la solidaridad de este conocido mío? Bien, entiendo que es un “insolidario” y existen tipos así, pero lo que me desagrada de veras no es él, sino aquellos, autodefinidos como de “izquierdas”, que les resulta gracioso que un tipo como este se esté aprovechando del esfuerzo de los demás para vivir sin trabajar más en su vida, y lo consideren, simplemente, como un “tipo listo” y hasta simpático. Nunca les oí enfadarse por esta palmaria muestra de insolidaridad, aunque sin embargo, en otros ámbitos de discusión, tachan fácilmente de “insolidaria” tal o cual idea o crítica que se haga. Hay insolidaridades que venden y otras que no.
En fin, que esto del “estado del bienestar” me parece muy contradictorio y me gustaría que alguien me aclarase algunas cosas desde su particular ideología.
Un saludo.
En el ideario socialdemócrata y comunista se aboga por el mantenimiento del llamado “Estado de bienestar”. Esta idea defiende el mantenimiento del sistema de pensiones, sean o no contributivas; de una asistencia sanitaria de primer nivel; del acceso a una educación escolar totalmente gratuita y universitaria semigratuíta; De la construcción y mantenimiento de una red de comunicaciones de alto nivel; del mantenimiento de servicios de transporte público aunque sean altamente deficitarios; del seguro de desempleo y de las vacaciones semi-financiadas para las clases pasivas; de la construcción de polideportivos plenamente dotados; del mantenimiento de unas TV públicas cuya oferta no se distingue de las privadas, ya que su orientación está dirigida fundamentalmente al simple entretenimiento; de la financiación más o menos encubierta a los productores de alimentos (ganaderos, pescadores, agricultores), pero también que el consumo de alimentos adquiridos en tiendas, almacenes, restaurantes, etc tenga garantías suficientes para su consumo; del mantenimiento de un ejército profesionalizado, para que nuestros hijos no tengan que ir a la “mili” si no quieren, ni tengan que hacer ninguna otra prestación sociañ alternativa, pero que sea capaz de desarrollar una actividad eficaz en caso de catástrofe, o misiones de paz en áreas conflictivas,... y un sinfín de prestaciones dirigidas al “bienestar” del conjunto de la sociedad. Algunas de ellas son realmente curiosas, como las ayudas al turismo, a la construcción de puertos deportivos y campos de golf, etc. Evidentemente no todas las llamadas “prestaciones sociales” se pueden considerar en pie de igualdad cara a su mportancia o trascendencia social, pero ahí están.
Si las agrupamos por clases vemos que se podrían organizar en unas pocas categorías:
Las que se ocupan de la salud de las personas, y también de los alimentos y agua.
Las que se ocupan de las infraestructuras y del transporte
Las que se ocupan de la educación y de la formación de las personas.
Las que se ocupan de la seguridad (policía, administración de justicia, bomberos, protección civil, etc).
Las que se ocupan del entretenimiento (TV, deportes, casas rurales, etc).
Las que se ocupan de los individuos improductivos: discapacitados, tercera edad, parados.
Las que se ocupan de la vivienda social
Las que se ocupan de otras cosas que ahora no me acuerdo
Todo esto nos es suministrado por el estado a muy bajo coste, aunque algunas cosas son enteramente gratuitas y otras no lo son, como los alimentos, que hay que pagarlos, pero en un contexto de mercado controlado, para evitar las fluctuaciones de precios, ya que su subida o su bajada en exceso podría ser catastrófica para determinados sectores de la sociedad.
Pero en realidad ninguna de estas prestaciones es gratuita, sino más bien al contrario, resultan muy costosas para el Estado, lo cual obliga a mantener una alta presión fiscal para mantener el nivel de prestaciones, así como las estructuras administrativas que las gestionan.
Es evidente que todas estas prestaciones sociales favorecen el bienestar de los ciudadanos, y por ese motivo, ningún gobierno ha disminuido, considerándolo globalmente, la diversidad y el nivel de las prestaciones, sino más bien lo contrario. Ello, consecuentemente, ha ido emparejado con un incremento continuado de la presión fiscal.
Al decir esto, me refiero a la totalidad de las prestaciones, ya que estas, consideradas en determinados campos, pudieron haber disminuido en función de ciertas políticas concretas: Por ejemplo, puedo considerar que la concesión de becas del MEC ha disminuido el último año, pero en contrapartida han mejorado ciertas prestaciones sanitarias, han mejorado las carreteras, y no hay que hacer la mili. Por otra parte no me refiero únicamente a las políticas emanadas del Gobierno Central, sino también a la de las CCAA, municipales, etc.
El mantenimiento del estado de bienestar es hoy en día una idea defendida (al menos formalmente) por todos los partidos políticos y en todos los ámbitos políticos, y, por ello, es un instrumento fundamental el ámbito de las discrepancias políticas: Si algún partido o candidato hablase de “reducir” el estado del bienestar, francamente, le auguro muy poco futuro dentro de su mismo partido.
Pero veamos la otra cara de la moneda: El estado de bienestar es muy costoso. Presenta varios problemas importantes. En primer lugar el estado es su único gestor, y su gestión, sea cual sea el ámbito de gestión, suele ser (no siempre) deficiente.
Se alega que el Estado, a diferencia de otras empresas, no persigue el lucro, y es verdad, pero el Estado, considerándolo únicamente como una simple empresa, dispone de más o menos el 50% del PIB para administrar el “bienestar social” en multitud de campos en los que no es competente. Esta incompetencia le lleva a delegar en manos privadas la puesta en práctica de estos servicios, con lo cual existe un gran solapamiento del ámbito de lo privado y lo público: Muchas empresas facturan con instituciones estatales más de un 50% de su actividad empresarial, por no hablar de aquellas que facturan un 100%. Estas empresas sí se lucran. Proliferan como hongos las empresas que se benefician de concesiones estatales: empresas de transporte público, de construcción de viviendas sociales, clubes de vacaciones, gestoras (de multas, de ORA), vinculadas a la sanidad,... Casi todos los campos de la economía presentan empresas privadas que se lucran de estas concesiones.
Este modelo de gestión encarece las prestaciones, ya que al estado “se le cobra más” pues paga independientemente del precio. El responsable de las subcontrataciones estatales suele ser un político, cuya responsabilidad, en la actualidad, es muy limitada, ya que la suya tan solo es una responsabilidad política, y la práctica demuestra que cuando hay indicios más o menos claros de mala gestión política, Todos los partidos cierran filas. Recordemos al PSOE con lo de FILESA, o al PP con lo del Prestige, por poner solo un par de ejemplos.
Las cuestiones que me gustaría entender desde los diferentes puntos de vista de los otros participantes en los foros son básicamente:
En una sociedad en la que el estado se ofrece como garante del estado de bienestar, y por tanto actúa como redistribuidor de la riqueza, ofertando servicios de lo más variopintos ¿Se debe dejar que el Estado se “engorde” cada vez más, aunque ello lleve a presiones fiscales por encima del 80 o 90 % del PIB, o se debería establecer un límite tanto en los tipos prestaciones que ofrece como en la tasa de impuestos?
¿No existe el peligro de que un estado muy “engordado” haga cada vez más ineficaz su gestión y al final estemos pagando un sobrecoste excesivo por prestaciones que no son esenciales, pero que hay que seguir ofertando, una vez creada la demenda?
¿Resulta ético, desde una perspectiva socialdemócrata, que el estado ofrezca costosísimos servicios sanitarios, cuando se alega la “maldad” de los países occidentales por no mostrar más solidaridad hacia los tercermundistas? Por ejemplo, Un parto prematuro requiere de servicios sanitarios muy costosos: Hace unos meses leí en una revista (creo que en el país semanal) que el coste sanitario medio por cada bebé prematuro que sobrevive es de unos 200.000.000 de las antiguas pesetas. Pero con ese dinero se podría construir un centro médico en, por ejemplo, Nicaragua ¿Qué deberíamos hacer entonces?
Yo hice esta pregunta en una reunión y mis contertulios me hicieron sentir como un auténtico villano tan solo por plantearla: me dijeron que la vida de una persona no se puede cuantificar por más o menos millones, y he de reconocer que tienen razón, ya que si yo tuviese 200 o 400, o 1.000 millones, y de ellos dependiese mi vida o la de alguien a quien quiero mucho, los daría con gusto. Pero, por otra parte pienso que para que esos niños prematuros vivan y se conviertan en unos preciosos bebes, son necesarios 200 kilos, y alguien (en este caso el estado) debe recaudarlos entre los que tienen dinero, sino ese niño se moriría con tal seguridad. Pero, con la misma seguridad se mueren niños en Nicaragua de chorradas que aquí se curan con un par de inyecciones que valen 100 duros (de los antiguos). Si tenemos una balanza y en un platillo ponemos a un niño prematuro español ¿Cuántos niños nicaragüenses habría que poner en el otro platillo para que se equilibre? Es un dilema muy grave ¿no?
Otro aspecto importante es considerar un cierto desequilibrio entre los deseos individuales de las personas y las obligaciones que establece el estado: Los empleados y empresarios deben hacer frente a una creciente demanda de impuestos, con lo cual han de elevar su productividad para mantener el estado de bienestar. Dicho en plan “castizo”: si quieres más, has de producir más. Se habla de elevar la edad de jubilación más allá de los actuales 65 años para poder mantener en el futuro el actual sistema de prestaciones sociales. La verdad es que está muy bien ya que vivo en un país con una de las esperanzas de vida más altas del mundo. Casi 80 años en varones que tengan cumplidos los 40, y algo más de 82 en mujeres. Pero ¿y si alguien quiere vivir menos, tener una asistencia sanitaria de segundo nivel y trabajar menos? Reduciría su estrés, y puede que viva bastante, o no. Sería una elección personal. Pero aquí no es posible esa elección, ya que la política va en sentido contrario. Yo como trabajador aporto fondos para mi jubilación, pero esos fondos los administra el estado y se los gasta íntegramente en la pensión de aquellos que están jubilados ahora. Yo no tengo ninguna garantía de que lo que estoy aportando de mi salario en concepto de adelanto a mi jubilación la vaya a tener luego. Como no soy tonto, me estoy haciendo un plan de pensiones por si acaso (ya lo advirtió Rato hace unos años, y yo, por si acaso, lo hago). Pero tengo menos dinero para gastar cada mes, ya que además de darle al estado, también ingreso en una entidad financiera. ¿Y si me dieran libertad para decidir lo que quiera hacer? Me dicen mis amigos que no sería ético, ya que con mi dinero le pagan a otros trabajadores ya jubilados, pero el caso es que ellos dependen de mí cuando han estado toda su vida laboral aportando fondos para su jubilación ¿Dónde está su dinero entonces? ¿Han estado pagando durante años para ahora depender de la solidaridad pública?
Un conocido mío, profesor de inglés en un instituto, se rompió un pié jugando al fútbol y le quedó una leve cojera, la cual se le acentúa cuando va al médico. Hace unos meses consiguió la incapacidad laboral definitiva y hora ya no tiene que trabajar más. Es verdad que tiene una pensión baja, pero él gasta poco, y algo podrá apañarse por ahí (clases particulares, alguna traducción,... en definitiva, la llamada “economía sumergida, libre de impuestos) de vez en cuando para redondearse la pensión. La solidaridad social es necesaria, ya que hay accidentes muy graves que pueden dejar verdaderamente incapacitada a una persona para ejercitar cualquier tipo de trabajo, y desgraciadamente algunos individuos se cuelan como parásitos y viven a expensas de ella. Eso no es motivo para cuestionarla, por supuesto, ¿Pero donde está la solidaridad de este conocido mío? Bien, entiendo que es un “insolidario” y existen tipos así, pero lo que me desagrada de veras no es él, sino aquellos, autodefinidos como de “izquierdas”, que les resulta gracioso que un tipo como este se esté aprovechando del esfuerzo de los demás para vivir sin trabajar más en su vida, y lo consideren, simplemente, como un “tipo listo” y hasta simpático. Nunca les oí enfadarse por esta palmaria muestra de insolidaridad, aunque sin embargo, en otros ámbitos de discusión, tachan fácilmente de “insolidaria” tal o cual idea o crítica que se haga. Hay insolidaridades que venden y otras que no.
En fin, que esto del “estado del bienestar” me parece muy contradictorio y me gustaría que alguien me aclarase algunas cosas desde su particular ideología.
Un saludo.
Re: ¿Qué es exactamente el Estado de Bienestar?
Enviado por el día 17 de Septiembre de 2003 a las 12:47
Muy buenas Pol Pot
Desde luego me siento incapaz de contestar a las preguntas de tu mensaje, pero la primera creo que es la básica:
¿Se debe dejar que el Estado se “engorde” cada vez más, aunque ello lleve a presiones fiscales por encima del 80 o 90 % del PIB, o se debería establecer un límite tanto en los tipos prestaciones que ofrece como en la tasa de impuestos?
Pues la historia nos dice que cuanto más grande es el estado... peor, más totalitario , corrupto e ineficiente. Como casi todo en esta vida (desde mi punto de vista) en el término medio está la mejor opción. Se dice que somos socialistas a los 20 para ser conservadores a los 50. Supongo que será porque con el paso del tiempo nos damos cuenta de que los extremismos son negativos ¿no?.
Creo en las virtudes del Estado del Bienestar porque me parece ético ayudar al que no tiene y distribuir la riqueza, pero la mejor manera de aumentar la riqueza individual y colectiva de un pais es el sistema capitalista (no lo digo yo, pregúntese a los chinos de shangai por ejemplo). Al final el juego que hay que hacer no deja de ser complicado: Capitalismo y "socialismo" (con todas las comillas que quieran)
En este caso creo que muchos de los paises europeos han sabido compaginar ambas cosas de manera mas o menos eficiente, o están en vías de hacerlo, si no quieren llegar a la quiebra.
El reto es ser capaz de un comportamiento correcto de los mercados , con las interferencias justas, y a la vez que papá estado arregle ciertos desequilibrios.
Hay por supuesto excepciones como la de su conocido que tampoco inglés que creo no deben ser tomadas en cuenta para analizar la generalidad, no son más que anécdotas o eso deberían ser.
Con el tema de la jubilación y el desempleo pasa algo parecido. Se debe intentar que cuando un trabajador pierde su trabajo pueda seguir haciendo su vida normal hasta que encuentre otro, pero sin desincentivar futuras búsquedas de nuevos trabajos con ayudas exajeradas (no digo que las actuales lo sean).Es obvio que la edad de jubilación (aunque me pese por lo que me queda!) habrá que elevarla. No tiene sentido que la población envejezca y cada vez menos trabajadores sean el sustento de cada vez más jubilados, niños, etc y además trabajando menos años. Simplemente es una cuestión de hacer números.
Yo creo en el sentido común por encima de todo y si una empresa puede ser más eficiente y barata que una entidad publica a la hora de realizar una prestación o dar un servicio, que así se haga y si una prestación social es excesivamente cara y no aporta suficiente valor añadido a la población en comparación con otras, que sea eliminada.
Me gustaria tener algo mas de tiempo para seguir "charlando" del tema pero he de dejarlo pro ahora
Un saludo
Desde luego me siento incapaz de contestar a las preguntas de tu mensaje, pero la primera creo que es la básica:
¿Se debe dejar que el Estado se “engorde” cada vez más, aunque ello lleve a presiones fiscales por encima del 80 o 90 % del PIB, o se debería establecer un límite tanto en los tipos prestaciones que ofrece como en la tasa de impuestos?
Pues la historia nos dice que cuanto más grande es el estado... peor, más totalitario , corrupto e ineficiente. Como casi todo en esta vida (desde mi punto de vista) en el término medio está la mejor opción. Se dice que somos socialistas a los 20 para ser conservadores a los 50. Supongo que será porque con el paso del tiempo nos damos cuenta de que los extremismos son negativos ¿no?.
Creo en las virtudes del Estado del Bienestar porque me parece ético ayudar al que no tiene y distribuir la riqueza, pero la mejor manera de aumentar la riqueza individual y colectiva de un pais es el sistema capitalista (no lo digo yo, pregúntese a los chinos de shangai por ejemplo). Al final el juego que hay que hacer no deja de ser complicado: Capitalismo y "socialismo" (con todas las comillas que quieran)
En este caso creo que muchos de los paises europeos han sabido compaginar ambas cosas de manera mas o menos eficiente, o están en vías de hacerlo, si no quieren llegar a la quiebra.
El reto es ser capaz de un comportamiento correcto de los mercados , con las interferencias justas, y a la vez que papá estado arregle ciertos desequilibrios.
Hay por supuesto excepciones como la de su conocido que tampoco inglés que creo no deben ser tomadas en cuenta para analizar la generalidad, no son más que anécdotas o eso deberían ser.
Con el tema de la jubilación y el desempleo pasa algo parecido. Se debe intentar que cuando un trabajador pierde su trabajo pueda seguir haciendo su vida normal hasta que encuentre otro, pero sin desincentivar futuras búsquedas de nuevos trabajos con ayudas exajeradas (no digo que las actuales lo sean).Es obvio que la edad de jubilación (aunque me pese por lo que me queda!) habrá que elevarla. No tiene sentido que la población envejezca y cada vez menos trabajadores sean el sustento de cada vez más jubilados, niños, etc y además trabajando menos años. Simplemente es una cuestión de hacer números.
Yo creo en el sentido común por encima de todo y si una empresa puede ser más eficiente y barata que una entidad publica a la hora de realizar una prestación o dar un servicio, que así se haga y si una prestación social es excesivamente cara y no aporta suficiente valor añadido a la población en comparación con otras, que sea eliminada.
Me gustaria tener algo mas de tiempo para seguir "charlando" del tema pero he de dejarlo pro ahora
Un saludo
Para selfmade
Enviado por el día 23 de Septiembre de 2003 a las 23:41
Respuesta al escrito de 17 de septiembre.
Estimado Selfmade.
Como veo que el tema que propuse no ha suscitado lo que se podría decir un “enfebrecido” debate, me complazco en contestarle, ya que usted ha sido el único que se ha interesado por ello.
En principio me planteé que este tema podría ser polémico, ya que no parece existir un consenso ideológico sobre lo que las ideologías alternativas, las menos, digámoslo así, “centristas”, entienden qué debe ser un “estado de bienestar” mantenible. Prueba de ello es que cuando el gobierno del PSOE o el del PP han intentado reformar algunos aspectos de este en los que se hace patente una irracionalidad en el gasto, con tendencia fuerte al despilfarro, se han encontrado con una fuerte contestación desde los llamados interlocutores sociales. De ahí que las reformas propuestas para el gasto farmacéutico, por poner un ejemplo, no hayan servido para gran cosa.
Pero es evidente que calculé mal, y el mantenimiento del estado del bienestar no parece preocupar gran cosa al menos a la mayoría de los tertulianos de los foros.
El estado de bienestar resulta muy caro para todos. Los servicios que ofrece no son esenciales en su mayoría, y se obliga a pagar por ellos a todos los ciudadanos cuando solo unos pocos son los usuarios. El Estado concentra la mayor acumulación de capital, más de un 50% del PIB en España, lo cual implica un gran poder económico que se suma al político que legítimamente consagran las leyes. Este proceso no ha ido in crescendo desde que se instauró la democracia, y dudo que se vaya a detener a corto plazo: la clase política tiende a legislar en la dirección de incrementar su poder político y por tanto económico. La tendencia general es a incrementar el número de servicios administrativos y consecuentemente el de funcionarios, normalmente designados para puestos de confianza, y que al final de la legislatura se convierten, por arte de oposiciones restringidas, en puestos vitalicios. Esto implica un incremento del clientelismo político, lo cual le resulta muy útil a los que gobiernan, ya que contribuye a la estabilidad de las administraciones autonómicas y local. Esta situación hace una administración cada vez más burocratizada, ineficaz y cara. Partidos como el PP en Galicia, el PNV, CiU, o el PSOE en las CCAA que gobierna han creado una red de dependencia socioeconómica que resulta imposible desalojarlos del poder, como pasó con el PRI en México. Las virtudes de la alternancia política, que se han podido apreciar en la política general, no se aprecian en las políticas más cercanas a los ciudadanos. Eso es un problema para la buena salud democrática del Estado.
Por otra parte, yendo a aspectos más concretos del estado de bienestar, yo me pregunto si es correcto que este me exija pagar cierta cantidad de dinero, que he de retraer de mis ganancias de asalariado, para que tenga una pensión de jubilación. Ello obliga a que se cumplan ciertos requisitos, como el tiempo que he de contribuir al mantenimiento del sistema de pensiones, y la edad a la que me he de jubilar. Ese mismo servicio me lo da una entidad privada, pero no me exige el cumplimiento de requisito alguno, ya que la pensión que yo tenga estará con relación a lo aportado, y no al tiempo que haya estado aportando fondos. ¿Por qué no tengo la libertad de elegir entre un servicio público y uno privado? Y lo mismo podría preguntarme con relación a otros servicios que me ofrece el estado de bienestar. Se puede alegar que es por una razón igualitaria. Pero no todos somos iguales en relación con el trabajo, ya que hay trabajos y trabajos. Además una persona puede quedar incapacitada por una actividad de riesgo extralaboral: No es lo mismo quedar con una minusvalía debido a un accidente laboral, que por un accidente practicando esquí o parapente, ya que el riesgo que implica una actividad deportiva se asume voluntariamente, y el laboral no. ¿Por qué los fondos aportados por los trabajadores han de ser utilizados en la cobertura de riesgos extralaborales?
Hay aspectos concretos del estado de bienestar que sería discutible si es pertinente o no que el estado los garantice, pero parece que, aparte de Vd y yo, no hay muchos interesados en este foro. No se si interpretar que las cosas están bien así como están para la mayoría.
Un cordial saludo de Pol Pot.
Estimado Selfmade.
Como veo que el tema que propuse no ha suscitado lo que se podría decir un “enfebrecido” debate, me complazco en contestarle, ya que usted ha sido el único que se ha interesado por ello.
En principio me planteé que este tema podría ser polémico, ya que no parece existir un consenso ideológico sobre lo que las ideologías alternativas, las menos, digámoslo así, “centristas”, entienden qué debe ser un “estado de bienestar” mantenible. Prueba de ello es que cuando el gobierno del PSOE o el del PP han intentado reformar algunos aspectos de este en los que se hace patente una irracionalidad en el gasto, con tendencia fuerte al despilfarro, se han encontrado con una fuerte contestación desde los llamados interlocutores sociales. De ahí que las reformas propuestas para el gasto farmacéutico, por poner un ejemplo, no hayan servido para gran cosa.
Pero es evidente que calculé mal, y el mantenimiento del estado del bienestar no parece preocupar gran cosa al menos a la mayoría de los tertulianos de los foros.
El estado de bienestar resulta muy caro para todos. Los servicios que ofrece no son esenciales en su mayoría, y se obliga a pagar por ellos a todos los ciudadanos cuando solo unos pocos son los usuarios. El Estado concentra la mayor acumulación de capital, más de un 50% del PIB en España, lo cual implica un gran poder económico que se suma al político que legítimamente consagran las leyes. Este proceso no ha ido in crescendo desde que se instauró la democracia, y dudo que se vaya a detener a corto plazo: la clase política tiende a legislar en la dirección de incrementar su poder político y por tanto económico. La tendencia general es a incrementar el número de servicios administrativos y consecuentemente el de funcionarios, normalmente designados para puestos de confianza, y que al final de la legislatura se convierten, por arte de oposiciones restringidas, en puestos vitalicios. Esto implica un incremento del clientelismo político, lo cual le resulta muy útil a los que gobiernan, ya que contribuye a la estabilidad de las administraciones autonómicas y local. Esta situación hace una administración cada vez más burocratizada, ineficaz y cara. Partidos como el PP en Galicia, el PNV, CiU, o el PSOE en las CCAA que gobierna han creado una red de dependencia socioeconómica que resulta imposible desalojarlos del poder, como pasó con el PRI en México. Las virtudes de la alternancia política, que se han podido apreciar en la política general, no se aprecian en las políticas más cercanas a los ciudadanos. Eso es un problema para la buena salud democrática del Estado.
Por otra parte, yendo a aspectos más concretos del estado de bienestar, yo me pregunto si es correcto que este me exija pagar cierta cantidad de dinero, que he de retraer de mis ganancias de asalariado, para que tenga una pensión de jubilación. Ello obliga a que se cumplan ciertos requisitos, como el tiempo que he de contribuir al mantenimiento del sistema de pensiones, y la edad a la que me he de jubilar. Ese mismo servicio me lo da una entidad privada, pero no me exige el cumplimiento de requisito alguno, ya que la pensión que yo tenga estará con relación a lo aportado, y no al tiempo que haya estado aportando fondos. ¿Por qué no tengo la libertad de elegir entre un servicio público y uno privado? Y lo mismo podría preguntarme con relación a otros servicios que me ofrece el estado de bienestar. Se puede alegar que es por una razón igualitaria. Pero no todos somos iguales en relación con el trabajo, ya que hay trabajos y trabajos. Además una persona puede quedar incapacitada por una actividad de riesgo extralaboral: No es lo mismo quedar con una minusvalía debido a un accidente laboral, que por un accidente practicando esquí o parapente, ya que el riesgo que implica una actividad deportiva se asume voluntariamente, y el laboral no. ¿Por qué los fondos aportados por los trabajadores han de ser utilizados en la cobertura de riesgos extralaborales?
Hay aspectos concretos del estado de bienestar que sería discutible si es pertinente o no que el estado los garantice, pero parece que, aparte de Vd y yo, no hay muchos interesados en este foro. No se si interpretar que las cosas están bien así como están para la mayoría.
Un cordial saludo de Pol Pot.