España

Nada mas FALSO:

Los bárbaros, tras la muerte del emperador Valente en la batalla de Adrianópolis se concentraron en rapiñar el más atrasado y vulnerable Imperio de Occidente. Y así, mientras la Galia, Italia, o Hispania quedaban en ruinas, en el Oriente, que no sufrió el castigo de la invasión en sus tierras, vivía eras de esplendor con Justiniano. Todavía bien entrado el siglo VI en la Academia de Atenas se seguían dando clases ininterrupidamente desde tiempo de Aristóteles. Todavía se seguían recopilando libros en la biblioteca de Alejandría. Aún las escuelas de filosofía neoplatónica bullían
en Atenas, Alejandría, Éfeso, Antioquía o Damasco. Incluso después del decreto de Justiniano en el 529 AD. Décadas antes de la llegada de los árabes, el Emperador Justiniano construía su fabulosa Hagia Sophia en Constantinopla, y el emperador Sasánida Csroes su fabuloso palacio blanco de Cstesiphonte, la Nueva Babilonia.

La consquista de los bárbaros no había acabado con
el Imperio Romano. Los países devastados eran o
bien tierras colonizadas de la barbarie como Galia o Britania, o conquistadas a Carthago como Hispania o Ýfrica. Solo Iralia tenía cierta tradición de civilización. El grueso de la Antigüedad Helenística, sobrevivía en el Imperio Romano de Oriente, Siria, Grecia, Egipto, Asia Menor, o en la Persia Sasánida, heredera del Imperio Persa de Ciro y Darío, que abarcaba el resto de regiones helenizadas por Alejandro Magno: Asiria, Mesopotamia, Bactria.

Por tanto era de esperar una continuidad de la civilización clásica preservada por ambos imperios, Roma y Persia. Una en la Romania, una cristianización de la cultura clásica, análoga a la del Renacimiento, que sin duda se extendería a los territorios devastados por los bárbaros y cerraría un breve paréntesis de destrucción.

Es en este contexto en el que hay que situar la aparición de una nueva religión, perversamente genial, obra de un profeta llamado Mahoma que convirtió a unos bárbaros piojosos pastores de camellos en la máquina de guerra más poderosa del momento y acabo con los sueños de renacimiento clasico.

Asombrosamente en 15 años, unos moros casi descalzos fueron capaces de arrasar el Imperio Sasánida que había contenido a las legiones romanas durante más de 6 siglos. El mismísimo Imperio Romano no tuvo destino diferente, en 50 años los moros habían acabado en la práctica con el Imperio estrangulado en una pinza mortal que se cerraba desde Carthago y hasta las murallas de Constantinopla.

Y junto con Roma y Persia, terminó el esplendor de la cultura clásica de un plumazo bajo el dominio musulmán.

Los musulmanes no fueron cultos. Simplemente conquistaron las tierras más prosperas y desarrolladas de la Antigüedad Cristiana y Zoroastrista, que preservarían un cierto esplendor cultural, pero poco a poco fue apagándose en una lenta agonía hasta convertirse en la manada de pastores piojosos que conocimos al llegar nuestra era.