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Las víctimas del 11-M
Enviado por el día 20 de Marzo de 2005 a las 21:25
No sé si la gente se ha fijado alguna vez en la tristeza insondable que desprenden las víctimas del 11-M, de muy diferente naturaleza a las del terrorismo etarra.
Las víctimas del 11-M lo son doblemente por su condición de víctimas y, característico, porque desconocen, profundamente, quién sea su victimario.
Es revelador leer los mensajes de algún botarate que tras recordar a las víctimas de la masacre más atroz que ha conocido España recientemente, se pregunte por " cuántos iraquíes hemos asesinado los occidentales ".
Las víctimas de ETA también conocieron la misma tortura; su victimario tenía que ser disculpado, " entendido ", aplacado con medidas políticas; ellas eran las " víctimas inocentes del conflicto ", algo así como víctimas sacrificiales de un Destino brutal y despiadado que quitaba incluso la satisfacción de pedir justicia, de pedir el castigo de los culpables, porque en realidad " no había culpables ".
El discurso vomitivo de la izquierda a cuenta de Iraq ha usado todos los mecanismos antedichos para diluir, disfrazar, entender, aplacar, autocastigarse, por la especie de castigo celestial que les sobrevino el 11-M. La Manjón expresa una tristeza terrible porque se cree sin derecho a pedir justicia, porque " comprende " a los asesinos de su hijo, obnubilada como está por el discurso totalitarófilo de la izquierda que hace en última instancia responsable de lo ocurrido a " Occidente ", a " USA " a " Bush " y que no ve en lo sucedido más que un terrorismo de " respuesta ". En realidad, todavía más vomitivo, el Psoe sabe que todo eso es mentira de cabo a rabo, pero le interesa para demonizar a Aznar y rentabilizar esa demonización electoralmente.
Por su parte el PP ha contribuido y contribuye hoy a la tristeza ontológica de esas víctimas. Su obsesión conspiparanoica en buscar ignotos culpables, culpables difusos, interrelacionados, fantasmas en definitiva, priva a esas víctimas de un sujeto identificable de la masacre, un sujeto y una ideología ( totalitaria, va de soi )que en el caso de las víctimas de ETA está plenamente identificado.
Las víctimas del 11-M lo son doblemente por su condición de víctimas y, característico, porque desconocen, profundamente, quién sea su victimario.
Es revelador leer los mensajes de algún botarate que tras recordar a las víctimas de la masacre más atroz que ha conocido España recientemente, se pregunte por " cuántos iraquíes hemos asesinado los occidentales ".
Las víctimas de ETA también conocieron la misma tortura; su victimario tenía que ser disculpado, " entendido ", aplacado con medidas políticas; ellas eran las " víctimas inocentes del conflicto ", algo así como víctimas sacrificiales de un Destino brutal y despiadado que quitaba incluso la satisfacción de pedir justicia, de pedir el castigo de los culpables, porque en realidad " no había culpables ".
El discurso vomitivo de la izquierda a cuenta de Iraq ha usado todos los mecanismos antedichos para diluir, disfrazar, entender, aplacar, autocastigarse, por la especie de castigo celestial que les sobrevino el 11-M. La Manjón expresa una tristeza terrible porque se cree sin derecho a pedir justicia, porque " comprende " a los asesinos de su hijo, obnubilada como está por el discurso totalitarófilo de la izquierda que hace en última instancia responsable de lo ocurrido a " Occidente ", a " USA " a " Bush " y que no ve en lo sucedido más que un terrorismo de " respuesta ". En realidad, todavía más vomitivo, el Psoe sabe que todo eso es mentira de cabo a rabo, pero le interesa para demonizar a Aznar y rentabilizar esa demonización electoralmente.
Por su parte el PP ha contribuido y contribuye hoy a la tristeza ontológica de esas víctimas. Su obsesión conspiparanoica en buscar ignotos culpables, culpables difusos, interrelacionados, fantasmas en definitiva, priva a esas víctimas de un sujeto identificable de la masacre, un sujeto y una ideología ( totalitaria, va de soi )que en el caso de las víctimas de ETA está plenamente identificado.
Re: Las víctimas del 11-M
Enviado por el día 21 de Marzo de 2005 a las 01:07
Lo escalofriante del terrorismo islamista es su nihilismo, su sinsentido.
Los etarras asesinan para conseguir unos fines políticos bien definidos: la secesión de territorios de España y Francia y la creación de un estado totalitario de inspiración marxista en esos territorios.
ETA es una organización fuertemente militarizada y jerarquizada, donde es fácil conocer el papel y la responsabilidad de cada individuo en el engranaje criminal.
Sabemos pues contra qué y contra quién luchamos: podemos por lo tanto atacar desde el frente judicial, policial, político, social...
Los asesinos islamistas son unos iluminados, que rinden culto a la muerte , que no buscan más que causar dolor: su objetivo no es más que golpear y castigar a quienes consideran impíos o antimusulmanes.
Les da igual morir, para ellos la vida no tiene valor en sí misma, sino sólo si existe como entrega y sumisión a la religión. Su premio es ultraterrenal, el martirio es un bien, un camino para el paraíso.
Además su organización es mucho más espontánea, más intima también: no necesitan de los movimientos de masas de los etarras: un corán, un garaje convertido en mezquita clandestina, un pequeño grupo de activistas, son suficientes para crear un comando, una célula dispuesta a matar y morir.
¿Qué venganza, que compensación pueden obtener las víctimas del castigo de los asesinos si estos asesinos no aprecian la vida, si cualquier sufrimiento lo aceptan gustoso porque creen que les acerca a Dios?
En eso gozan de una superioridad sobre nosotros pasmosa, son fuertes pq no tienen nada que perder, sólo su fe.
Destruirles la fe sería el único castigo realmente proporcionado a su crimen, hacerles ver que lo que han hecho nunca les llevará al paraíso, que todo ha sido inútil.
Los etarras asesinan para conseguir unos fines políticos bien definidos: la secesión de territorios de España y Francia y la creación de un estado totalitario de inspiración marxista en esos territorios.
ETA es una organización fuertemente militarizada y jerarquizada, donde es fácil conocer el papel y la responsabilidad de cada individuo en el engranaje criminal.
Sabemos pues contra qué y contra quién luchamos: podemos por lo tanto atacar desde el frente judicial, policial, político, social...
Los asesinos islamistas son unos iluminados, que rinden culto a la muerte , que no buscan más que causar dolor: su objetivo no es más que golpear y castigar a quienes consideran impíos o antimusulmanes.
Les da igual morir, para ellos la vida no tiene valor en sí misma, sino sólo si existe como entrega y sumisión a la religión. Su premio es ultraterrenal, el martirio es un bien, un camino para el paraíso.
Además su organización es mucho más espontánea, más intima también: no necesitan de los movimientos de masas de los etarras: un corán, un garaje convertido en mezquita clandestina, un pequeño grupo de activistas, son suficientes para crear un comando, una célula dispuesta a matar y morir.
¿Qué venganza, que compensación pueden obtener las víctimas del castigo de los asesinos si estos asesinos no aprecian la vida, si cualquier sufrimiento lo aceptan gustoso porque creen que les acerca a Dios?
En eso gozan de una superioridad sobre nosotros pasmosa, son fuertes pq no tienen nada que perder, sólo su fe.
Destruirles la fe sería el único castigo realmente proporcionado a su crimen, hacerles ver que lo que han hecho nunca les llevará al paraíso, que todo ha sido inútil.
Re: Re: Las víctimas del 11-M
Enviado por el día 21 de Marzo de 2005 a las 11:22
Ésa es la tesis de André Glucksmann, la del nihilismo del terrorismo islamista alquaidiano.
Sí, but se puede identificar no sólo el enemigo- por más difícil que sea, sino, y esto es lo importante, el bien a proteger. Ese bien no es otro que la sociedad liberal libre de complejos, no relativista, que defiende sus valores " procesales " que no sustantivos y que se niega a dar validez en aras de un relativismo cultural estúpido y cretino a cualquier valor " no occidental ".
El enemigo por tanto, no es sólo el clímax mefítico del terrorismo de Al Quaida, sino todos los totalitarismos escatólogicos, singularmente los teocráticos, aunque quieran llevarlo a cabo por medios pacíficos. El enemigo, por tanto, es el islamismo como doctrina religiosa que pretende articular la vida civil y regularla desde una instancia externa a la humanidad, de la misma forma que el enemigo es el cristianismo fundamentalista ( pregunten a Darwin ) o el judaísmo mesianista o cualquier otra ideología totalitaria que ponga en peligro el sistema procesal de derechos y libertades.
Sí, but se puede identificar no sólo el enemigo- por más difícil que sea, sino, y esto es lo importante, el bien a proteger. Ese bien no es otro que la sociedad liberal libre de complejos, no relativista, que defiende sus valores " procesales " que no sustantivos y que se niega a dar validez en aras de un relativismo cultural estúpido y cretino a cualquier valor " no occidental ".
El enemigo por tanto, no es sólo el clímax mefítico del terrorismo de Al Quaida, sino todos los totalitarismos escatólogicos, singularmente los teocráticos, aunque quieran llevarlo a cabo por medios pacíficos. El enemigo, por tanto, es el islamismo como doctrina religiosa que pretende articular la vida civil y regularla desde una instancia externa a la humanidad, de la misma forma que el enemigo es el cristianismo fundamentalista ( pregunten a Darwin ) o el judaísmo mesianista o cualquier otra ideología totalitaria que ponga en peligro el sistema procesal de derechos y libertades.