España

El que se sienta insignificante tiene un problema psicológico. La dignidad de la persona no depende de su pertenencia a nada superior.

La propia identidad no necesariamente pasa por identificarse con el Estado en el que se vive. Aunque es evidente que a veces esa identidad forme parte de ese Estado o de esa nación, o de ese grupo de personas, de esa cultura, de esa manera de pensar y de sentir, o simplemente de esos intereses comunes.
Yo también estoy convencida, y quizás sea eso lo que quieras decir, que la historia se ha venido formando por el abuso de poder de unos pueblos sobre otros, de la consecución de beneficios por la fuerza o por la persuasión, de riquezas y bienestar a consta de pueblos vecinos o de los propios vasallos, o subditos, o como ahora se les llama, ciudadanos. Todo vale para el que tan sólo persigue el poder.
Pero para conservar la individualidad, más allá, de todo partido, más allá de toda nación y de todo estado, mas allá de toda comunidad, es necesario ser un libre pensador.
Y evidentemente la defensa de los propios intereses, que a veces coindicen con los intereses comunes, es un deber de todo ser individual y colectivo.
Si lo que se pretende es conservar la propia individualidad hace falta pensar libremente. No hay otra manera.
Pero como es cierto que no somos sólos, que por la naturaleza humana normalmente formamos parte de una comunidad y debemos convivir en una comunidad, nos une la defensa, a veces, de nuestros intereses y de nuestras ideas.
Pero no necesariamente y desde luego no a todo precio.
La persona individual no es un ser insignicante, ni la idea totalitaria supera la insignificancia de nadie. Es más, esa idea, esa nación, ese mundo totalitario, tan sólo existe por la suma de muchas individualidades que han querido significar toda la diferencia.

Muchos han muerto por sus ideas individuales y hoy esas ideas son bien común. La redondez de la tierra, la separación iglesia-estado, el derecho a votar de los pobres, el derecho a votar de la mujer, la libertad sexual, la seguridad social, el horario semanal de 38-40 horas, la libre asociación, la libertad de prensa y pensamiento, el estado de derecho, la democracia; la abolición de la esclavitud de los negros africanos, los derechos de los trabajadores, e incluso la Constitución.
La supremacía de nuestra raza o de nuestro sexo por suerte ya no significa nada. Y nadie se convierte en mejor ser individual por alistarse al grupo de los poderosos.
Debe uno luchar, a veces individualmente, por las cuestiones morales en las que uno cree. Y es evidente que a un hambriendo no se le puede exigir más apreciación moral que la de saciar su hambre para sobrevivir. Pero hambre en este foro no creo que pase nadie... Y va siendo hora de pensar en lo que es Justicia para todos. Y no tan sólo para los que estamos saciados.
Ser una persona individual, no tan sólo es un derecho adquirido a lo largo de la historia, sino que es un deber. Y tener en cuenta al resto de los individuos también lo es.
No se hable más de lucha tribal. Las pocas tribus que quedan están en vías de extinción, al igual que muchos animales y mucha naturaleza.
El asunto de la identidad cada cual se lo plantea a sólas consigo mismo, quizás con el deseo de ser reafirmado por el grupo, pero a sabiendas de que no necesariamente vas a encontrar reafirmación en el grupo.
Efectivamente es duro.
Me alegro de que haya filósofos entre nosotros.