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Carta de un iluso.
Enviado por el día 29 de Mayo de 2005 a las 12:10
Carta de un iluso

Estimado iluso o ilusa: Yo también tuve 20 años ¿sabes? Y me pasaba lo mismo que te pasa a ti, que creía que el mundo había nacido conmigo y que no había más verdad que mis pensamientos. Mi mente era un volcán y en ella se desarrollaban todas las soluciones para un mundo ecuánime y justo, pero llegó un día en que me di cuenta que el mundo seguía igual; ¡Por fin! comprendí que en mi meollo lo único que había era una jaula de grillos, no las soluciones para arreglarle.

Tardé muchos años en entender el por qué de las cosas, ya que como se desarrollan no cabían en mi caletre. Creía que la verdadera virtud estaba en el pensamiento comunista. Engels y Marx me fascinaban porque sólo con sus palabras, sin empuñar nunca un fusil crearon un corriente de ideas tan maravillosas que casi eran las ideas de un paraíso. Pero cuando comprobé que otros para imponer las ideas de estos dos filósofos tenían que matar, empecé a plantearme serias dudas sobre la efectividad de las ideas sin violencia.

Para no perder la poca fe que me quedaba y no caer en el más profundo escepticismo me sumergí en la historia y la filosofía con la poca esperanza de encontrar la única verdad de la vida, y lo que encontré fueron miles de verdades aplicadas para alcanzar adeptos y acólitos a ellas. Epitecto y Marco Aurelio me cautivaron con sus máximas y enseñanzas sobre el estoicismo, pero fueron fagocitados por el tiempo, como mueren todas las ideas, y sus enseñanzas hoy no sirven ni para poder ganarte con ellas un bocadillo de escabeche.

Durante un tiempo fui el campeón de los ilusos, mis creencias así me lo han demostrado. Estaba convencido de que la redención del mundo la traería Jesucristo reencarnado en Felipe González.. Llegué hasta creer que no se repetiría la crucifixión de hace dos mil años y que ¡por fin! llegaba la luz que salvará al mundo del hambre. Pero cuando comprobé de forma latente e inequívoca, que los únicos que se estaban redimiendo eran ellos, empezaron otra vez mis dudas.

Lo que siempre creí que era el mal, resultaba que siempre era el vencedor. ¡Como podía ser eso! No daba crédito a los hechos, hasta que un día ¡¡¡POR FIN!!! mi mente captó la verdadera verdad del mundo. EL PODER. Por él luchan, combaten, matan y mueren, mienten, intoxican, aterrorizan, sobrecogen, espantan, adulan, lisonjean, exaltan, y llegan a realizar las más monstruosas acciones.

Y por desgracia EL PODER no está para redimir a un pueblo, esta para utilizarlo de forma fanática y parcial.

Si después de leer esta carta sigues esperando la llegada del Mesías reencarnado en un líder con talante, que dice que va a erradicar el hambre en el mundo; perdona que te diga que no eres un iluso, eres algo peor.

UN/UNA GILIPOLLAS.