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Carta de despedida a Juanito Idigonorreas (Jon Idígoras)
Enviado por el día 7 de Junio de 2005 a las 11:49
Desestimado Juanito Idigonorreas, Chiquito de Amorebieta, Morenillo del Alto:

No te olvidaremos. No te olvidaremos porque cientos de personas, cada vez que vayan a visitar a sus muertos, cada vez que se duchen o se cambien de ropa y vean que gracias a gente tan buena y abnegada como tú no tienen más piernas que las ortopédicas, más ojos que los de sus familiares. No olvidaremos tu cara, tus vampíricos dientes tan bien adaptados para absorber entre orgasmos de odio tanta sangre inocente derramada por tu culpa, tu manera de escupir odio, chulería e ignorancia a partes iguales cuando alzabas no uno, si no ambos puños y nos deleitabas con tus \\\\\\\"goraetas\\\\\\\", tus amenazas veladas y no tan veladas a decenas de personas, tu sola presencia en general.

De asesinar vaquillas te pasaste a promover, justificar, promover y quizás perpetrar asesinatos por la espalda, bombazos que hacían saltar por los aires seres humanos (acompañados de sus familias, que quedaban rotas para siempre) y demás oficios en los que eras más que un simple diletante. De carnicero vacuno a carnicero humano. Por cierto, la tauromaquia, una tradición muy euskérica.

Mientras centenares de familias no podían ver más a sus familiares, tenían que aguantar cómo tú, por estar gravemente enfermo, salías de una cárcel en la que deberías haberte podrido mucho tiempo atrás, salías de la cárcel con tanta presteza como lo hacían la mayoría de tus fieles sicarios mataniñas (te corriste de gusto con el bombazo a la casa cuartel de Zaragoza), y clamabas por unas torturas supuestamente sufridas por tus acólitos, siempre tan prósperos, sonrientes y sanotes a la hora de declarar en juicio. Te llenaste los calzoncillos de abono cuando te pasaron las balas silbando tan cerca. Tanta porqueria tenías encima que podías llenar las capuchas de todas esas sudaderas que con tanta frecuencia vestías, con ánimo seguramente de parecer más joven y más borroka... Lo primero era imposible, lo segundo, ni falta que hacía que lo intentases potenciar.

No te pido que ardas en el infierno, allí estarías en tu salsa, con tu jefe dándote palmaditas en la espalda, sonriéndote, felicitándote. Mejor sería que pasases el resto de la eternidad en el Cielo, obligado a ver de nuevo a todas las víctimas por ti causadas y por los de tu gremio.

Saluda a las víctimas de la Albericia de mi parte, a las de la cafetería Rolando, a las de la Plaza de la República Dominicana, y a tantas otras.

Hasta siempre, HIJO DE ...