España

Radiografía de un golpe de estado de derechas.

Hoy es prácticamente imposible en los países occidentales y desarrollados que se produzcan golpes de estado por militares de derechas, debido a que no tendrían ningún apoyo ni serían reconocidos, por lo tanto, condenados al fracaso.

Sin embargo, si se contemplan en los sistemas occidentales desarrollados fuerzas políticas totalmente antidemocráticas y que luchan por imponer sus fórmulas de una forma maquiavélica y solapada, y que poco a poco se van posicionando hasta que llegan a conseguir estados que ponen en peligro la convivencia de un país.

La radiografía de un golpe de estado de derechas se produce cuando quiere gobernar el pueblo; el pueblo irremediablemente sólo puede llevar al caos ese país que pretende gobernar. Entonces es cuando se empiezan a escuchar los ruidos de sable para conjurar ese disparate.

En España actualmente se dan aspectos políticos sobradamente suficientes para dar no uno, sino varios golpes de estado si extrapolamos esta situación a tiempos no muy lejanos. El cuestionar la Constitución, o el pretender alterar la configuración de la política territorial de España, es suficiente motivo para sacar los tanques a la calle y parar todo acto anticonstitucional.

La democracia tiene estos terribles fallos: que es caldo de cultivo para todos aquellos que quieren conseguir sus propios beneficios ante la permisividad que les confiere el sistema. Que hoy en España campeen por sus respetos la calaña más despreciable del mundo haciendo aquí cuartel general para sus fechorías, es algo impensable en una dictadura de derechas; pero si posible en una democracia débil como la nuestra.

Otra de las tragedias de las democracias es que permite que algunas minorías se aprovechen de unas coyunturas que ella no ha sabido o querido prever. Que unas minorías por gracia de un sistema puedan chulear a las mayorías por lo llamado “bisagra”, es quizás el fallo democrático más grave del sistema. No son nada por si mismas, pero se permiten ladrar como perros de presa.

Entiendo que el anarquista y el delincuente prefieran vivir en el caos antes que en el orden, pero la persona que prefiere vivir en la disciplina y dentro de una leyes y normas, sin duda estos sistemas democráticos rayando en el caos, se sienta indefensos y temerosos.