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El nacionalista apañós resentido: un enfermo mental (III)
Enviado por el día 7 de Agosto de 2005 a las 10:43
Ciertamente que para una persona equilibrada, o con una suficiente higiene mental, el españoleitor no puede sino suscitar una gran conmiseración. Su rostro, trufado con boina - habitualmente a*jado, o*jeroso y marcado claramente por la ignorancia -, acusa cuánto agotamiento le provoca el constante esfuerzo que realiza por mantener viva su farsa; y su aspecto de*sgalichado, s*ucio y c*alorro evoca la fisonomía de una especie de z*ombi, que pone de manifiesto, además, un envejecimiento prematuro.
Esa es, sin duda, la consecuencia patente de tanto odio acumulado; y de su queja desgarradora frente al presunto maltrato que los catalanes han hecho recaer sobre Apaña.
El españoleitor deambula por la existencia sin mirar ni hablar de frente. Sin capacidad para ver ni encontrar bondad; y si la encuentra, simplemente huye de ella. Sólo simpatiza con lo f*eo y lo escabroso (como por ejemplo, las corridas de toros) ya que todo lo demás le significa recordar lo que interpreta como su propio fracaso (por ejemplo, le gustaría matar, no toros, sino catalanes y vascos…). Entiéndase en la família, en la profesión o en el trabajo mismo. No tiene voluntad de rectificación frente al error. Prefiere el camino más fácil: atribuir a terceros, los catalanes, la causa de sus desgracias, en vez de darse a la tarea de corregir el rumbo o intentar un nuevo derrotero. Sólo le mueve una potencialidad destructiva (violencia doméstica a destajo) que termina por surtir efecto en sí mismo. Puesto que el odio que destila contra la sociedad catalana, para él ¡tan perversa!, ¡tan injusta!; inevitablemente se expresará a través de formas autodestructivas de clara inspiración g*ilipollas.
Indudablemente que el nacionalismo resentido de los españoleitors es un fenómeno provocado por diversas causas. Pero, lo que en definitiva parece ser más evidente, es que éste tiene más relación con la personalidad del sujeto, que con el entorno en donde aquél vive.
Tal es la psicología del españoleitor: penosa por donde se mire. Por eso no sólo le ofende lo que quiere ver como grandes injustícias, sino que hasta las cosas más nimias; como por ejemplo: que Catalunya quiera ser una nación con Estado o que en Barcelona se celebre el Fòrum les resulta intolerable y reaccionan con burlas de todo tipo que no son más que un síntoma de su propia frustración.
En suma: si estas personas no se ponen en manos de un buen psicoterapeuta -lo que por cierto constituye una decisión estrictamente personal- nos queda sólo una esperanza: que la diñen rápido.
Esa es, sin duda, la consecuencia patente de tanto odio acumulado; y de su queja desgarradora frente al presunto maltrato que los catalanes han hecho recaer sobre Apaña.
El españoleitor deambula por la existencia sin mirar ni hablar de frente. Sin capacidad para ver ni encontrar bondad; y si la encuentra, simplemente huye de ella. Sólo simpatiza con lo f*eo y lo escabroso (como por ejemplo, las corridas de toros) ya que todo lo demás le significa recordar lo que interpreta como su propio fracaso (por ejemplo, le gustaría matar, no toros, sino catalanes y vascos…). Entiéndase en la família, en la profesión o en el trabajo mismo. No tiene voluntad de rectificación frente al error. Prefiere el camino más fácil: atribuir a terceros, los catalanes, la causa de sus desgracias, en vez de darse a la tarea de corregir el rumbo o intentar un nuevo derrotero. Sólo le mueve una potencialidad destructiva (violencia doméstica a destajo) que termina por surtir efecto en sí mismo. Puesto que el odio que destila contra la sociedad catalana, para él ¡tan perversa!, ¡tan injusta!; inevitablemente se expresará a través de formas autodestructivas de clara inspiración g*ilipollas.
Indudablemente que el nacionalismo resentido de los españoleitors es un fenómeno provocado por diversas causas. Pero, lo que en definitiva parece ser más evidente, es que éste tiene más relación con la personalidad del sujeto, que con el entorno en donde aquél vive.
Tal es la psicología del españoleitor: penosa por donde se mire. Por eso no sólo le ofende lo que quiere ver como grandes injustícias, sino que hasta las cosas más nimias; como por ejemplo: que Catalunya quiera ser una nación con Estado o que en Barcelona se celebre el Fòrum les resulta intolerable y reaccionan con burlas de todo tipo que no son más que un síntoma de su propia frustración.
En suma: si estas personas no se ponen en manos de un buen psicoterapeuta -lo que por cierto constituye una decisión estrictamente personal- nos queda sólo una esperanza: que la diñen rápido.
