España
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Floklore eclesial
Enviado por el día 9 de Agosto de 2005 a las 15:08
Con un buen exorcismo, todos los problemas venezolanos pueden quedar resueltos. Es lo que propone el cardenal Rosalio Castillo Lara para acabar con la maldad del presidente Hugo Chávez, que atribuye a poderes diabólicos. Nada de volver a los métodos expeditivos que han sido habituales en la América hispana para quitar un presidente y poner otro en su lugar.
Con espíritu de vendedor de detergentes, el cardenal propone un sistema más limpio y barato que el golpe de Estado, la asonada, el pronunciamiento, el motín, la insurrección y la patada en el trasero del que tiene la sartén por el mango. Ni siquiera haría falta poner a otro. Expulsado el Maligno, Chávez podría quedar convertido en un ángel.
Quedan descartados, pues, los cañonazos. Cuestan un ojo de la cara y no son ninguna garantía. Antes de asegurarse el juego de las urnas, él mismo Chávez puso en marcha la intentona golpista, pero le salió el tiro por la culata. El cardenal Castillo Lara ofrece ahora una fórmula barata e incruenta, para la que bastan una botella de agua bendita y los poderes mágicos de un rito que ahuyenta a Satán del cuerpo del poseído. Se trata de unas prácticas que estuvieron muy extendidas entre inquisidores y purificadores de la fe de hace tres o cuatro siglos.
No es un retorno a un pasado remoto, como algunos pueden afirmar con mala fe. Para que no se diga que la Iglesia es retrógrada, se podría programar la ceremonia exorcista en un canal televiso, comentada por algún experto de la línea del Papa Ratzinger. Con la participación del poseso, por descontado, que podría demostrar que practica el juego limpio. Sería el primer exorcismo televisado. La salida del demonio del cuerpo del general batiría todos los récords de audiencia.
Con espíritu de vendedor de detergentes, el cardenal propone un sistema más limpio y barato que el golpe de Estado, la asonada, el pronunciamiento, el motín, la insurrección y la patada en el trasero del que tiene la sartén por el mango. Ni siquiera haría falta poner a otro. Expulsado el Maligno, Chávez podría quedar convertido en un ángel.
Quedan descartados, pues, los cañonazos. Cuestan un ojo de la cara y no son ninguna garantía. Antes de asegurarse el juego de las urnas, él mismo Chávez puso en marcha la intentona golpista, pero le salió el tiro por la culata. El cardenal Castillo Lara ofrece ahora una fórmula barata e incruenta, para la que bastan una botella de agua bendita y los poderes mágicos de un rito que ahuyenta a Satán del cuerpo del poseído. Se trata de unas prácticas que estuvieron muy extendidas entre inquisidores y purificadores de la fe de hace tres o cuatro siglos.
No es un retorno a un pasado remoto, como algunos pueden afirmar con mala fe. Para que no se diga que la Iglesia es retrógrada, se podría programar la ceremonia exorcista en un canal televiso, comentada por algún experto de la línea del Papa Ratzinger. Con la participación del poseso, por descontado, que podría demostrar que practica el juego limpio. Sería el primer exorcismo televisado. La salida del demonio del cuerpo del general batiría todos los récords de audiencia.