liberalismo.org
Portada » Foros » España » LAS ELECCIONES Y LA EXPRESIÓN SIN REPRESENTACIÓN - 15 marzo 2004

España

Estos foros están cerrados. Podéis debatir en Red Liberal.

LAS ELECCIONES Y LA EXPRESIÓN SIN REPRESENTACIÓN - 15 marzo 2004
Enviado por el día 17 de Marzo de 2004 a las 14:12
http://acp.sindominio.net/
La chispa que incendia la pradera

El resultado electoral de hoy es impensable hace una semana, ni siquiera era concebible hace unos pocos días, cuando el golpe de estado mediático del gobierno intentaba fundir a la sociedad civil con el Estado, proscribir la política, vaciar de todo contenido sustantivo la palabra democracia, anular toda crítica, ahogar las dudas, estrangular el debate público, paralizarnos de miedo. Sin duda, ha sido el chisporrotazo que encendió la presencia desafiante de la gente en la calle el que ha cortocircuitado al Partido Popular. De alguna manera, las cacerolas han vuelto a derribar a un gobierno. Eso es lo que a partir de ahora se intentará ocultar en los medios de comunicación y los circunloquios de los gobernantes: la gente no ha votado al PSOE, sino contra el Partido Popular. Es un voto puramente negativo, a pesar de que algunos crean que ahora se trata de vigilar que el PSOE guarde sus esencias socialistas y obreras (¡!).

El PSOE se ha beneficiado de la enorme cobardía de Izquierda Unida (sobre todo) durante estos últimos días. "Total" —ha parecido pensar mucha gente—, si Llamazares desfila junto a Aznar y Berlusconi por la unidad de todos los demócratas, en lugar de colocarse junto a la sociedad civil que pedía ya en la manifestación convocada por el mismo gobierno verdad e información, no manipulación, qué más da votar a uno o a otro, voto útil, pues". Entre el original y la copia, la gente ha preferido el original. La comparecencia de Llamazares después de las elecciones ha sido lamentable: cero autocrítica. Izquierda Unida hizo poco o nada para sabotear los mecanismos que se habían puesto en marcha con el fin de convertir la multiplicidad social en una masa temerosa y obediente que delega su palabra y su expresión en el soberano. Y en consecuencia, la gente que se negaba a interiorizar esa identificación con el gobierno ha pasado olímpicamente de Izquierda Unida. La interpelación de IU al voto de quienes dicen "no a la guerra" ha caído como el agua sobre la espalda de un pato en la gente que se autoconvocó ayer de forma inaudita frente a las sedes de Partido Popular. Pero los malos siempre son los demás: Felipe González que convenció a todo el mundo de la necesidad del voto útil, etc. No moverse de la foto de los poderosos no le asegura a uno encontrar un lugar cada vez más grande en esa foto. Exactamente lo contrario le ha ocurrido a Esquerra Republicana, que se ha mantenido firme a pesar del chaparrón mediático y ha encontrado recompensa por ello en estas elecciones.

¿Significa la victoria del PSOE una "vuelta a la normalidad", un abandono de la tensión crítica de estos últimos días, el replegamiento de la gente en la calle a meras funciones de vigilancia democrática de nuestros gobernantes? Depende de nosotros que no sea así y muchos indicios apuntan a que la resistencia y plasticidad del grito no es pequeña. En todo caso, un primer momento para decirlo alto y claro es la manifestación global del 20 de marzo. Como se afirmaba, los movimientos no son de ningún modo meros "grupos de presión" al servicio de la izquierda política, ni una especie de electroestimulador cardiaco para burocracias y funcionarios sin imaginación. Su cualidad más importante es la mezcla de hegemonía cultural y autonomía. La hegemonía en los imaginarios es lo que decidió la multiplicación repentina e insólita del gesto de desafío de la gente en la calle, agrietando el estado de sitio mediático decretado por el gobierno. La autonomía es la crisis de la vieja política, basada en la representación de sujetos mudos, obedientes e iguales entre sí, la centralidad de la toma de la palabra de masas, la expresión y la iniciativa.

Hay que analizar pacientemente lo sucedido durante estos días memorables, pero algunas ideas ya nos asaltan a la cabeza (de nuevo, en muchos casos): las modernas formas del golpe de Estado, basadas en la producción y gestión de la comunicación y el miedo, sus debilidades, basadas en la reapropiación colectiva de los flujos comunicativos (internet, SMS, boca a boca en tiempo real), la existencia de una radicalidad latente en el común de los mortales que las estructuras organizadas ni saben interpretar ni (mucho menos) expresar, la pobreza infinita de las viejas formas de hacer política, el ridículo de los significantes clásicos de la izquierda tradicional, el poder disolvente de una sociedad civil que le está cogiendo gusto a las manifestaciones espontáneas y a la expresión sin representación, la persistencia difusa del espíritu del 15 de febrero, que absolutamente todo el mundo daba por enterrado (cuando la verdad es que viajaba por los subterráneos de la materia social), etc. A partir de ahí se pueden pensar los desafíos de una acción política instituyente a la altura de los tiempos que corren, lo demás es llanto y crujir de dientes.

Colectivo Editorial Indymedia Madrid