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Falsa objetividad
Enviado por el día 2 de Abril de 2004 a las 03:20
Falsa objetividad
Thomas Sowell
La British Broadcasting Corporation (BBC) sigue hacienda el ridículo al dictar órdenes de que sus reporteros no deben referirse a Saddam Hussein como un ex-dictador. Aparentemente, usar la palabra "dictador" comprometería la neutralidad de la BBC y cuestionaría su objetividad.
Infortunadamente, la BBC no está sola. Gran parte de la gran prensa americana llama a los terroristas "militantes" o "insurgentes." A los motines se les llama "demostraciones."
Mientras se izaban banderas americanas en todo el país a raíz de los ataques del 11 de septiembre del 2001, algunas grandes cadenas llegaron inclusive a prohibir el uso de banderitas americanas en las solapas de los periodistas de la TV, con la notable excepción de Fox News.
Lo que hace de toda esta lucha por la neutralidad sea algo más que una estúpida moda, es que revela una seria confusión entre neutralidad y objetividad. Semejantes poses verbales han visto su peor expresión en algunos de los medios de comunicación más prejuiciados del mundo, como la BBC, por ejemplo.
Durante la II Guerra Mundial, el legendario periodista Edward R. Murrow nunca pretendió ser neutral entre los Nazis y los Aliados. Y, sin embargo, hoy sería muy difícil encontrar en la prensa alguien parecido a Ed Murrow en estatura e integridad.
La honestidad no necesita de poses. En realidad, las dos cosas son incompatibles. La objetividad tampoco requiere neutralidad.
La Medicina no es menos científicamente objetiva porque esté completamente a favor de la gente y en contra de las bacterias. Los investigadores médicos estudian las células cancerosas con completa objetiva para descubrir la realidad de esas células, independientemente de cualquier idea preconcebida. Pero lo están hacienda precisamente para destruir esas células cancerosas y, de ser posible, para evitar su existencia.
La objetividad se refiere a una búsqueda honesta de la verdad, independientemente de lo que esa verdad pueda ser y de las implicaciones que tenga. La neutralidad se refiere a un "balance" preconcebido que subordina la verdad a esta preconcepción.
Los periodistas que reportaron los horrores de los campos de concentración Nazis no estaban violando los cánones de la objetividad por no usar un lenguaje neutral y no llamar a esos lugres “albergues’’ y a sus administradores “anfitriones.
Por haber usado el término de "dictador" para describir a Hitler los periodistas de la II Guerra Mundial no cumplían los supuestos altos estándares de la prensa de hoy. Pero ¿qué queda del famoso “derecho del público a saber” cuando las palabras se usan para filtrar hechos esenciales?
Durante la Guerra Fría, la confusión entre objetividad y neutralidad llevó a muchos periodistas a tratar de equilibrar las críticas que se hacían de la Unión Soviética con ásperas críticas de Estados Unidos. En los círculos de la gran prensa “liberal” una frase como “el mundo libre” era desdeñada porque violaba esta neutralidad verbal.
Periodistas sofisticados se referían al “llamado mundo libre.” Mientras tanto, durante décadas, en países de todo el mundo, millones de seres humanos ordinarios rompían los vínculos personales de toda una vida, dejaban atrás sus posesiones terrenales y corrían desesperados riesgos con sus vidas y con las de sus hijos para tratar de escapar hacia “el llamado mundo libre.”
Una de esas banales frases de la gran prensa “liberal” es que “la verdad está en alguna parte del medio.” Quizás sí, quizás no. Uno solo puede saber donde está cuando la ha encontrado.
Durante años, hubo gente que negaba que hubiera habido hambruna en la Unión Soviética durante los años 30, mientras tanto, otros decían que en esa hambruna habían muerto millones de personas. ¿Acaso la verdad estaba en el medio?
El principal académico que afirmó que millones habían muerto en la hambruna organizada deliberadamente por Stalin fue Robert Conquest, de la Hoover Institution, frecuentemente descrita en la prensa como una organización intelectual de derecha. Cuando Mijail Gorbachov finalmente abrió los archivos oficiales en los últimos días de la Unión Soviética, resultó que habían muerto más personas que las que Conquest había estimado.
La verdad está donde uno la encuentra. Y uno no la encuentra con un “balance” preconcebido, expresado en palabras anémicas e hipócritas.
Thomas Sowell
La British Broadcasting Corporation (BBC) sigue hacienda el ridículo al dictar órdenes de que sus reporteros no deben referirse a Saddam Hussein como un ex-dictador. Aparentemente, usar la palabra "dictador" comprometería la neutralidad de la BBC y cuestionaría su objetividad.
Infortunadamente, la BBC no está sola. Gran parte de la gran prensa americana llama a los terroristas "militantes" o "insurgentes." A los motines se les llama "demostraciones."
Mientras se izaban banderas americanas en todo el país a raíz de los ataques del 11 de septiembre del 2001, algunas grandes cadenas llegaron inclusive a prohibir el uso de banderitas americanas en las solapas de los periodistas de la TV, con la notable excepción de Fox News.
Lo que hace de toda esta lucha por la neutralidad sea algo más que una estúpida moda, es que revela una seria confusión entre neutralidad y objetividad. Semejantes poses verbales han visto su peor expresión en algunos de los medios de comunicación más prejuiciados del mundo, como la BBC, por ejemplo.
Durante la II Guerra Mundial, el legendario periodista Edward R. Murrow nunca pretendió ser neutral entre los Nazis y los Aliados. Y, sin embargo, hoy sería muy difícil encontrar en la prensa alguien parecido a Ed Murrow en estatura e integridad.
La honestidad no necesita de poses. En realidad, las dos cosas son incompatibles. La objetividad tampoco requiere neutralidad.
La Medicina no es menos científicamente objetiva porque esté completamente a favor de la gente y en contra de las bacterias. Los investigadores médicos estudian las células cancerosas con completa objetiva para descubrir la realidad de esas células, independientemente de cualquier idea preconcebida. Pero lo están hacienda precisamente para destruir esas células cancerosas y, de ser posible, para evitar su existencia.
La objetividad se refiere a una búsqueda honesta de la verdad, independientemente de lo que esa verdad pueda ser y de las implicaciones que tenga. La neutralidad se refiere a un "balance" preconcebido que subordina la verdad a esta preconcepción.
Los periodistas que reportaron los horrores de los campos de concentración Nazis no estaban violando los cánones de la objetividad por no usar un lenguaje neutral y no llamar a esos lugres “albergues’’ y a sus administradores “anfitriones.
Por haber usado el término de "dictador" para describir a Hitler los periodistas de la II Guerra Mundial no cumplían los supuestos altos estándares de la prensa de hoy. Pero ¿qué queda del famoso “derecho del público a saber” cuando las palabras se usan para filtrar hechos esenciales?
Durante la Guerra Fría, la confusión entre objetividad y neutralidad llevó a muchos periodistas a tratar de equilibrar las críticas que se hacían de la Unión Soviética con ásperas críticas de Estados Unidos. En los círculos de la gran prensa “liberal” una frase como “el mundo libre” era desdeñada porque violaba esta neutralidad verbal.
Periodistas sofisticados se referían al “llamado mundo libre.” Mientras tanto, durante décadas, en países de todo el mundo, millones de seres humanos ordinarios rompían los vínculos personales de toda una vida, dejaban atrás sus posesiones terrenales y corrían desesperados riesgos con sus vidas y con las de sus hijos para tratar de escapar hacia “el llamado mundo libre.”
Una de esas banales frases de la gran prensa “liberal” es que “la verdad está en alguna parte del medio.” Quizás sí, quizás no. Uno solo puede saber donde está cuando la ha encontrado.
Durante años, hubo gente que negaba que hubiera habido hambruna en la Unión Soviética durante los años 30, mientras tanto, otros decían que en esa hambruna habían muerto millones de personas. ¿Acaso la verdad estaba en el medio?
El principal académico que afirmó que millones habían muerto en la hambruna organizada deliberadamente por Stalin fue Robert Conquest, de la Hoover Institution, frecuentemente descrita en la prensa como una organización intelectual de derecha. Cuando Mijail Gorbachov finalmente abrió los archivos oficiales en los últimos días de la Unión Soviética, resultó que habían muerto más personas que las que Conquest había estimado.
La verdad está donde uno la encuentra. Y uno no la encuentra con un “balance” preconcebido, expresado en palabras anémicas e hipócritas.
