España

Las razones de un catalán coherente

Acabo de regresar de Cataluña en una visita relámpago. Tenía que hacer unas gestiones en Barcelona, Hospitalet y una localidad preciosa llamada Llica d’Amunt mi amigo y colega Nicolás, y me invitó para que el viaje en coche se le hiciera más ameno.

Observar el ambiente general de Cataluña es notar la presencia de una gran labor realizada. Se da uno cuenta que los deseos de independencia de muchos catalanes no son vanos ni injustificados. Otra cosa es que políticamente o por razones de otra índole no proceda la segregación; pero que un catalán se sienta orgulloso de su tierra y desee autogobernarse sin tener que rendir cuentas a nadie, aunque no lo comparto por mis razones, si comprendo perfectamente su deseo secesionista.

La solidaridad es la base fundamental para que las distintas familias o razas que componen un pueblo o sociedad configuradas como nación se desarrollen y viajen juntas hacia el progreso; que el hermano más fuerte ayude al más débil para que éste pueda conseguir ponerse a la altura de él. Pero los agravios comparativos son terriblemente destructivos; ya que si el que pone los medios en detrimento de sus intereses no sirven para conseguir proyectos claros del que los recibe en un plazo determinado, comprendo que no siga apoyando esas causas por muy hermanas que sean.

Si Cataluña tiene un gran déficit en sanidad como al parecer lo tiene, también comprendo que su prioridad sea la de cancelarlo antes de mantenerlo o aumentarlo y que busque las formas de conseguirlo; pero este tema podría solucionarlo sin detrimento de los demás, simplemente negociando con el gobierno central las formas.

Creo que el independentista catalán desea su separación de España por autosuficiencia. Se ve con el poder de asumir su propio destino sin depender de otros pueblos a los que considera obstáculos o rémoras para su andadura, y que sin renunciar a unas relaciones con los mismos por razones de otros lazos, si quiere desprenderse de los que le obligan a compromisos que según ellos la someten a actos de los que ella no tiene porque asumir.

Por otra parte, porque todos los conflictos irremisiblemente tienen dos partes, España considera a Cataluña como una parte integradora de ella; y justa para unos e injusta para otros, la realidad es esta. Por lo que comprendo también al español que les niegue sus deseos de independencia porque también ellos se considerarían agraviados. Aquí podría ser el inicio de la debacle que se puede producir en una de la naciones decanas en el mundo, y eso debemos todos los españoles impedirlo. ¡Catalanes incluidos, naturalmente!