España

Por qué se es independentista

No seré yo el osado que vaya a sentar aquí cátedra sobre las verdaderas razones que motivan al independentista para desligarse de lo que le tiene atado, pero no es muy difícil suponerlas.

Lo primero que hay buscar de donde parte el génesis del sentimiento del independentista, puesto que las procedencias pueden ser muy diversas, aunque generalmente todas suelen partir de los ancestros de un pueblo que se transmiten por los genes.

Las raíces y el entorno son fundamentales para la genética del separatismo cuando éste proviene de un sentimiento patrio; es decir, del amor a la tierra que te vio nacer. Crecer entre las costumbres, hábitos, tradiciones y usanzas de un pueblo evidentemente dejan una huella indeleble en el alma que siempre vivirá en la persona. Si este pueblo ha sido invadido y sometido por otras culturas técnicamente superiores y con ánimos colonizadores, y este sometimiento ha servido para el progreso y desarrollo del invadido, será aceptada esa invasión como positiva y se adoptarán las nuevas corrientes quedando las autóctonas relegadas a la memoria o a la historia.

El independentismo por rebelión es otra forma de manifestación del mismo. Este tipo de independencia se da por naturaleza en el ser humano y parte desde el núcleo familiar. La disconformidad con lo establecido se da desde la pubertad, los deseos de separación de los padres ha sido una constante en el hombre; el poder decidir por uno mismo, sin trabas ni imposiciones es una ley natural que todo ser humano desea, pero sin el rompimiento de los lazos que deben siempre unirles al núcleo, por lo que ese separatismo nunca romperá el sentido de la unidad. Lo triste se da cuando ese separatismo destroza todos los nexos de unión y el átomo queda desintegrado.

Si fueran motivos suficientes los sentimientos que da el terruño para exigir la independencia del que le gobierna; sin duda hoy España estaría dividida en cientos de aldeas-estados; las luchas tribales serían continuas y volveríamos a la prehistoria.

El sentido de unidad es el que hace posible el progreso de un pueblo. El trabajo en equipo es tan necesario que hoy nadie se plantea hacer el progreso por su cuenta. Sólo a un insensato o a un iluminado se le ocurriría semejante barbaridad.

Hoy los movimientos separatistas en sociedades multiculturales desarrolladas sólo pueden obedecer a deseos poco altruistas, a egoísmos particulares, o a sentimientos rancios. Europa no se debe fragmentar más; si el fin de ella es la unión de objetivos sin menoscabar los sentimientos de nadie para hacer frente a los problemas de un mundo cada vez más atomizado y competitivo, las separaciones son tumores que sólo traerán problemas y perjuicios a la Comunidad Europea.