España

Por qué molesta la COPE.

Si existe una persona que sentencie inapelablemente como dogmas de fe sus pensamientos, permítame que le llame mentecato, porque sectario y fanático ya se da por hecho que lo es.

Estos que no admiten nada más que sus pensamientos como conductas sociales, y los demás son pensamientos a los que hay que silenciar porque molestan, en dictaduras ¡desde luego! si que son inapelables y a tragar con las imposiciones de los intransigentes, ¡Pero leches, señores! que vivimos en un estado de derecho donde se supone que tienen cabida todas las ideas. Ahí están los separatistas, comunistas y panegiristas del terrorismo.

Las Constitución que se está poniendo por algunos en tela de juicio su valor después de 28 años, son las que deben determinar las conductas de todos, pero nunca la voluntad de unos. Y eso es lo que parece que pasa hoy en España; por lo visto la conducta de más de diez millones de españoles que defienden las leyes, son los que las infringen. ¡Esto si que es bueno!

La cadena Cope no hace nada más que defender los preceptos de la Constitución; exactamente igual que todo aquel que se sienta español y que no quiere la disgregación de su patria, y ¡naturalmente! aquellos que desean todo lo contrario y que detentan el poder por lo que todos sabemos, al que se opongan a sus designios hay que eliminar.

Por eso quieren callar la Cope en Cataluña. Hay que ser muy despreciable para llegar a esos extremos. Al inteligente indomable a nuestros mandamientos, hay que defenestrarle, ¡a los leones con él! ¡Lamentable señores demócratas, lamentable!. La calaña del que así actúa es sencillamente asquerosa e indigna, propia de aquellos parciales que sus estrechas y babosas molleras no pueden asumir que alguien les diga lo repugnante de sus acciones.

Como dijo el señor Peces Barbas, hoy el pecador, el malo es aquel que siente amor a España y sus valores; el bueno es aquel que quiere acabar con todo lo establecido, con todos los valores tradicionales, con la unidad y con la solidaridad. Hay que destrozarla, pulverizarla, que no queda nada de ella.

Que diga el ministro Montilla que la Cope incita al odio porque defiende los conceptos que él no defiende, es sencillamente repugnante. Pero que Maragall diga que, o se aprueba sus estatuto o el drama está servido, por lo visto esto es decir una verdad que debemos aceptar por huevos.

Esto es inadmisible para cualquier persona que tenga un mínimo de dignidad.