España
Estos foros están cerrados. Podéis debatir en Red Liberal.
Dilogar, dialogar, dialogar... Pero nadie da soluciones.
Enviado por el día 4 de Noviembre de 2005 a las 07:00
Dialogar, dialogar, dialogar...Pero nadie da soluciones.
No hay cosa más ambigua que decir que hay que dialogar para solucionar los problemas; es como decir a uno que se encuentra enfermo que vaya al médico. ¡Toma! eso ya la sabemos decir todos, hasta el tonto de mi pueblo, pero la solución de los problemas radica en lo que se dialoga, y en los acuerdos a lo que se llegan. Muchos diálogos han pasado a discusiones y han terminado en hostias.
¡Qué fácil es para algunos decir hay que dialogar! Y se quedan más anchos que altos. Han dado la solución a los problemas. ¡Pobres gilipollas! La solución de lo problemas no se hallan en el diálogo, ¡necios! Yo voy a deciros donde se encuentran.
Entre otras acepciones; diálogo es la discusión o trato en busca de una avenencia. Así lo define la RAE, pero ésta no dice que clase de avenencia. Si una de las partes consiente y cede a la otra todas sus reivindicaciones, evidentemente que hay avenencia. Precisamente esto es lo que buscan la mayoría de los dialogantes: conseguir sus prebendas a costa de la otra parte.
Los que defiende a ultranza posiciones que considera irrenunciables, a los ojos de aquellos que desean conseguir la cesión de las mismas, son unos intransigentes testarudos, pero si consienten fácilmente a las peticiones de los demás son unos pardillos a los que se les convence con un chupa-chups.
Todo se puede dialogar en tanto en cuanto ambas partes tengan el interés y la voluntad de hacerlo. El cisma se crea cuando una parte solicita la concesión de algo irrenunciable para la otra. En estos casos el diálogo se convierte en un diálogo de besugos, no ha lugar. Por lo que la parte demandante a de recurrir a otras vías para lograr sus deseos.
Hay una figura muy típica de dialogante, el que proclama que hay que dialogar todo con sonrisitas y buen talante, pero luego por tus adentros hace los que le sale de “las bolas”. Éste ante los ojos de muchos es el prototipo de persona dúctil y abierto a los problemas de los demás, pero lo que está haciendo en crear más problemas. La política de “paños calientes” nunca soluciona los problemas de una forma determinante.
Otra figura de dialogante, es la que deja los términos muy claros y que no admiten dudas. Para muchos, éste es el intransigente y el testarudo porque no se aviene a lo que los otros buscan.
La fuerza y el poder si duda es un factor que determinan las soluciones del diálogo. Todos han oído la frase de: “la parte del león”. Estos admiten con talante dialogar con todos y por todo, pero la solución será como dije antes, la que le salga de “sus esferas”.
En el año en curso: 2005 se ha dialogado sobre dos temas idénticos: la concesión de los estatutos de dos comunidades con resultados distintos. Uno rechazado a trámite y otro admitido.
¿Hace falta explicar que los que dicen que hay que dialogar, lo que están diciendo es que quieren conseguir sus deseos aun en detrimento de los de la parte contraria? ¿O sois tontitos?
No hay cosa más ambigua que decir que hay que dialogar para solucionar los problemas; es como decir a uno que se encuentra enfermo que vaya al médico. ¡Toma! eso ya la sabemos decir todos, hasta el tonto de mi pueblo, pero la solución de los problemas radica en lo que se dialoga, y en los acuerdos a lo que se llegan. Muchos diálogos han pasado a discusiones y han terminado en hostias.
¡Qué fácil es para algunos decir hay que dialogar! Y se quedan más anchos que altos. Han dado la solución a los problemas. ¡Pobres gilipollas! La solución de lo problemas no se hallan en el diálogo, ¡necios! Yo voy a deciros donde se encuentran.
Entre otras acepciones; diálogo es la discusión o trato en busca de una avenencia. Así lo define la RAE, pero ésta no dice que clase de avenencia. Si una de las partes consiente y cede a la otra todas sus reivindicaciones, evidentemente que hay avenencia. Precisamente esto es lo que buscan la mayoría de los dialogantes: conseguir sus prebendas a costa de la otra parte.
Los que defiende a ultranza posiciones que considera irrenunciables, a los ojos de aquellos que desean conseguir la cesión de las mismas, son unos intransigentes testarudos, pero si consienten fácilmente a las peticiones de los demás son unos pardillos a los que se les convence con un chupa-chups.
Todo se puede dialogar en tanto en cuanto ambas partes tengan el interés y la voluntad de hacerlo. El cisma se crea cuando una parte solicita la concesión de algo irrenunciable para la otra. En estos casos el diálogo se convierte en un diálogo de besugos, no ha lugar. Por lo que la parte demandante a de recurrir a otras vías para lograr sus deseos.
Hay una figura muy típica de dialogante, el que proclama que hay que dialogar todo con sonrisitas y buen talante, pero luego por tus adentros hace los que le sale de “las bolas”. Éste ante los ojos de muchos es el prototipo de persona dúctil y abierto a los problemas de los demás, pero lo que está haciendo en crear más problemas. La política de “paños calientes” nunca soluciona los problemas de una forma determinante.
Otra figura de dialogante, es la que deja los términos muy claros y que no admiten dudas. Para muchos, éste es el intransigente y el testarudo porque no se aviene a lo que los otros buscan.
La fuerza y el poder si duda es un factor que determinan las soluciones del diálogo. Todos han oído la frase de: “la parte del león”. Estos admiten con talante dialogar con todos y por todo, pero la solución será como dije antes, la que le salga de “sus esferas”.
En el año en curso: 2005 se ha dialogado sobre dos temas idénticos: la concesión de los estatutos de dos comunidades con resultados distintos. Uno rechazado a trámite y otro admitido.
¿Hace falta explicar que los que dicen que hay que dialogar, lo que están diciendo es que quieren conseguir sus deseos aun en detrimento de los de la parte contraria? ¿O sois tontitos?
