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La triste y penosa realidad de Zapatero
Enviado por el día 14 de Noviembre de 2005 a las 08:41
La triste y penosa realidad de Zapatero.
Juro por mi honor que no me mueve hacia D. José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español ningún sentimiento innoble, pero si una profunda decepción hacia un partido tan histórico como el PSOE por no haber sido capaz de prever las incongruencias a las que iba a incurrir el candidato que eligieron para presidente de la nación.
El señor Zapatero adviene al poder con un historial profesional que se puede escribir en un papel de fumar y sobra espacio. Y con esto no pretendo demostrar nada negativo hacia esa persona, sólo pretendo decir, que para ocupar el más alto cargo político de un país se le supone al pretendiente un alto bagaje de contenido intelectual y profesional.
D. José Luis Rodríguez se limitó en los cuatro años que fue oposición del PP a aprovecharse de las situaciones a que este partido fue sometido por los infortunios. A manera del más experto ventajista o trilero hizo toda la “leña” que pudo del árbol caído, como si él estuviera a salvo de los mismas tribulaciones. “El hoy por ti y mañana por mi” no funcionó en el señor Zapatero. Había que llegar a La Moncloa aunque fuera “pisando cadáveres”.
Es cierto que el apoyo de Aznar a la guerra de Iraq fue un rechazo popular, pero también es cierto que el rechazo fue a los EE.UU. no a esa guerra en si, ya que en aquel tiempo se estaban dando guerras, guerritas y guerrillas en otras latitudes del mundo y ningún caricato dijo: NO A LAS OTRAS GUERRAS.
D. José Luis R. Zapatero ha cometido un tremendo error que en democracia no se perdona: repudiar los sentimientos de DIEZ millones de personas y aceptar los caprichos de unos pocos millones. Y esto no se puede sostener. En otra situación, el señor ZP hubiera sido desalojado de su sillón violentamente; hoy afortunadamente el Pueblo Español está dando un ejemplo de estoicismo y espera que el Estado de Derecho y la Carta Magna por la que se rige acabe con las incoherencias de este “iluminado”.
A las ofensas que ha incurrido el señor Rodríguez con estamentos y otras esferas políticas y religiosas de la sociedad española y foráneas son intolerables e indignas del gobernante de un país moderno. Ha superpuesto sus razones privadas y particulares sobre las razones de millones de personas, y esto se paga, don José Luis. Hay que gobernar mirando a la cara de todos los españoles. Y si necesita usted lamentarse de embarazos producidos en el pasado, laméntese en el “Convento de Los Paúles”, pero no en la sociedad.
Juro por mi honor que no me mueve hacia D. José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español ningún sentimiento innoble, pero si una profunda decepción hacia un partido tan histórico como el PSOE por no haber sido capaz de prever las incongruencias a las que iba a incurrir el candidato que eligieron para presidente de la nación.
El señor Zapatero adviene al poder con un historial profesional que se puede escribir en un papel de fumar y sobra espacio. Y con esto no pretendo demostrar nada negativo hacia esa persona, sólo pretendo decir, que para ocupar el más alto cargo político de un país se le supone al pretendiente un alto bagaje de contenido intelectual y profesional.
D. José Luis Rodríguez se limitó en los cuatro años que fue oposición del PP a aprovecharse de las situaciones a que este partido fue sometido por los infortunios. A manera del más experto ventajista o trilero hizo toda la “leña” que pudo del árbol caído, como si él estuviera a salvo de los mismas tribulaciones. “El hoy por ti y mañana por mi” no funcionó en el señor Zapatero. Había que llegar a La Moncloa aunque fuera “pisando cadáveres”.
Es cierto que el apoyo de Aznar a la guerra de Iraq fue un rechazo popular, pero también es cierto que el rechazo fue a los EE.UU. no a esa guerra en si, ya que en aquel tiempo se estaban dando guerras, guerritas y guerrillas en otras latitudes del mundo y ningún caricato dijo: NO A LAS OTRAS GUERRAS.
D. José Luis R. Zapatero ha cometido un tremendo error que en democracia no se perdona: repudiar los sentimientos de DIEZ millones de personas y aceptar los caprichos de unos pocos millones. Y esto no se puede sostener. En otra situación, el señor ZP hubiera sido desalojado de su sillón violentamente; hoy afortunadamente el Pueblo Español está dando un ejemplo de estoicismo y espera que el Estado de Derecho y la Carta Magna por la que se rige acabe con las incoherencias de este “iluminado”.
A las ofensas que ha incurrido el señor Rodríguez con estamentos y otras esferas políticas y religiosas de la sociedad española y foráneas son intolerables e indignas del gobernante de un país moderno. Ha superpuesto sus razones privadas y particulares sobre las razones de millones de personas, y esto se paga, don José Luis. Hay que gobernar mirando a la cara de todos los españoles. Y si necesita usted lamentarse de embarazos producidos en el pasado, laméntese en el “Convento de Los Paúles”, pero no en la sociedad.
