España
Estos foros están cerrados. Podéis debatir en Red Liberal.
El resentimiento de los perdedores
Enviado por el día 19 de Noviembre de 2005 a las 21:41
El resentimiento de los perdedores.
Aunque dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, cuando esa espera es para satisfacer la dicha de una venganza, nos encontramos ante la miseria más grande de los sentimientos: el resentimiento.
Que un presidente del gobierno de un país desarrollado y ocupando los puestos de cabeza en el mundo intente con sus acciones volver a la España obscura y profunda de Puerto Urraco, es algo tan inaudito e insólito que la inmensa mayoría de los ciudadanos ajenos a pasados odiosos no pueden comprender tales conductas.
Que se levanten al cabo de setenta años voces de mentes retorcidas clamando que se les pida perdón por unos hechos que les hicieron a sus abuelos los ascendientes de los otros abuelos, es algo tan demencial que no hay mente sana capaz de entenderles. Es la expresión de odio en su máxima potencia.
Sólo le han bastado a don José Luis Rodríguez Zapatero 20 meses para romper la frágil urna de cristal que encerraba los recuerdos de un pasado que todos quieren olvidar. Este hombre que prometió gobernar para todos los españoles, lo que está haciendo es satisfacer las ansias de venganza de aquellos que han heredado el odio y el aborrecimiento acumulado en la alcancía de los entresijos de los que han esperado setenta años para explosionar sus terribles deseos de revanchas.
España está crispada, enajenada. La aversión, la hostilidad, el aborrecimiento y la ojeriza de las dos Españas otra vez vuelve a la palestra.
¿Qué tenemos que hacer los que tuvimos la desgracia de nacer de padres que salieron airosos de aquel desastre del 36?
Si mi mejilla sirve para satisfacer las iras de alguno, la pongo a su disposición, y si algún nieto de aquellos que tuvieron la suerte de no salir de aquello no puede vivir hoy todavía porque le corroe la venganza que le reclama su abuelo desde ultratumba, le pido perdón y le deseo que viva en paz y tranquilidad el resto de vida que le quede.
Aunque dicen que nunca es tarde si la dicha es buena, cuando esa espera es para satisfacer la dicha de una venganza, nos encontramos ante la miseria más grande de los sentimientos: el resentimiento.
Que un presidente del gobierno de un país desarrollado y ocupando los puestos de cabeza en el mundo intente con sus acciones volver a la España obscura y profunda de Puerto Urraco, es algo tan inaudito e insólito que la inmensa mayoría de los ciudadanos ajenos a pasados odiosos no pueden comprender tales conductas.
Que se levanten al cabo de setenta años voces de mentes retorcidas clamando que se les pida perdón por unos hechos que les hicieron a sus abuelos los ascendientes de los otros abuelos, es algo tan demencial que no hay mente sana capaz de entenderles. Es la expresión de odio en su máxima potencia.
Sólo le han bastado a don José Luis Rodríguez Zapatero 20 meses para romper la frágil urna de cristal que encerraba los recuerdos de un pasado que todos quieren olvidar. Este hombre que prometió gobernar para todos los españoles, lo que está haciendo es satisfacer las ansias de venganza de aquellos que han heredado el odio y el aborrecimiento acumulado en la alcancía de los entresijos de los que han esperado setenta años para explosionar sus terribles deseos de revanchas.
España está crispada, enajenada. La aversión, la hostilidad, el aborrecimiento y la ojeriza de las dos Españas otra vez vuelve a la palestra.
¿Qué tenemos que hacer los que tuvimos la desgracia de nacer de padres que salieron airosos de aquel desastre del 36?
Si mi mejilla sirve para satisfacer las iras de alguno, la pongo a su disposición, y si algún nieto de aquellos que tuvieron la suerte de no salir de aquello no puede vivir hoy todavía porque le corroe la venganza que le reclama su abuelo desde ultratumba, le pido perdón y le deseo que viva en paz y tranquilidad el resto de vida que le quede.