España

A los que quieren cambiar el mundo

Escucho con bastante frecuencia a unos, que con más aspecto de indoctos que de intelectuales, dicen que quieren cambiar el mundo. A mi, de verdad que cuando les escucho decir esta frase henchidos de sabiduría proclamar a la rosa de los vientos que ellos son los que nos salvarán del caos; pero que corren delante de la policía, queman vehículos, rompen farolas y llevan la piel perforada de piercing, me entra cagalera el sólo pensar que los destinos del mundo podrían ser regidos por éstos.
Tenía un vecino, digo tenía porque el pobre murió de una sobredosis; que frecuentaba el ambiente punk de Madrid; (esos que se pintan el pelo y se lo cortan a estilo indio), que decía que luchaba por un mundo mejor. Al preguntarle que cual es ese mundo mejor del que me habla, sólo supo responderme.
-Un mundo en donde no existan las injusticias.
-¿Y cual son esas injusticias?
El hombre como no daba para más, se le ocurrió decirme seguramente porque creyó que su silencio delataría su estupidez más que sus palabras.
-Esas que vemos todos los días en la tele.
Debo reconocer que me ensañé con el pobre chaval. Calculo que tendría a la sazón unos 20 años. Hice como que estaba muy interesado por sus proyectos y le animé a que se solazara con sus teorías al encontrar en mi un profundo admirador de sus movimientos revolucionarios.
-Tienes mucha razón. Le dije con el más teatrero convencimiento. –Lo que todos los días vemos en la tele es repugnante, hasta se me quitan las ganas de comer muchas veces.
El chaval se sintió muy ufano al entender que un señor que casi le triplicaba la edad se interesaba por sus corriente ideológicas, por lo que me espetó muy decidido.
-¡Pues únete a nosotros, y lucha por llevar la justicia al mundo!
-Pero yo... Le dije fingiendo duda. –No tengo estudios superiores ni preparación intelectual para afrontar situaciones de esa naturaleza. ¿Tú a que te dedicas? Le pregunté como con curiosidad.
-Yo a nada, vivo de lo que les “mango” a los viejos. Además...
Aquí si que se cayeron dos lagrimones al suelo que hicieron dos charcos en el asfalto.
-...Además si “curras” eres un adocenado y no sirves para la filosofía.
-¿Un qué...?
-¡Coño vecino! ¿es que no sabes lo que es un adocenado?
-¡Bueno! Seguí en mi simulación. –Algo de docena, ¿no?
-Que si “currelas” para el “capi”, sirves a los injustos y estás en “el corral”, y desde “el gallinero” no se puede servir a la causa.
No pude seguir en la interpretación de imbécil que estaba llevando a cabo, por el temor que al final el vacilado iba a ser yo; por lo que con una excusa perentoria corte el rollo.