España
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Happy end
Enviado por el día 25 de Enero de 2006 a las 11:08
Tras el desenlace del atolladero, el PSOE necesita recuperar a marchas aceleradas la imagen de ser el partido que con más solvencia y pragmatismo defiende el interés general de España. Es evidente, por lo demás, que los nacionalistas del Cuatripartito no han obtenido lo que querían, pues redactar de cabo a rabo y tras dos años de tanteos, cábalas y carambolas un nuevo macrotexto estatutario, anunciarlo a bombo y platillo como el acontecimiento de la década, hacer de él una cuestión de honor de pueblo vejado, hipotecar la legislatura catalana en vistas a que se aprobara, modificándose lo menos posible, y en fin, chantajear al Estado con las banderillas de fuego de la independencia para, después de todo, conseguir algunas mejoras en la financiación y en la gestión es, que nadie se engañe, el parto de los montes. Ahora bien, ante la posibilidad de acabar electoralmente con Zapatero y ceder el paso al PP, mucho menos flexible a la hora de negociar, los partidos que más tenían que perder en la contienda (PSC-PSOE) y el que más tenía que ganar (CiU) han trabado alianza muy conveniente y rentable mediante sendas traiciones a su ideario.
Permanecen fuera, de forma previsible, los que más vigorizados iban a salir si el Estatuto quedaba en agua de borrajas, por motivos diversos: el PP, por haber logrado anteponer con éxito el sentido de Estado a su liberalismo programático, acercándose con ello a mayores sectores de la población y al propio electorado socialista, confundido ante la deriva caciquil y aideológica del Gobierno; y ERC, por frustrar con la infidelidad constitucional y el maximalismo que demanda su clientela antisistema un acuerdo imposible en el que, no obstante, se embarcaron los demás partidos catalanes -salvo el PPC- bajo su egida, doblegados ante su posición de fuerza y espoleados en una carrera absurda de exhibición patriótica al margen de los ciudadanos. Así, todo queda en un cómodo término medio (medio-bajo, reconozcámoslo) a fin de que el Ejecutivo y sus socios naturales puedan hinchar el pecho a la par que aprietan los esfínteres. Se salva al Presidente de la caída libre, por ahora, pero se inmola estratégicamente al fracasado Tripartito, carente ya de cualquier crédito, si exceptuamos el de Montilla.
Permanecen fuera, de forma previsible, los que más vigorizados iban a salir si el Estatuto quedaba en agua de borrajas, por motivos diversos: el PP, por haber logrado anteponer con éxito el sentido de Estado a su liberalismo programático, acercándose con ello a mayores sectores de la población y al propio electorado socialista, confundido ante la deriva caciquil y aideológica del Gobierno; y ERC, por frustrar con la infidelidad constitucional y el maximalismo que demanda su clientela antisistema un acuerdo imposible en el que, no obstante, se embarcaron los demás partidos catalanes -salvo el PPC- bajo su egida, doblegados ante su posición de fuerza y espoleados en una carrera absurda de exhibición patriótica al margen de los ciudadanos. Así, todo queda en un cómodo término medio (medio-bajo, reconozcámoslo) a fin de que el Ejecutivo y sus socios naturales puedan hinchar el pecho a la par que aprietan los esfínteres. Se salva al Presidente de la caída libre, por ahora, pero se inmola estratégicamente al fracasado Tripartito, carente ya de cualquier crédito, si exceptuamos el de Montilla.
Re: Happy end
Enviado por el día 25 de Enero de 2006 a las 11:09
¿Alguien sueña que todo este sonrojante viacrucis era necesario, el pasmoso desencadenamiento de un proceso inevitable? El Estado de las Autonomías, que quiso ser antítesis del centralista y autoritario, se encaró al falso dilema de o privilegiar a todas las Comunidades y liquidar la idea de España, o hacerlo sólo con algunas desde coartadas predemocráticas y favoreciendo el agravio comparativo, que vino a ser la indemnización por el inveterado agravio histórico, pactada en moneda de cambio presente. La defensa legítima de la lengua como quintaesencia de la dimensión cultural catalana, defensa "a priori" ecuánime, acorde a la realidad, amparada por la Carta Magna y ejercida con amplios poderes discrecionales desde instituciones propias no satisfizo nunca bastante al proyecto de construcción nacional de la burguesía vernácula, para el que esto sólo era un primer paso, un ariete ideológico. Había también que desarrollar al máximo la tupida red de competencias e infraestructuras, la autosuficiencia, en definitiva, del futuro país autodeterminado, unilateral, independiente. Mas fue preciso hacerlo fingiendo sensatez, negando siempre la mayor, ocultándola con la diestra bajo el manto de una impostada moderación mullida en el oportunismo y entretejiendo con la siniestra el discurso frentista destinado a dar cobijo y viabilidad a aspiraciones tan minoritarias. Entre resignarse a morir como partido, esto es, a perder la superioridad moral y de clase, la opiácea hegemonía aglutinante, y metamorfosearse en separatismo más o menos larvado, aun a riesgo de división y trauma sociales, se elige con fría resolución de cirujano lo segundo.
Recaudar los impuestos para uno es "hacer país", pero recaudarlos para otros es hacer el primo. Este "uno" es un "uno" genérico, prosopopéyico, un "los nuestros contra ellos". La xenofobia no entiende otro lenguaje que el del darwinismo social; corre un denso velo sobre las miserias individuales para pintar al óleo el progreso de la especie, de su especie. Porque, para que Cataluña sanee sus presupuestos y disimule la pésima gestión hasta la fecha ¿cuántas otras Comunidades rozarán la quiebra a medio plazo? Y para evitar la arbitrariedad y el vacío legal que propician las coyunturas insólitas y los escenarios inestables ¿cuántos absurdos distributivos, cuánta zozobra territorial se generará?
http://justicia.bitacoras.com
Recaudar los impuestos para uno es "hacer país", pero recaudarlos para otros es hacer el primo. Este "uno" es un "uno" genérico, prosopopéyico, un "los nuestros contra ellos". La xenofobia no entiende otro lenguaje que el del darwinismo social; corre un denso velo sobre las miserias individuales para pintar al óleo el progreso de la especie, de su especie. Porque, para que Cataluña sanee sus presupuestos y disimule la pésima gestión hasta la fecha ¿cuántas otras Comunidades rozarán la quiebra a medio plazo? Y para evitar la arbitrariedad y el vacío legal que propician las coyunturas insólitas y los escenarios inestables ¿cuántos absurdos distributivos, cuánta zozobra territorial se generará?
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