España

Primero nacen, luego se hacen millonarios y luego se hacen rojos.

Nadie se siente orgulloso de se liberal o conservador, o al menos no lo parece.
Sí parece que alguna gente se siente o se ha sentido orgullosa de ser socialista, comunista, independentista, islamista o falangista; será que las tendencias políticas enorgullecen a quien las profesa sí y sólo si terminan en -ista.
Rojo no termina en -ista, pero debe ser la excepción que confirma la regla.
Nazcan así o no, los rojos están encantados de serlo y la sola idea de votar a la derecha les provoca salpullidos.
El rojo vive convencido de su naturaleza democrática, aunque sea a costa de llamar República Democrática de Alemania a la del lado Este del antiguo muro ¿Cabe menos vergüenza?
En el siglo XXI, ser rojo es como ser idiota. Los idiotas nacen.
En la España franquista ser rojo era ser valiente. Los valientes se hacen.
El rojo de antes debía hacerse, y como cualquier producto elaborado valía mucho más que el modelo de rojo actual.
Comparar al Ché con los rojos actuales es confundir culos con témporas.