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Carta abierta a los que sepan ver “más allá de sus narices”.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2006 a las 14:56
Carta abierta a los que sepan ver “más allá de sus narices”.

Con esta carta pretendo solamente hacer una reflexión del comportamiento humano, y llevar al ánimo del que se atreva a leer esto que nadie, categóricamente nadie debe juzgar como comportamientos adversos, aquellos que por la simple razón le rechazamos. Y como no quiero recurrir a frases hechas muy manidas como esa de: “Quién esté libre de pecado que tire la primera piedra” voy a decir una de mi cosecha:
“Por mucho que rechaces los comportamientos de otros no podrás evitar que otros rechacen el tuyo”
El hambre en el mundo no es una consecuencia provocada o programada por alguien que desea que la gente se muera por falta de alimentos. Desgraciadamente nadie puede evitar que en zonas del planeta se den condiciones de vida donde es casi imposible la existencia; sin embargo, en algunas desérticas si el hombre ha sabido adaptarse a los rigores de la misma y son capaces de vivir por su propia iniciativa.
En los pueblos en donde mueren de inanición y enfermedades miles de niños y adultos, otros de esas mismas poblaciones, villas o aldeas, no sufren esas carencias, e incluso se enriquecen. Pasa exactamente lo mismo en la tribu más misérrima del orbe, que en el país más desarrollado del mundo. Exactamente los mismo, con las diferencias abismales de desarrollo que hay entre ambas. Enseñanza de este ejemplo: Un día se puede paliar el hambre de un individuo, pero el resto de sus días es el individuo el que debe paliar su hambre.
Aquel que no pase necesidades, eche la culpa a otro de la pobreza y hambre, no tiene ni idea de lo que dice. Habla sus sentimientos o rabia, no la razón.
Decir un gobernante de un país desarrollado que sabe como acabar con el hambre del mundo, es la mayor demagogia que se puede caer. Ningún humano tiene la posibilidad de crear estructuras en donde no se puedan desarrollar por si mismas y ser rentables en el tiempo si ese pueblo no es capaz de continuarlas por si mismo. Todas las ayudas serán inútiles e irán a parar a donde menos se necesitan.
Re: Carta abierta a los que sepan ver “más allá de sus narices”.
Enviado por el día 9 de Febrero de 2006 a las 14:57
Otras de las tragedias del ser humano es la concepción de la formas de vida. En la vida solo se regala el venir a ella, una vez en la misma es una continua lucha por la supervivencia. Y ésta es la que agudiza el instinto de conservación del ente. Unos saben perfectamente que su industria es la de engañar a la gran masa con consignas que van a redundar en beneficio del que las preconizan, cayendo los demás en promesas que nunca se cumplirán, ya que ellos seguirán siendo los mismos.
Todas las religiones son normas que necesariamente hay que establecer para que la sociedad no sea un caos. El ser humano hace preguntas sobre su existencia, ya hay que darle respuestas, por eso hubo que crear dioses, profetas, ídolos, vírgenes, santos, como demostración de una existencia divina, y de que somos algo más que un montón de huesos y músculos, y la mayoría se aferraron a la fe como esperanza y salvaguarda de un futuro incierto tras los que irremisiblemente saben que les va a llegar: la muerte.
Sin duda el egoísmo y la ambición son los motores que mueven el mundo a través del hombre. A los superdotados con cierta coherencia, pero al egoísta y ambicioso sin coherencia, por lo que tiene que recurrir a las desatinos y disparates para desarrollar sus instintos y satisfacer sus deseos, por lo tanto ha de suplir sus carencias con demagogia, mentiras, oratoria, martingalas, farsas, invenciones, promesas y demás subterfugios.
Estos saben muy bien donde deben dar, donde y cuando. Saben perfectamente lo que quiere oír un gentío ávido de soluciones a sus miserias, son maestros del panegírico y viven magníficamente de sus mentiras.
Este es el mundo en que vivimos, por muchos que me habéis leído no lo creáis. A la mayoría de los humanos les es más cómodo vivir en la mentira perpetua, creer ciegamente a sus embaucadores y seguir sus consignas. Necesitan líderes que les den señales para su existencia, de otra forma no sabrían circular por el mundo.