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El Opus Dei no pasará...
Enviado por el día 24 de Febrero de 2006 a las 00:48
Panamá, jueves 23 de febrero de 2006
RELIGIÓN.
Ni con Dios ni con Alá
Gina Montaner
Dice Raoul Veneigem, en un texto citado por Fernando Savater: \"Nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, a burlarse, a ridiculizar todas las religiones, todas las ideologías, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos. Tenemos derecho a poner a parir a todos los dioses, mesías, profetas, papas, popes, rabinos, imanes, bonzos, pastores, gurús, así como a los jefes de Estado, los reyes, los caudillos de todo tipo...\".
Parecen azuzados por la furia de Alá, pero es falso. Son los gobiernos integristas de Irán y Siria, acompañados a la sombra por Al Qaeda, los que sacan a la calle a las huestes pobres que ellos mismos oprimen para jalear salvaje e irracionalmente contra Occidente. Y todo por unas ingeniosas caricaturas de Mahoma publicadas hace meses en un diario danés.
Hay quienes han optado por decir que las viñetas de marras –una representaba al profeta árabe con un turbante que esconde una bomba —no son políticamente correctas y que hieren la sensibilidad del mundo islámico. O sea, que la quema de embajadas, las amenazas de muerte y la violencia callejera son justificables porque el mundo secular le ha faltado el respeto a los fanáticos musulmanes. Creo que esta postura apaciguadora es producto del miedo y la intimidación que propagan los imanes desde las mezquitas. En cambio, y por fortuna, ha habido otros que continúan defendiendo la libertad de expresión por encima de los atropellos que pretenden imponernos los intolerantes y fascistas de este mundo. A fin de cuentas, todos sabemos que la naturaleza de una caricatura es la irreverencia y la ironía.
Lo que está verdaderamente en juego en este pulso es la capacidad de defender hasta el final lo que a Occidente le tomó siglos: mantener al poder religioso fuera de la órbita del ámbito secular para impedir que sus creencias y dogmas influyan y determinen a los gobiernos y las sociedades abiertas.
RELIGIÓN.
Ni con Dios ni con Alá
Gina Montaner
Dice Raoul Veneigem, en un texto citado por Fernando Savater: \"Nada es sagrado. Todo el mundo tiene derecho a criticar, a burlarse, a ridiculizar todas las religiones, todas las ideologías, todos los sistemas conceptuales, todos los pensamientos. Tenemos derecho a poner a parir a todos los dioses, mesías, profetas, papas, popes, rabinos, imanes, bonzos, pastores, gurús, así como a los jefes de Estado, los reyes, los caudillos de todo tipo...\".
Parecen azuzados por la furia de Alá, pero es falso. Son los gobiernos integristas de Irán y Siria, acompañados a la sombra por Al Qaeda, los que sacan a la calle a las huestes pobres que ellos mismos oprimen para jalear salvaje e irracionalmente contra Occidente. Y todo por unas ingeniosas caricaturas de Mahoma publicadas hace meses en un diario danés.
Hay quienes han optado por decir que las viñetas de marras –una representaba al profeta árabe con un turbante que esconde una bomba —no son políticamente correctas y que hieren la sensibilidad del mundo islámico. O sea, que la quema de embajadas, las amenazas de muerte y la violencia callejera son justificables porque el mundo secular le ha faltado el respeto a los fanáticos musulmanes. Creo que esta postura apaciguadora es producto del miedo y la intimidación que propagan los imanes desde las mezquitas. En cambio, y por fortuna, ha habido otros que continúan defendiendo la libertad de expresión por encima de los atropellos que pretenden imponernos los intolerantes y fascistas de este mundo. A fin de cuentas, todos sabemos que la naturaleza de una caricatura es la irreverencia y la ironía.
Lo que está verdaderamente en juego en este pulso es la capacidad de defender hasta el final lo que a Occidente le tomó siglos: mantener al poder religioso fuera de la órbita del ámbito secular para impedir que sus creencias y dogmas influyan y determinen a los gobiernos y las sociedades abiertas.
Re: El Opus Dei no pasará...
Enviado por el día 24 de Febrero de 2006 a las 00:49
Por supuesto que se puede ser un musulmán integrista, un judío ortodoxo o un católico afiliado al Opus Dei, pero en Occidente ninguna de sus arbitrarias reglas pueden coaccionar al resto, salvo a aquellos que voluntariamente siguen sus preceptos. Es lo mismo que pertenecer a un club determinado. Dentro del club sus miembros se atienen a las normas impuestas, pero en la calle han de convivir con los demás, incluso con quienes niegan o desdeñan esas creencias.
Es muy sencillo: justo en estos días la cúpula del Opus Dei se mueve frenéticamente con la intención de presionar a Sony para que corte algunas escenas de El Código Da Vinci, un filme basado en la novela homónima de Dan Brown que se estrenará en mayo. Según los dirigentes de \\\\\\\"La Obra\\\\\\\", el multimillonario thriller ofende a los católicos practicantes porque la novela relata la historia de un monje del Opus que está dispuesto a matar con tal de que no se revele que Jesucristo y María Magdalena fueron amantes. Como las religiones suelen descansar en el oscuro principio del dogma, los discípulos de monseñor Escrivá Balaguer estarían dispuestos a sacrificar la ficción en nombre de lo que ellos consideran sagrado. Es decir, si todavía hoy tuvieran el poder que en su día disfrutó la Iglesia católica, apostólica y romana, uno se preguntaría si lanzarían una cruzada contra los millones de lectores que han disfrutado de la trama de El Código Da Vinci. Afortunadamente se acabaron los tiempos de la inquisición y de la caza de brujas. El secularismo –el triunfo del racionalismo sobre los dogmas religiosos- es el muro de contención contra quienes quieren imponer sus credos. Una conquista de la modernidad que los árabes parecen no querer defender.
Confío en que Sony no se deje amedrentar por las gestiones del poderoso Opus Dei porque, tal y como ha ocurrido con las dichosas caricaturas de Mahoma, Occidente daría otro paso atrás y perdería terreno en el espacio de las libertades, que es lo único que garantiza sociedades habitables. ¿Cuándo comprenderá esta gente que nadie los obliga a leer o ver El Código Da Vinci o a comprar diarios con viñetas que ponen en entredicho el fanatismo islámico? Me temo que nunca. Por eso no hay más remedio que defendernos de la fe ciega de quienes no admiten razones.
Firmas Press
Es muy sencillo: justo en estos días la cúpula del Opus Dei se mueve frenéticamente con la intención de presionar a Sony para que corte algunas escenas de El Código Da Vinci, un filme basado en la novela homónima de Dan Brown que se estrenará en mayo. Según los dirigentes de \\\\\\\"La Obra\\\\\\\", el multimillonario thriller ofende a los católicos practicantes porque la novela relata la historia de un monje del Opus que está dispuesto a matar con tal de que no se revele que Jesucristo y María Magdalena fueron amantes. Como las religiones suelen descansar en el oscuro principio del dogma, los discípulos de monseñor Escrivá Balaguer estarían dispuestos a sacrificar la ficción en nombre de lo que ellos consideran sagrado. Es decir, si todavía hoy tuvieran el poder que en su día disfrutó la Iglesia católica, apostólica y romana, uno se preguntaría si lanzarían una cruzada contra los millones de lectores que han disfrutado de la trama de El Código Da Vinci. Afortunadamente se acabaron los tiempos de la inquisición y de la caza de brujas. El secularismo –el triunfo del racionalismo sobre los dogmas religiosos- es el muro de contención contra quienes quieren imponer sus credos. Una conquista de la modernidad que los árabes parecen no querer defender.
Confío en que Sony no se deje amedrentar por las gestiones del poderoso Opus Dei porque, tal y como ha ocurrido con las dichosas caricaturas de Mahoma, Occidente daría otro paso atrás y perdería terreno en el espacio de las libertades, que es lo único que garantiza sociedades habitables. ¿Cuándo comprenderá esta gente que nadie los obliga a leer o ver El Código Da Vinci o a comprar diarios con viñetas que ponen en entredicho el fanatismo islámico? Me temo que nunca. Por eso no hay más remedio que defendernos de la fe ciega de quienes no admiten razones.
Firmas Press