España

"La oposición debe apoyar al Gobierno contra el terrorismo incluso si se equivoca".

Ese hombre es idiota.

Lo primero es lo primero. Si no se parte del ser de las cosas sólo se dicen patochadas. Así hay que saber, cuando se escucha a un político, que “l'art de la guerre est l'art de détruire les hommes, comme la politique est l'art de les tromper", y no porque lo dijera d'Alembert. Ya lo sabían los griegos y romanos y lo dejaron bien estudiado.

Felipe González es un gran político. Miente siempre, incluso cuando dice la verdad, ya que cuando dice la verdad la dice para mentir y esas mentiras son eficaces. Por supuesto, el arte de ser conservador, liberal o democristiano en estas taifas es el arte de dejarse engañar por personas como Felipe González o, al menos, fingirlo lo suficientemente bien como para conservar alguna autoestima, ya que esas derechas han colocado su autoestima en ser de izquierdas (aunque no puedan serlo), como muchos travestis sitúan su autoestima en ser mujeres, aunque no puedan serlo. Cada uno hace bien su papel en esta historia.

Ahora bien, hay algo que decir en relación con el asunto de ETA. Cualquier persona que haya sido de izquierdas sabe que, hasta que esa organización empezó a crear problemas a los socialistas, los atentados etarras no sólo no despertaban sentimientos de aversión en las gentes progresistas, al menos en la gran mayoría. Todo lo contrario, nos alegrábamos. Hay incluso testimonios escritos y orales de esto. Cierto que después de que entrara en vigor la Constitución trampa la expresión de tales sentimientos se refugió en la intimidad y se pasó a condenar en público.

No sé como andan ahora las cosas. En 1988 entré en un proceso curativo que me fue apartando de estas gentes y en cinco años estaba curado, pero seguí teniendo algún trato (por razones lúdicas, venéreas, etc.) y desde luego puedo dar testimonio, porque he sido testigo, de que los atentados islamistas del 11 de septiembre del 2001 despertaron un entusiasmo tan grande como en su día lo despertaban los de la izquierda nacionalista vasca, e igualmente los de Londres y los de Madrid. Por otra parte tengo aquí la propuesta de Francisco López, dirigente del PSOE vasco, en el diario Gara, para formar un gobierno de coalición entre ETA y el propio PSOE en Vitoria (cierto que él sujeto en cuestión no nombra a ETA sino que usa una fórmula “ambigua” que, de todas formas repite: “que cada uno piense lo que quiera”. La fórmula es lo suficientemente clara como para que Rosa Díez la comprendiera y denunciara (también tengo aquí su denuncia). Por tanto me formulo la hipótesis de que la situación sigue siendo la que yo conocí hasta el año 1982. La posición del progresismo de estas taifas con respecto a ETA es como la de la derecha con respecto al progresismo. Un quiero y no puedo. La envidia hacia el que se admira por sus “virtudes”, cuando uno no es capaz de poseerlas. Las derechas quieren ser como las izquierdas, las izquierdas quieren ser como la “izquierda nacionalista vasca” y los travestis quieren ser mujeres.