España
Estos foros están cerrados. Podéis debatir en Red Liberal.
Las reformas de los Estatutos
Enviado por el día 6 de Marzo de 2006 a las 21:19
Me hecho esa pregunta durante estos días y creo que es muy sencilla: ¿Quién y por qué se pasa el día hablando sobre las reformas de los Estatutos de Autonomía, cuando a una amplia mayoría de los españoles no le interesa ese asunto ni creen que afecte a su vida diaria?
Dejémoslo claro: los únicos interesados en estas reformas -que, en la práctica, son una burla a nuestra Constitución, dado el nivel de descentralización al que hemos llegado, donde se reparte desde la educación hasta la justicia- es a las oligarquías nacionalistas ávidas de poder y dinero (por ejemplo, 3% de comisiones del Carmel).
Hace poco más de una semana, la prensa se ocupaba de la «macroencuesta del CIS» sobre autonomías y estatutos. Sin embargo, no se destacaba lo que parece más relevante del estudio demoscópico: vuelve a ponerse de manifiesto, una vez más, que la la lucha por el reparto de las competencias y los fondos públicos es un asunto que preocupa mucho a las clases políticas regionales y poco, muy poco, por no decir casi nada, a la gente de a pie.
Es decir, que el sistema político español se centraría en los problemas de los gobernantes en lugar de en problemas de los gobernados. Cuando se pregunta a los ciudadanos «cuáles son los tres problemas principales», sólo el 1,9% de los españoles señala entre ellos «la reforma de los Estatutos», que sería un problema menor para la gente, incluso en aquellas regiones en las que el nacionalismo tiene mayor presencia: para el 10% en Cataluña, el 9% en el País Vasco y un raquítico 7% en Galicia.
Es cierto que la opinión pública no es inmune a la presión de los defensores de las tribus. Hace un año, sólo el 28% de los encuestados por La Vanguardia sostenía que Cataluña era una nación.
Hoy, después de acaparado el espacio político y el mediático durante meses, lo piensa un 44%. No obstante, y pese a veinticinco años de gobiernos nacionalistas, todavía un 60% de los entrevistados declara sentirse únicamente español, más español que catalán o tan español como catalán, mientras que sólo el 37% se siente más catalán que español o únicamente catalán.
Se indignan los políticos catalanes cuando se dice que sus preocupaciones no son las de la ciudadanía: hablan de menosprecio al Parlamento autónomo que ha aprobado su Estatuto con el apoyo del 90% de sus integrantes.
Pues bien, la encuesta del CIS vuelve a ponerles de espaldas a los intereses de los ciudadanos. Y es similar lo que sucede con la que ha sido la prioridad política del Gobierno hasta la fecha: la España plural, la profundización de la descentralización del Estado. La mayoría de los ciudadanos apuesta por dejar las cosas como están, el 51%, pero si sumamos a quienes se declaran contrarios a las autonomías, la cifra se eleva al 60%; frente al 26% que apuesta, con los socialistas, por mayor autonomía, y al 6% partidario de la posibilidad de que las comunidades pudieran convertirse en naciones independientes.
Dejémoslo claro: los únicos interesados en estas reformas -que, en la práctica, son una burla a nuestra Constitución, dado el nivel de descentralización al que hemos llegado, donde se reparte desde la educación hasta la justicia- es a las oligarquías nacionalistas ávidas de poder y dinero (por ejemplo, 3% de comisiones del Carmel).
Hace poco más de una semana, la prensa se ocupaba de la «macroencuesta del CIS» sobre autonomías y estatutos. Sin embargo, no se destacaba lo que parece más relevante del estudio demoscópico: vuelve a ponerse de manifiesto, una vez más, que la la lucha por el reparto de las competencias y los fondos públicos es un asunto que preocupa mucho a las clases políticas regionales y poco, muy poco, por no decir casi nada, a la gente de a pie.
Es decir, que el sistema político español se centraría en los problemas de los gobernantes en lugar de en problemas de los gobernados. Cuando se pregunta a los ciudadanos «cuáles son los tres problemas principales», sólo el 1,9% de los españoles señala entre ellos «la reforma de los Estatutos», que sería un problema menor para la gente, incluso en aquellas regiones en las que el nacionalismo tiene mayor presencia: para el 10% en Cataluña, el 9% en el País Vasco y un raquítico 7% en Galicia.
Es cierto que la opinión pública no es inmune a la presión de los defensores de las tribus. Hace un año, sólo el 28% de los encuestados por La Vanguardia sostenía que Cataluña era una nación.
Hoy, después de acaparado el espacio político y el mediático durante meses, lo piensa un 44%. No obstante, y pese a veinticinco años de gobiernos nacionalistas, todavía un 60% de los entrevistados declara sentirse únicamente español, más español que catalán o tan español como catalán, mientras que sólo el 37% se siente más catalán que español o únicamente catalán.
Se indignan los políticos catalanes cuando se dice que sus preocupaciones no son las de la ciudadanía: hablan de menosprecio al Parlamento autónomo que ha aprobado su Estatuto con el apoyo del 90% de sus integrantes.
Pues bien, la encuesta del CIS vuelve a ponerles de espaldas a los intereses de los ciudadanos. Y es similar lo que sucede con la que ha sido la prioridad política del Gobierno hasta la fecha: la España plural, la profundización de la descentralización del Estado. La mayoría de los ciudadanos apuesta por dejar las cosas como están, el 51%, pero si sumamos a quienes se declaran contrarios a las autonomías, la cifra se eleva al 60%; frente al 26% que apuesta, con los socialistas, por mayor autonomía, y al 6% partidario de la posibilidad de que las comunidades pudieran convertirse en naciones independientes.
Re: Las reformas de los Estatutos
Enviado por el día 6 de Marzo de 2006 a las 21:22
Las clases políticas autonómicas han logrado avanzar en el proceso de alimentar el egoísmo de sus respectivos electorados. Sin embargo, no tanto como para convencer a la mayoría de los ciudadanos de la necesidad de asumir como propio el problema que más preocupa a los políticos. Su victoria se ha limitado, que no es poco, a que en este país no se discutan los excesos y los conflictos que ha provocado la descentralización, a que se considere que la única dirección posible es la que incrementa la autonomía, en fin, a que resulte imposible plantear —como pasa hoy en Alemania— que hay competencias que funcionan mejor centralizadas.
En cualquier caso, y aunque nos resistamos, han conseguido que el suyo sea el problema nacional. Y, mientras, el precio de la vivienda continúa ascendiendo de forma vertiginosa (la BBK, caja de ahorros de la provincia de Vizcaya, ha sacado recientemente al mercado hipotecas de 50 años de duración), los salarios se mantienen igual e incluso descienden estos últimos meses y continúa siendo muy alto el número de familias con apuros para llegar a final de mes.
En cualquier caso, y aunque nos resistamos, han conseguido que el suyo sea el problema nacional. Y, mientras, el precio de la vivienda continúa ascendiendo de forma vertiginosa (la BBK, caja de ahorros de la provincia de Vizcaya, ha sacado recientemente al mercado hipotecas de 50 años de duración), los salarios se mantienen igual e incluso descienden estos últimos meses y continúa siendo muy alto el número de familias con apuros para llegar a final de mes.