España

A un catalán de izquierdas

JOSE BONO 17.12.03

«Estimado Albert Boadella: Si no fuese usted catalán y de izquierdas no le mandaría esta carta. Le escribo porque deseo sentir la cercanía, aproximarme a aquellos catalanes que, como usted, además de querer a Cataluña piensan que ni deben irse de España, ni tienen más derecho a vivir mejor porque paguen más impuestos». Así comienza la apasionada carta abierta que José Bono, presidente de Castilla-La Mancha, dirige hoy en las páginas de El Mundo al siempre polémico director de Els Joglars.

«Hay personas que cada día que amanece encuentran nuevas razones para la desigualdad. Unos días es el Rh, otros un fuero viejo, un idioma, un agravio antiguo y hasta una pistola. Por el contrario, somos muchos todavía los castellanos, navarros, vascos o catalanes que aspiramos a seguir descubriendo motivos para la igualdad. Sí, para la radical igualdad entre hombres y mujeres, entre creyentes y agnósticos, entre españoles y colombianos, entre -¡perdón!- catalanes y los demás españoles.

He leído la entrevista que le hizo Isabel San Sebastián para el diario El Mundo el pasado 9 de diciembre y quiero felicitarle. A veces, en política hay más representación que en el teatro. Sin embargo, me agrada que sea precisamente un hombre de escena como Albert Boadella quien exhiba un razonamiento político tan cargado de sentido común.

Sólo le conocía por su obra, que por otra parte es la mejor forma de conocer a las personas. Envidiaba su capacidad creadora y su facilidad para generar aplausos. Al leer la entrevista, he descubierto a una persona con inteligencia lúcida que parece estar de acuerdo con aquellas bellas palabras de Marguerite Yourcenar: «La patria es la inteligencia». En cualquier caso, no parece usted tener miedo a que le descalifiquen por ser solidario o por defender la igualdad.

Algunas de sus consideraciones resultan llamativas en estos días que corren: «¡Son los ricos los que se quieren largar de la familia!» o «el nacionalismo es una nostalgia de la tribu».

En sus reflexiones he descubierto al catalán universal que lleva dentro. Sus palabras resultan tan estimulantes para un vecino de Girona como para un habitante de Cuenca. Por eso, estoy totalmente de acuerdo con usted cuando se rebela contra quien se autodefine de izquierdas y al mismo tiempo exacerba los sentimientos de pertenencia para dañar el principio de solidaridad.

¡Malditas sean las fronteras que garantizan privilegios!, porque esas fronteras empequeñecen a las naciones y empobrecen a la condición humana.

Como usted, Albert Boadella, siento la amenaza de los nacionalismos excluyentes. Al igual que usted, he dicho públicamente: «Cuando alguien quiere comer aparte es porque quiere comer más». Si los más poderosos se apartan de la mesa, ¿quién se ocupará de los que no tienen voz, ni mantel? Algo debe ir mal en nuestra democracia cuando las verdades políticas más evidentes tienen que buscar su portavoz en el mundo del teatro. Los dirigentes políticos no siempre estamos dispuestos a correr riesgos, no siempre hablamos claro. Abundan, lamentablemente, los que no dicen ni una palabra si antes no tienen el guión políticamente correcto.

Quienes perdimos el miedo ante la Dictadura no podemos ahora ofrecer el lamentable espectáculo del silencio que tantas bocas calla y tantos estómagos llena. Otro modo de cinismo es ser confuso cuando no se puede, o no se quiere, ser profundo. Por ello, me alegra su claridad expositiva. Me alegra que, como Cervantes, tenga un punto de transgresor; aunque usted, modestamente, se reconozca sólo como «un mero aprendiz» del ingenioso hidalgo. Yo también quisiera llegar a ser un aprendiz de Cervantes para decir mis verdades políticas sin ofender y sin ser ofendido, sin excomulgar y sin que me excomulguen.

Yo quiero a Cataluña. Y, si tengo que elegir, me quedo con los catalanes necesitados y pobres, que los hay, antes que con los castellanos ricos que, por cierto, no necesitan tanto como aquéllos de la solidaridad del Estado.

Lo que no quiero es que me confundan con un nacionalista, porque no lo soy. Eso sí, querido Boadella, no voy a pedir perdón por ser socialista ni por no tener, parafraseando a León Felipe, una casa solariega y blasonada, ni el retrato de un abuelo que ganara una batalla, ni un fuero viejo, ni otra patria que España, a la que quiero con toda mi alma. Eso sí, quiero a la España que hacemos libremente y que es plural, no a la trágicamente hecha o a la que hacen los españolistas excluyentes; a la España solidaria, y no a la del perpetuo motín de Esquilache; a la España que nos permite ser iguales en derechos, y no a la que nos sometió con un centralismo nefasto que, como dijo otro catalán, se asentaba sobre «un pacto cuyo trípode eran los siderúrgicos vascos, los industriales catalanes y los cerealistas castellano-andaluces». (Historia de España, Vincens Vives).

Nada más. Me despido ofreciéndole mi afecto y la hospitalidad de esta tierra de Castilla y de La Mancha, a la que algunos llamaron dominadora pero estábamos tan dominados que ni siquiera nos enteramos de que nos llamaban dominadores.

Afectuosamente le abraza.

José Bono. Presidente de Castilla-La Mancha.»

Por qué no coger lo mejor de cada sistema político sin remontarse a mil años ha" y construir día a día un futuro mejor. Por qué si el contrario tiene buenas ideas y proyectos las rechazamos sólo porque no vienen de nuestras filas?

No soy ni de derechas ni de izquierdas, pero la idea de la España en la que he crecido quiero que se mantenga porque creo que para mejorarla no es necesario romperla. Por eso, la opinión de Bono me parece además de coherente, digna.