España
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Enigmas del pensamiento pepero
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 22:47
Hay unos textos que barrunto poco accesibles, pero que son un testimonio verdaderamente excepcional de lo que pasa. Son los diarios de sesiones del Congreso y del Senado. No diré yo que las personas que hablan en esas cámaras creen lo que dicen. No estoy seguro de qué creen y qué no. Pero ¿de cara a quien hablan? ¿De cara a sí mismos? ¿de cara a sus oponentes que se sientan en los otros bancos? ¿Qué teatro es el que se traen?
Tengo aquí un texto verdaderamente abracadabrante. Se trata de la intervención del representante del PP en el Senado defendiendo su propuesta de que el “año de la memoria histórica” del Frente Popular se transmute en el “año de la concordia”. Lo interesante es que el tipo parece no haberse enterado de a quienes tenía enfrente en la segunda mitad de los años setenta, ni durante estos últimos treinta años, ni ahora mismo. Las cosas que dice podrían tener cierta coherencia si no fuera porque está hablando de un País de las Maravillas que ni existe ni existió en el 1977. Parece haber creído todo aquello de la “reconciliación nacional” y demás pamemas. Es como un chiquillo inocente y lerdo. Es muy curioso. Habla de que la constitución de 1977 es la única que no ha sido de una parte contra otra, como si el sector de la izquierda que la votó en su día no lo hubiera hecho por pura estrategia y como un mal necesario. Yo ni siquiera seguí la consigna, pero los que la siguieron y votaron a favor expresaban a quien quisiera oírlos que era una añagaza pura y que se votaba porque no había más co.jones. Por supuesto, no fue la constitución de la izquierda. ¿Por qué la votó la derecha? Esto ya no lo sé. Yo no la voté porque justamente era una Constitución que percibía como no beligerante y no sentí necesidad de votarla, seguramente porque sabía que se iba a aprobar, pero los que la votaron, de mi cuerda, lo hicieron esperando que llegara este día, y este día ha llegado. Yo estaría contentísimo si siguiera siendo lo que era. ¡Por fin (me diría) vamos a hacer lo que queríamos hacer en el 77! Una... (no sé ahora como llamarlo, ¿un régimen?); dar el poder al “pueblo”, es decir, a la izquierda, y excluir a la derecha para siempre jamás (a ser posible, llegado el momento, mediante la eliminación física). Eso queríamos en 1977, en 1978, en 1979 y en tanto yo pueda recordar. Luego rompí con eso, pero siempre he tenido clara conciencia de que ese era el objetivo, cuando lo compartía, cuando tenía mis dudas y ahora mismo y siempre. Se trataba de aplastar a la derecha completamente, como el Rusia de Lenin o en la España de Negrín, y punto. Sencilla y simplemente.
Tengo aquí un texto verdaderamente abracadabrante. Se trata de la intervención del representante del PP en el Senado defendiendo su propuesta de que el “año de la memoria histórica” del Frente Popular se transmute en el “año de la concordia”. Lo interesante es que el tipo parece no haberse enterado de a quienes tenía enfrente en la segunda mitad de los años setenta, ni durante estos últimos treinta años, ni ahora mismo. Las cosas que dice podrían tener cierta coherencia si no fuera porque está hablando de un País de las Maravillas que ni existe ni existió en el 1977. Parece haber creído todo aquello de la “reconciliación nacional” y demás pamemas. Es como un chiquillo inocente y lerdo. Es muy curioso. Habla de que la constitución de 1977 es la única que no ha sido de una parte contra otra, como si el sector de la izquierda que la votó en su día no lo hubiera hecho por pura estrategia y como un mal necesario. Yo ni siquiera seguí la consigna, pero los que la siguieron y votaron a favor expresaban a quien quisiera oírlos que era una añagaza pura y que se votaba porque no había más co.jones. Por supuesto, no fue la constitución de la izquierda. ¿Por qué la votó la derecha? Esto ya no lo sé. Yo no la voté porque justamente era una Constitución que percibía como no beligerante y no sentí necesidad de votarla, seguramente porque sabía que se iba a aprobar, pero los que la votaron, de mi cuerda, lo hicieron esperando que llegara este día, y este día ha llegado. Yo estaría contentísimo si siguiera siendo lo que era. ¡Por fin (me diría) vamos a hacer lo que queríamos hacer en el 77! Una... (no sé ahora como llamarlo, ¿un régimen?); dar el poder al “pueblo”, es decir, a la izquierda, y excluir a la derecha para siempre jamás (a ser posible, llegado el momento, mediante la eliminación física). Eso queríamos en 1977, en 1978, en 1979 y en tanto yo pueda recordar. Luego rompí con eso, pero siempre he tenido clara conciencia de que ese era el objetivo, cuando lo compartía, cuando tenía mis dudas y ahora mismo y siempre. Se trataba de aplastar a la derecha completamente, como el Rusia de Lenin o en la España de Negrín, y punto. Sencilla y simplemente.
El Partido Popular en el País de las Maravillas.
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 22:54
El señor PRESIDENTE: Efectivamente; pero eso será después.
Por tanto, en el debate de la totalidad, tiene la palabra el señor Muñoz-Alonso.
El señor MUÑOZ-ALONSO LEDO (Partido Popular): Muchas gracias, señor presidente.
Señorías, defiendo en este trámite ante el Pleno el texto de la proposición de ley que declara al año 2006 como Año de la Concordia, tal como quedó aprobado en la Comisión Constitucional de esta Cámara la semana pasada. Después de aquel debate me ratifico aún más en la posición que allí expuse y en los argumentos que presenté. Algunas de las afirmaciones que escuché me confirman en la necesidad de superar unos planteamientos --hablo de planteamientos, no de personas-- que no dudo en denominar «guerracivilistas» porque se muestran incapaces de dejar atrás las tragedias del pasado que tan sangrientamente dividieron a España y a los españoles y se atrincheran en un permanente resentimiento, un resentimiento que nada resuelve y que sólo garantizaría la persistencia del odio y de la división que destrozaron a España hasta que se restableció la democracia. Mi argumentación se basó en la reivindicación del espíritu de la transición, que para mi sorpresa algunos no entendían o simplemente consideraban superado. En este sentido, afirmé que el texto original de la proposición había que situarlo en la corriente del revisionismo de la transición a la democracia que en los últimos años se ha expresado con especial insistencia en medios políticos y académicos. Y nuevamente para mi sorpresa alguien pareció pensar que eso del revisionismo me lo había inventado yo, ignorando que es una tendencia que ha merecido análisis muy precisos que no se pueden desconocer a la hora de debatir un texto como el que llegó a esta Cámara. Estudios desde perspectivas tan dispares como las de la profesora Paloma Aguilar o el profesor Ýlvarez Tardío han mostrado cómo esta corriente del revisionismo histórico ha presentado la transición como un proceso imperfecto e injusto que nos habría llevado a una democracia más bien mediocre y de baja calidad, como dice literalmente uno de los revisionistas, lo que exigiría, como escribe otro, volver a empezar mediante la ruptura ciudadana, transformando radicalmente el sistema político español con el propósito de encaminarnos hacia lo que llaman una democracia de calidad. Por desgracia este revisionismo no se ha limitado a los aspectos teóricos, sino que algunos tratan de aplicarlo a la política práctica haciendo de nuevo realidad la política de exclusión, que fue característica de aquellos años treinta. Estos planteamientos de revisionismo rupturista son los que están en la base de la proposición que llegó a esta Cámara y esa es precisamente la razón por la que, en nombre de mi grupo, yo me opuse a ella.
Por tanto, en el debate de la totalidad, tiene la palabra el señor Muñoz-Alonso.
El señor MUÑOZ-ALONSO LEDO (Partido Popular): Muchas gracias, señor presidente.
Señorías, defiendo en este trámite ante el Pleno el texto de la proposición de ley que declara al año 2006 como Año de la Concordia, tal como quedó aprobado en la Comisión Constitucional de esta Cámara la semana pasada. Después de aquel debate me ratifico aún más en la posición que allí expuse y en los argumentos que presenté. Algunas de las afirmaciones que escuché me confirman en la necesidad de superar unos planteamientos --hablo de planteamientos, no de personas-- que no dudo en denominar «guerracivilistas» porque se muestran incapaces de dejar atrás las tragedias del pasado que tan sangrientamente dividieron a España y a los españoles y se atrincheran en un permanente resentimiento, un resentimiento que nada resuelve y que sólo garantizaría la persistencia del odio y de la división que destrozaron a España hasta que se restableció la democracia. Mi argumentación se basó en la reivindicación del espíritu de la transición, que para mi sorpresa algunos no entendían o simplemente consideraban superado. En este sentido, afirmé que el texto original de la proposición había que situarlo en la corriente del revisionismo de la transición a la democracia que en los últimos años se ha expresado con especial insistencia en medios políticos y académicos. Y nuevamente para mi sorpresa alguien pareció pensar que eso del revisionismo me lo había inventado yo, ignorando que es una tendencia que ha merecido análisis muy precisos que no se pueden desconocer a la hora de debatir un texto como el que llegó a esta Cámara. Estudios desde perspectivas tan dispares como las de la profesora Paloma Aguilar o el profesor Ýlvarez Tardío han mostrado cómo esta corriente del revisionismo histórico ha presentado la transición como un proceso imperfecto e injusto que nos habría llevado a una democracia más bien mediocre y de baja calidad, como dice literalmente uno de los revisionistas, lo que exigiría, como escribe otro, volver a empezar mediante la ruptura ciudadana, transformando radicalmente el sistema político español con el propósito de encaminarnos hacia lo que llaman una democracia de calidad. Por desgracia este revisionismo no se ha limitado a los aspectos teóricos, sino que algunos tratan de aplicarlo a la política práctica haciendo de nuevo realidad la política de exclusión, que fue característica de aquellos años treinta. Estos planteamientos de revisionismo rupturista son los que están en la base de la proposición que llegó a esta Cámara y esa es precisamente la razón por la que, en nombre de mi grupo, yo me opuse a ella.
Re: Enigmas del pensamiento pepero
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 22:56
Hola.
Acaba usted de destruir el espiritu de la transición.
Me recuerda a la España de Franco, con sus conspiraciones judeo-masonicas.
Pero, por suerte, en esta España cabemos todos.
Saludos.
Acaba usted de destruir el espiritu de la transición.
Me recuerda a la España de Franco, con sus conspiraciones judeo-masonicas.
Pero, por suerte, en esta España cabemos todos.
Saludos.
Little PP in Slumberland
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 22:56
Porque, señorías, nosotros queremos mantener y defender el legado de la transición que consideramos el acontecimiento político más exitoso de la historia contemporánea española, un acontecimiento, además, que tiene como principio inspirador la idea de la reconciliación entre todos los españoles, el espíritu de concordia, con el que nosotros bautizamos esta proposición y que para nosotros es irrenunciable, una idea y un espíritu que entendemos encarnados en la Constitución de 1978, de ahí que el apartado primero del artículo único de nuestra redacción diga así: Se declara el año 2006 como Año de la Concordia en homenaje y reconocimiento a la Constitución de 1978, instrumento y símbolo de la reconciliación nacional. ¿De dónde procede la idea de la llamada ley de memoria histórica? Uno de los impulsores de la iniciativa es el Foro por la Memoria, cuyo presidente hace poco hacía unas declaraciones diciendo que la memoria histórica es un instrumento para establecer una nueva legitimidad política. A partir de esa premisa, que está en la misma génesis de la proposición de ley original, nuestro acuerdo es imposible por más que el texto original se alterara y hasta, si me lo permiten, se disfrazara en el trámite del Congreso, pero sin poder borrar su impronta rupturista y revisionista. Para nosotros no hay más legitimidad que la de la Constitución de 1978. Nos parece equívoco y preñado de funestas consecuencias apelar a una supuesta legitimidad perdida encarnada por la Segunda República o estimar que aquella experiencia es un modelo que debe inspirarnos o considerar que los valores en que se fundaba son los mismos que subyacen en nuestra vigente Carta Magna, como ahora parece que está de moda decir, sorprendentemente, desde las más altas instancias del Gobierno y en contra de cualquier evidencia histórica y política. En el debate de la Comisión Constitucional yo expuse las dos lecciones históricas que, según la enorme mayoría de historiadores, se pueden extraer de aquellos tristes acontecimientos que condujeron a la Guerra Civil y se saldaron con una dictadura de 40 años. Esas dos lecciones estuvieron muy presentes y fueron compartidas por todos cuantos hicieron posible la transición, fueran de izquierdas, de derechas o de centros. Sólo íntimas minorías de los dos extremos no las aceptaron. La primera de esas lecciones es el recuerdo de la Guerra Civil como un inmenso error colectivo que no debía volver a repetirse, como una tragedia hija de muchos padres que no surgió sin más en una fecha concreta, sino que se había ido gestado desde tiempo atrás. Eso exigía que no se repitieran las actitudes de exclusión y enfrentamiento que llevaron a aquella situación.
Little PP in Slumberland
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 23:00
Hubo en la comisión quien no aceptaba esta visión de la Guerra Civil que, por supuesto, no es mía, sino de la mayor parte de cuantos han estudiado en serio aquella historia. Por poner un sólo ejemplo diré que un historiador no español, Stanley Paine, al que aplaudía entusiásticamente la izquierda cuando en 1965 la editorial Ruedo Ibérico publicaba su libro «Falange, historia del fascismo español» ha publicado hace poco otra importante obra «El colapso de la República», que los medios oficiales han silenciado. En una entrevista que se le hizo con motivo de la publicación de este nuevo libro, Payne decía lo siguiente: «Los republicanos perdieron la guerra, sí, pero ganaron la batalla de la propaganda, y eso es toda una anomalía». Una anomalía que explicaría que siga teniendo vigencia lo que él llama «la leyenda de la Caperucita roja», según la cual una república pacífica, democrática y respetuosa del pluralismo habría caído ante los insidiosos embates de la extrema derecha reaccionaria y militarista. Para Payne la verdad histórica es mucho más compleja, porque según él la guerra civil fue de malos contra malos. Con Payne nosotros nos oponemos a este maniqueísmo según el cual en un lado estaban los buenos y en el otro los malos, pero también le matizamos: más que malos contra malos eran dos bandos, en cada uno de los cuales había buenos y malos mezclados. Por eso queremos correr un piadoso velo sobre todo aquello para no volver a suscitar viejas contiendas. El espíritu de la transición es nuestra herencia, y nosotros la vamos a defender hasta el límite, mientras la proposición original trataba de tirarla al basurero de la Historia, al desván de las cosas viejas. La guerra civil, y después la dictadura, dividió a España, dividió a las familias, y la Transición intentó, con éxito, poner fin a esas divisiones. Señorías, permítanme que diga aquí algo personal y familiar que nunca he dicho y que jamás volveré a repetir. También en mi familia hubo una persona muy próxima a mí que fue fusilada por los franquistas. Por lo tanto, conozco muy bien el sufrimiento callado de una familia que se siente víctima de una crueldad gratuita, de la injusticia manifiesta y de la arbitrariedad despótica.
Little PP in Slumberland
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 23:04
Pero desde niño me enseñaron, además del amor a la justicia, la inutilidad de la venganza, de la exhibición permanente del agravio y del fiasco que supone configurar la existencia como una represalia permanente. En mi actuación pública he preferido siempre guiarme por mis ideas y mis convicciones, y nunca por ningún tipo de resentimiento o de rencor. Orientar la vida pública como un eterno desquite porque hubo en tiempos una tragedia familiar me parece una muestra de miseria moral en la que intentaré no caer nunca. Ése llegó a ser también, después de no pocos horrores y fracasos y de algunos aciertos, el espíritu del hombre que mejor personifica la segunda República, don Manuel Azaña, cuando en su discurso en el ayuntamiento de Barcelona, en julio de 1938, dijo, apelando a las generaciones futuras de españoles: Si alguna vez sienten que les hierve la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelve a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección, la de esos hombres que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor y nos envían, con los destellos de su luz tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: paz, piedad, perdón. La segunda lección, señorías, que tuvieron muy presente todos cuantos hicieron la transición se deduce en buena medida de la primera, y es que la Constitución de 1931, como por otra parte sucedió con todas las del XIX, no fue una constitución de consenso hecha por y para todos los españoles, sino que, como aquellas otras, fue la imposición de unos sobre otros, careció de un carácter incluyente, quizás porque en aquel momento histórico tal cosa era muy difícil, si no imposible, y por eso era muy difícil que tuviera éxito. En aquellos años treinta construir una democracia se demostró una y otra vez como una misión imposible. El gran jurista Hans Kelsen advertía ya en 1920 del peligro totalitario, y escribía: En el oscuro horizonte de nuestro tiempo asoma el resplandor de un astro nuevo: la dictadura de partido, la dictadura socialista del proletariado o dictadura nacionalista de la burguesía. Tales son las dos nuevas formas de autocracia.
Yo me digo: ¿es posible ser tan tonto?
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 23:05
Nada tenemos que aprender, por lo tanto, de aquella época de los años treinta del siglo XX, que fue la época del fascismo, como la ha denominado Ernest Nolte en un libro clásico en el que llega a afirmar que los métodos y actitudes del fascismo inficionaron incluso a quienes no eran teóricamente fascistas, incluidos los que se etiquetaban de antifascistas. España no se libró de aquel peligro. Otro gran testigo de aquella época, el escrito alemán y premio Nobel de literatura Thomas Mann, valiente luchador antinazi, que tuvo que exiliarse de su país para evitar la represión hitleriana, constató lo que llamó «victoria total de las tendencias predominantes de la época», que se compendian, escribió, con el nombre de fascismo. La conclusión era que respondían al concepto profundo de fascistas tanto los que se denominaban así, con mayor o menor propiedad, como los que hicieron del antifascismo la etiqueta que trataba de justificar el totalitarismo de otro color. Tal y como venía esta proposición, llamada «de la memoria histórica», no era más que una diabólica máquina del tiempo que trataba de devolvernos o ponernos como modelo no a ninguna idílica edad de oro, sino al período más terrible de nuestra historia contemporánea.
En fin...
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 23:07
Por el contrario, la Transición y nuestra Constitución de 1978 se basan en unos supuestos mucho más generosos porque no fue la de unos sobre otros, sino que, como obra de consenso, nació con la voluntad de incluir y servir para todos los españoles. Esta es la carta de identidad de nuestro mayor éxito histórico y político. Por eso me resulta sorprendente que en el debate en comisión alguien dijera que por defender estos mismos puntos de vista mi grupo y yo mismo éramos --somos-- poco modernos. Señoría, ¿quién es más moderno, quien como nosotros quiere reivindicar el legado exitoso del 78, o quienes se aferran a la experiencia fracasada del 31? Quien mantiene esta actitud de mirar insistentemente al pasado, sobre todo cuando es un pasado superado, tiene un nombre: reaccionario, que el Diccionario de la Real Academia Española define así: Quien propende a restablecer lo abolido. Señorías, no queremos hacer un pacto del olvido, y ya cité en comisión algunos datos en ese sentido. A nadie se nos fuerza a olvidar, pero políticamente el olvido, en el sentido de no usar el pasado como arma, es necesario, como argumentó Ernest Renan en su famoso «Discurso sobre la nación». El olvido, decía, es un factor esencial en la construcción de una nación. La explicación que daba era muy sencilla. Hablando de su país, Francia, recordaba que si las brutalidades --es decir, registraba su Historia-- se recuerdan constantemente, impiden que se consolide la nación que, como decía en ese mismo discurso, no consiste en hablar la misma lengua o en pertenecer al mismo grupo étnico, sino en haber hecho grandes cosas en el pasado y querer hacerlas en el porvenir. Señorías, nunca son más grandes los pueblos que cuando se abrazan, reconciliados, olvidando las artificiales fronteras ideológicas, territoriales o generacionales. Sus señorías son representantes del pueblo español, y en mi opinión nada sería más beneficioso para España entera que el que enviáramos a todos nuestros conciudadanos, que tan a menudo se quejan de nuestras a veces triviales discrepancias, no un mensaje de división y resentimiento, sino uno de olvido de los viejos agravios y de concordia entre todos nosotros.
Muchas gracias. (Aplausos en los escaños del Grupo Parlamentario Popular.)
Muchas gracias. (Aplausos en los escaños del Grupo Parlamentario Popular.)
Como decía un brigada que conocí en el ejército:
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 23:09
Este tío es la pol.la en vinagre.
Pero, por suerte, en esta España cabemos todos (cantabro)
Enviado por el día 29 de Mayo de 2006 a las 23:41
Sí, todos ustedes.
Ya jugué a ese juego, muchos años.
Ya jugué a ese juego, muchos años.
Re: Pero, por suerte, en esta España cabemos todos (cantabro)
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 08:55
Meslier, esa versión del voto a favor de la constitución por obligación dentro de la izquierda me resulta nueva. No digo que no sea así, sólo digo que la derecha nunca ha sido consciente de eso, que yo sepa.
Por otra parte, no se si esa aceptación estratégica se puede hacer extensiva a toda la izquierda o sólo a los sectores más radicales. El PSOE de González pareció haberla asumido. Y sus actos así lo indican también. Puede que en aquellos momentos no se atrevieran a ir contra la constitución si sentían que no habían permeado el país suficientemente, no lo se. Si es así, no cabe duda de que los verdaderos faranduleros españoles estarían en el PSOE, y los titiriteros profesionales serían sólo unos aficionados.
Pero quiero pensar que no es así. Creo que en el PSOE hay una camarilla ciertamente muy poderosa ahora mismo de resentidos y \"politópatas\" (enfermos de la voluntad) reaccionarios que viven en su olimpo particular. Pero creo que el pueblo no va por ahí. Y creo que amplios sectores del PSOE tampoco, incluyendo antiguos dirigentes como Felipe González. Acaba de salir un libro suyo en el que parece dedica las siguientes palabras a ZP: \"Más que a un nublado le temo a ese gil.ipol.las\".
Por otra parte, no se si esa aceptación estratégica se puede hacer extensiva a toda la izquierda o sólo a los sectores más radicales. El PSOE de González pareció haberla asumido. Y sus actos así lo indican también. Puede que en aquellos momentos no se atrevieran a ir contra la constitución si sentían que no habían permeado el país suficientemente, no lo se. Si es así, no cabe duda de que los verdaderos faranduleros españoles estarían en el PSOE, y los titiriteros profesionales serían sólo unos aficionados.
Pero quiero pensar que no es así. Creo que en el PSOE hay una camarilla ciertamente muy poderosa ahora mismo de resentidos y \"politópatas\" (enfermos de la voluntad) reaccionarios que viven en su olimpo particular. Pero creo que el pueblo no va por ahí. Y creo que amplios sectores del PSOE tampoco, incluyendo antiguos dirigentes como Felipe González. Acaba de salir un libro suyo en el que parece dedica las siguientes palabras a ZP: \"Más que a un nublado le temo a ese gil.ipol.las\".
Re: Re: Pero, por suerte, en esta España cabemos todos (cantabro)
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 09:10
Está claro que de una manera u otra, el futuro de todos depende del PSOE y lo que haga. Depende de si internamente hay sectores importantes de constitucionalistas (según parece, después del espectáculo que dieron votando contra su voluntad el estatuto catalán en el congreso) y de si piensan hacerse notar de forma efectiva de aquí a no mucho.
Creo que se equivoca Ud. en esto, Meslier, y mi única inquietud es que no se si se equivoca Ud. o si quiero creer que se equivoca.
Creo que hay signos positivos. Ultimamente El País se desmarca cada vez más de posiciones zapateriles. Se han dado cuenta que en Arabia Saudí educan a los niños en el odio al infiel. Se han dado cuenta de que las sentadas por una vivieda digna piden algo legítimo y que no se puede acallar esas voces a mamporros, con elegancia Rubalcabesca.
A decir verdad, esa minoría de carquiprogres reaccionarios pro-31 lo tiene bastante difícil. Y lo saben. Entre todos vamos a buscar la manera de que la opinión pública sea consciente de que lo que vivimos no es otra cosa que una "burbuja falaz" cultivada con esmero por los dirigentes del PSOE y los nacionalistas. Hay que conseguir que el pueblo dé su opinión por los cauces establecidos, cosa a la que parece especialmente huidizo este enfermizo gobierno.
El comer y el rascar, todo es empezar.
Saludos
Creo que se equivoca Ud. en esto, Meslier, y mi única inquietud es que no se si se equivoca Ud. o si quiero creer que se equivoca.
Creo que hay signos positivos. Ultimamente El País se desmarca cada vez más de posiciones zapateriles. Se han dado cuenta que en Arabia Saudí educan a los niños en el odio al infiel. Se han dado cuenta de que las sentadas por una vivieda digna piden algo legítimo y que no se puede acallar esas voces a mamporros, con elegancia Rubalcabesca.
A decir verdad, esa minoría de carquiprogres reaccionarios pro-31 lo tiene bastante difícil. Y lo saben. Entre todos vamos a buscar la manera de que la opinión pública sea consciente de que lo que vivimos no es otra cosa que una "burbuja falaz" cultivada con esmero por los dirigentes del PSOE y los nacionalistas. Hay que conseguir que el pueblo dé su opinión por los cauces establecidos, cosa a la que parece especialmente huidizo este enfermizo gobierno.
El comer y el rascar, todo es empezar.
Saludos
Re: Enigmas del pensamiento pepero
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 09:40
Toda la derecha votó la Constitución? creo recordar que la incipiente AP se abstuvo, no fue así?
Re: Re: Enigmas del pensamiento pepero
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 10:17
Creo que nadie ha dicho que toda la derecha votase la constitución. Sólo que es nuevo para algunos en la derecha que parte de la izquierda la votase circunstancialmente y/o estratégicamente, según creo.
Supongo que dentro de la izquierda más radical habría habido algunos a los que les hubiera gustado votar en contra o como mínimo abstenerse. Como en la derecha. Y eso es el gran activo de la constitución, que es el patrimonio de los votantes moderados de izquierda y derecha, así debe ser y así se debe actualizar y tener bien presente.
Saludos
Supongo que dentro de la izquierda más radical habría habido algunos a los que les hubiera gustado votar en contra o como mínimo abstenerse. Como en la derecha. Y eso es el gran activo de la constitución, que es el patrimonio de los votantes moderados de izquierda y derecha, así debe ser y así se debe actualizar y tener bien presente.
Saludos
Re: Re: Re: Enigmas del pensamiento pepero
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 10:22
Por otra parte los votantes moderados de izquerda y de derecha fueron en el 78 y son ahora una masiva, monumental mayoría del electorado.
Los que se quieren erigir en (oscuros) "sacerdotisos" intérpretes del oráculo divino radical sobre esa mayoría civilizada tienen que volver al sitio de donde vinieron, la nada.
Los que se quieren erigir en (oscuros) "sacerdotisos" intérpretes del oráculo divino radical sobre esa mayoría civilizada tienen que volver al sitio de donde vinieron, la nada.
Enviado por jarabo desde España el día 30 de Mayo de 2006 a las 08:55
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 15:48
Mire usted, señor jarabo, esta provincia mandaron a don Fulano deTal, prestigiosísimo y muy conocido miembro del muy “empeñado” partido XXX, gran adalid de la reconciliación nacional, a convencer a la militancia de que tenían que votar y hacer votar “esa constitución” a pesar de la “grandísima repugnancia” que inspiraba (ya que no hacía posible “tomar cumplida venganza”), porque era un paso imprescindible en la “lucha por la edificación de socialismo”. Yo no estuve en la reunión, pero sí YYY, compañero de trabajo y de convicciones, dirigente sindical salido a la luz pública hacía un par de años. Me comentó: “ese imbécil está empeñado en que votemos ese bodrio y encima con el pretexto de que es un gran paso en la edificación del socialismo (era el socialismo de Leónidas Breznev)”. El PSOE de la localidad era en aquellos momentos bastante más radical (al menos en apariencia), que yo y mi colega.
Llegado el día de la ratificación me encontré con algunos que volvían de votar (yo no voté, por convicción totalitaria muy coherente, a mi entender). Todos manifestaron su repugnancia y que lo habían hecho para facilitar la revancha. Uno de los varios a los que manifesté mi negativa a votar y que me había comentado previamente: “vengo de votar al chumbo de Juan Carlos, maldita...”, enterado de mi decisión me la reprochó ásperamente diciendo que le hacía el caldo gordo a los fascistas.
He estado más próximo a socialistas en lo que es la convivencia cotidiana y más próximo a comunistas en lo político. Sé enteramente lo que se cuece en la mente de un comunista, pero a los socialistas nunca les he hablado “con el corazón en la mano”. Siempre me mantuve más como “quien escucha deferentemente”. La gente que yo he conocido ha estado próxima (de roce físico, vamos) a algunos de los que han ocupado las primeras planas de los periódicos, pero no yo. Cuando se trataba de política siempre han manifestado su desafecto absoluto hacia el sistema constitucional “vigente”, que se tachaba de imposición de los “franquistas” hacha sobre la base de la amenaza militar.
Por otra parte el mismo Maragall lo ha expresado: “mi respeto a la constitución era un efecto colateral del 23-F”. Esto era de cajón para todo el mundo. Se trataba de una Constitución que había que soportar mientras no hubiera otro remedio, pero nunca, de ninguna manera, “nuestra” Constitución. Hademás “se nos había impuesto” mediante el chantaje de la fuerza.
No le hablo para nada del PTE, la ORT, el MC o la LCR. Nunca conocí verdaderamente a nadie de esos movimientos y, si lo conocí algo (que a algunos conocí de vista -y a alguna, de cama, pero claro, la engañaba), nunca entré seriamente a hablar de política con ellos. Yo tenía las ideas muy claras al respecto. No podíamos avanzar hacia el socialismo fuera del PCE o del PSOE.
Le hablo de políticos. La gente común, que votaba y vota lo que le dicen no entra en estas consideraciones.
Llegado el día de la ratificación me encontré con algunos que volvían de votar (yo no voté, por convicción totalitaria muy coherente, a mi entender). Todos manifestaron su repugnancia y que lo habían hecho para facilitar la revancha. Uno de los varios a los que manifesté mi negativa a votar y que me había comentado previamente: “vengo de votar al chumbo de Juan Carlos, maldita...”, enterado de mi decisión me la reprochó ásperamente diciendo que le hacía el caldo gordo a los fascistas.
He estado más próximo a socialistas en lo que es la convivencia cotidiana y más próximo a comunistas en lo político. Sé enteramente lo que se cuece en la mente de un comunista, pero a los socialistas nunca les he hablado “con el corazón en la mano”. Siempre me mantuve más como “quien escucha deferentemente”. La gente que yo he conocido ha estado próxima (de roce físico, vamos) a algunos de los que han ocupado las primeras planas de los periódicos, pero no yo. Cuando se trataba de política siempre han manifestado su desafecto absoluto hacia el sistema constitucional “vigente”, que se tachaba de imposición de los “franquistas” hacha sobre la base de la amenaza militar.
Por otra parte el mismo Maragall lo ha expresado: “mi respeto a la constitución era un efecto colateral del 23-F”. Esto era de cajón para todo el mundo. Se trataba de una Constitución que había que soportar mientras no hubiera otro remedio, pero nunca, de ninguna manera, “nuestra” Constitución. Hademás “se nos había impuesto” mediante el chantaje de la fuerza.
No le hablo para nada del PTE, la ORT, el MC o la LCR. Nunca conocí verdaderamente a nadie de esos movimientos y, si lo conocí algo (que a algunos conocí de vista -y a alguna, de cama, pero claro, la engañaba), nunca entré seriamente a hablar de política con ellos. Yo tenía las ideas muy claras al respecto. No podíamos avanzar hacia el socialismo fuera del PCE o del PSOE.
Le hablo de políticos. La gente común, que votaba y vota lo que le dicen no entra en estas consideraciones.
Enviado por jarabo desde España el día 30 de Mayo de 2006 a las 10:17
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 15:59
Los "chinitos", como les decíamos, estaban absolutamente en contra y de forma explícita. Esos nunca han sido el problema. El problema éramos los que nos idetificábamos con la república del Frente Popular, los que considerábamos a Negrín un "camarada". ¿Cuánta genta hay así entre el sector pensante del PSOE?
Bueno, lo esencia es que nuestra versión de la guerra civil era exactamente la del fulano que presentó la moción al Consejo de Europa. Ese escrito lo podría haber redactado yo o cualquier socialista o comunista de finales de los años setenta. Es más, supongo que se lo habrán escrito en el PSOE.
Bueno, lo esencia es que nuestra versión de la guerra civil era exactamente la del fulano que presentó la moción al Consejo de Europa. Ese escrito lo podría haber redactado yo o cualquier socialista o comunista de finales de los años setenta. Es más, supongo que se lo habrán escrito en el PSOE.
incluyendo antiguos dirigentes como Felipe González
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 16:05
Desde luego que el hombre que es la mano derecha de Carlos Slim no puede ser socialista, en el sentido que le dábamos a este término.
Pero tampoco tiene que ser demócrata. De hecho hay muy buenos modelos políticos en el mundo, que serían satisfactorios para los negocios del señor Slim, sin necesidad de pasar por lo que se entiende el occidente por democracia y libertades públicas.
De hecho PRISA es muy buen ejemplo.
Pero tampoco tiene que ser demócrata. De hecho hay muy buenos modelos políticos en el mundo, que serían satisfactorios para los negocios del señor Slim, sin necesidad de pasar por lo que se entiende el occidente por democracia y libertades públicas.
De hecho PRISA es muy buen ejemplo.
Enviado por katalan desde España el día 30 de Mayo de 2006 a las 09:40
Enviado por el día 30 de Mayo de 2006 a las 16:10
Probablemente una parte de la derecha no votó la Constitución.
Lo realmente bueno del asunto es que los marxistas sí la votamos (yo no, pero sí la mayoría de los militantes, muy disciplinados, y la mayoría de sus votantes).
Los marxistas votamos la constitución para utilizarla y, en su momento, derribarla.
Por lo que a mí respecta me puede quedar fuera porque estaba convencido de que iba a salir. De no haber estado tan seguro la habría votado. Era una bomba de relojería, en el fondo, y, en el fondo, yo lo sabía. Fue una chiquillada que me permití.
Lo realmente bueno del asunto es que los marxistas sí la votamos (yo no, pero sí la mayoría de los militantes, muy disciplinados, y la mayoría de sus votantes).
Los marxistas votamos la constitución para utilizarla y, en su momento, derribarla.
Por lo que a mí respecta me puede quedar fuera porque estaba convencido de que iba a salir. De no haber estado tan seguro la habría votado. Era una bomba de relojería, en el fondo, y, en el fondo, yo lo sabía. Fue una chiquillada que me permití.
Re: Enviado por katalan desde España el día 30 de Mayo de 2006 a las 09:40
Enviado por el día 31 de Mayo de 2006 a las 07:08
Sr. Meslier, gracias por sus aclaraciones. Se comprende pues bastante bien el pacto del Tinell ahora y la política de frente común de la izquierda (quiero pensar que sólo de sus políticos) en general.
Por lo que Ud. comenta, no se si esta treta de décadas se limita a comunistas y ala radical del PSOE o si por el contrario se extiende a la mayoría del PSOE.
En culquier caso, eso no es incompatible con el concepto de burbuja demagógica mantenida por los políticos de izquierda al margen de la mayoría del electorado. La sensación que se tiene es que la gran mayoría del electorado de izquierda es mucho más positivo que sus políticos. O lo era, o está en trance de dejar de serlo. Es eso lo que urge comprobar. Desde luego, si el grueso del electorado de izquierda va por donde Ud. me comenta de sus políticos, sin duda nos esperan tiempos difíciles y un retroceso importante en nuestros bolsillos, en nuestros derechos y en nuestra presencia internacional.
De ahí la importancia de dar la voz al pueblo para que defienda sus intereses, si es que aún sabe cuales son, y si es que no están ya narcotizados de hastío hacia lo político.
Saludos
Por lo que Ud. comenta, no se si esta treta de décadas se limita a comunistas y ala radical del PSOE o si por el contrario se extiende a la mayoría del PSOE.
En culquier caso, eso no es incompatible con el concepto de burbuja demagógica mantenida por los políticos de izquierda al margen de la mayoría del electorado. La sensación que se tiene es que la gran mayoría del electorado de izquierda es mucho más positivo que sus políticos. O lo era, o está en trance de dejar de serlo. Es eso lo que urge comprobar. Desde luego, si el grueso del electorado de izquierda va por donde Ud. me comenta de sus políticos, sin duda nos esperan tiempos difíciles y un retroceso importante en nuestros bolsillos, en nuestros derechos y en nuestra presencia internacional.
De ahí la importancia de dar la voz al pueblo para que defienda sus intereses, si es que aún sabe cuales son, y si es que no están ya narcotizados de hastío hacia lo político.
Saludos