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¿Se puede gobernar sin agraviar?
Enviado por el día 10 de Julio de 2006 a las 08:05
¿Se puede gobernar sin agraviar?

Que un presidente de gobierno tome decisiones impopulares, por ejemplo como las tuvo que tomar Aznar, es algo inevitable, ya que jamás de los jamases ¡ni Cristo lo consiguió! un gobernante podrá satisfacer con sus tomas de decisiones al ciento por ciento de la sociedad.

Una cosa es no compartir las decisiones de otros, y otra es llegar al agravio personal de los afectados por la toma de la misma. Así es como está gobernando Zapatero, agraviando con sus disposiciones a media España.

Estar en desacuerdo con una idea, pensamiento o política determinada no es reprochable en nadie, pero si en un estado moderno y civilizado, el máximo responsable del gobierno agravia con sus decisiones personales a las ideas, pensamientos y políticas distintas a las suyas, está gobernando de una forma odiosa, ya que la toma de decisiones no tiene porque implicarse con los sentimientos personales ni colectivos.

El no estar de acuerdo con la política que realiza el gobierno de un país determinado, es algo muy normal y natural, y nadie tiene que reprochar nada por ello. Pero si ese desacuerdo lleva a agraviar la bandera de ese país que no representa a ese gobierno, si no que representa a una sociedad, sin duda el que recurre a esa acción torticera cae en la ofensa personal.

Otra de las acciones repugnantes del señor Zapatero fue la retirada de la estatua ecuestre de un dictador fallecido hace muchos años. Quizás ZP pensó que esa estatua agraviaba la memoria de algunos españoles. Razón no válida, ya que si retiramos de las calles, plazas y parques insignias de un pasado histórico que agravia los sentimientos de los ciudadanos, entonces no existirían símbolos ni iconos, salvo los que determine el señor ZP cual agravian y cual no.

Una de las injusticias más aberrantes en las que esta cayendo este pobre hombre, por sus delirios de gobernante hechizado en acabar con “el demonio del mal”, es el trato que da a las víctimas del terrorismo. Les ofende de tal manera que raya en la crueldad más mórbida. Estas víctimas que han sido mordidas en lo más hondo de sus entrañas por asesinos cobardes, seguro que desean la paz más que Zapatero, si ésta llegara por las vías de la contrición de los asesinos, pero si ha de llegar por el triunfo de los criminales ante el, estado de derecho, la humillación y el ultraje hacia ellos y la memoria de sus muertos sería de una magnitud tan enorme, que la historia condenará a este iluminado al pozo del olvido más profundo.


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Re: ¿Se puede gobernar sin agraviar?
Enviado por el día 10 de Julio de 2006 a las 08:06
Los sentimientos son consustanciales con el ser humano, pero si éstos se anteponen a las razones, o las conveniencia de los hechos, irremisiblemente el gobernante que administra con ellos una sociedad, caerá indefectiblemente en errores, deslices que podrán ser aceptados por aquellos que se benefician de los mismos, pero que serán sin duda condenados en el tiempo.

Un estadista jamás debe caer en el puerilismo ni en rabietas de niño mal educado. Desgraciadamente el señor Zapatero cae en ellas con demasiada frecuencia, pataletas quizás aplaudidas por los que “le quitan el polvo de las solapas”, pero reprochadas por los observadores de los acontecimientos del mundo.
El no asistir a la misa y despedida del Papa en su visita a Valencia por el señor Zapatero, ignoro que satisfacciones privadas le ha reportado, quizás se haya deleitado con ello; pero ante las personas de conceptos lógicos, analizaran esos hechos como los de un contumaz ofuscado en sus incongruencias y disparates.

El presidente del gobierno de un país moderno y civilizado, abierto a todo el mundo, debe actuar de acuerdo a los protocolos. Pero por lo visto el señor Zapatero no está de acuerdo con lo de: “lo cortés no quita lo valiente”. Él es antes que nadie, pero en los que detesta; y sumiso con los que teme. Al Papa le evita, pero a su “amigo” de Marruecos le comunica y le informa de que va a visitar Melilla, para que no se enfade.

Este es Zapatero.