España

El precio del hambre

Aquel que dijo hace dos años que sabía como acabar con el hambre en el mundo, que encandiló a medio pueblo con sus promesas de un nuevo mundo. Aquel que también proclamó: “Haré de la austeridad el eje de la política de mi gobierno” a poco más de dos años de la solemnidad de sus juramentos, ha demostrado ser el embaucador más falaz que ha conocido la democracia moderna de un país que intenta, mejor dicho: intentaba ser uno de los puntero del mundo.
Hoy éste petardista, de cuyo nombre no quiero tampoco acordarme, está paliando el “hambre” de odio y venganza de los resentidos y ávidos de revanchas inconfesables, y llenando la barriga de sus meollos con los caprichos propios de un reyezuelo, o de un tirano de república bananera.
Tomar un airbus , unos de los aviones más grandes de las fuerzas aéreas de su país, sólo para hacer unas compras en un renombrado almacén de Londres, es un acto propio del más esperpéntico, patético y ridículo de los mortales con capacidad de poder de decisión. Es más la megalomanía propia de un descerebrado, que de una persona con contenido de la decencia y del pudor.
Que a un país, las bragas de la mujer y las hijas de este insensato, les cueste millones de pesetas, es algo tan fuera del pensamiento del hombre en sus cabales, que hacen del que proclamó al mundo saber como acabar con el hambre física de los que la padecen, el más mezquino de los timadores y embaucadores de una sociedad amorfa.