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La ira inútil de la izquierda
Enviado por el día 6 de Noviembre de 2004 a las 09:39
La ira inútil de la izquierda
Uno de los grandes defectos de los de ideas progresistas radica en la irreflexión de sus actos. Creen que su verdad es tan legítima e irrebatible que con ella intentan arroyar todo aquello que sale a su paso, y ¡claro! Cuando la realidad de los hechos les descubre la verdad o razón de las cosas, no les queda más remedio que rectificar; y así les vemos; donde ayer dije OTAN no, luego digo OTAN si. Y hace unos días “Yamkees go home! Y ahora a toda prisa y corriendo “Yankees come back” .
Nuestro presidente señor Zapatero ha cometido unos fallos imperdonables en un estadista. Lo lamentable es que han sido de naturaleza tan baladí, infantil y estúpida, que nunca esos actos pueden reportar nada positivo, y si mucho de negativo. Y ahora, ante la tremenda decepción para la izquierda de la aplastante victoria del conservadurismo en el pueblo más adelantado del mundo, unos, los que no tienen responsabilidades se lamentan, y otros, como los señores y señoras socialistas del gobierno, intentan arreglar el desaguisado.
El gran defecto de la izquierda, como decía al principio, es la de no saber medir las consecuencias de sus actos, y las que inexorablemente trae el tiempo. No se percatan que es un juez inapelable y que no se puede jugar contra él. El conservadurismo sabe muy bien medir el tiempo, por eso casi nunca le sorprende.
Otro de los grandes defectos de los progresistas, es que por la boca se les va toda la fuerza. No se deben nunca adelantar acontecimientos ni vender la piel del oso antes de cazarle. El triunfalismo de la izquierda es omnipotente, todopoderoso... el poder les emborracha, se sienten dioses y creen poder arreglar el mundo y sus miserias, pero cuando se les pasa los efluvios del éter divino, se derrumban sus sueños como castillos de papel.
Así que ya tenemos en puertas otra rectificación de “los reyes del mambo” . A ver como se las maravilla el señor Zapatero y el señor Moratones para convencer al “Tío Sam” de que aquello fue una pataleta de un niño mal educado.
Uno de los grandes defectos de los de ideas progresistas radica en la irreflexión de sus actos. Creen que su verdad es tan legítima e irrebatible que con ella intentan arroyar todo aquello que sale a su paso, y ¡claro! Cuando la realidad de los hechos les descubre la verdad o razón de las cosas, no les queda más remedio que rectificar; y así les vemos; donde ayer dije OTAN no, luego digo OTAN si. Y hace unos días “Yamkees go home! Y ahora a toda prisa y corriendo “Yankees come back” .
Nuestro presidente señor Zapatero ha cometido unos fallos imperdonables en un estadista. Lo lamentable es que han sido de naturaleza tan baladí, infantil y estúpida, que nunca esos actos pueden reportar nada positivo, y si mucho de negativo. Y ahora, ante la tremenda decepción para la izquierda de la aplastante victoria del conservadurismo en el pueblo más adelantado del mundo, unos, los que no tienen responsabilidades se lamentan, y otros, como los señores y señoras socialistas del gobierno, intentan arreglar el desaguisado.
El gran defecto de la izquierda, como decía al principio, es la de no saber medir las consecuencias de sus actos, y las que inexorablemente trae el tiempo. No se percatan que es un juez inapelable y que no se puede jugar contra él. El conservadurismo sabe muy bien medir el tiempo, por eso casi nunca le sorprende.
Otro de los grandes defectos de los progresistas, es que por la boca se les va toda la fuerza. No se deben nunca adelantar acontecimientos ni vender la piel del oso antes de cazarle. El triunfalismo de la izquierda es omnipotente, todopoderoso... el poder les emborracha, se sienten dioses y creen poder arreglar el mundo y sus miserias, pero cuando se les pasa los efluvios del éter divino, se derrumban sus sueños como castillos de papel.
Así que ya tenemos en puertas otra rectificación de “los reyes del mambo” . A ver como se las maravilla el señor Zapatero y el señor Moratones para convencer al “Tío Sam” de que aquello fue una pataleta de un niño mal educado.