España

Por que la izquierda detesta a la derecha

Fallar cual son los motivos por los que las personas sienten o se decantan hacia un sistema de convivencia social y político son tan prolijos que sería arduo el establecer los parámetros que les induce a ello. Además, en cada caso concurrirán aspectos muy particulares e íntimos, cuando no, otros aspectos circunstanciales.

Pero si se pueden fijar aspectos muy concretos que determinan claramente las posiciones en general.

El mundo tal como le conocemos se ha construido con las ideas de unos, y con el sudor y la sangre de otros. Esto parece que nadie lo puede negar excepto aquellos que crean en los milagros y las “varitas mágicas”.

Para construir las pirámide de Egipto fue necesario el esfuerzo de miles de esclavos que durante decenas de años dieron su esfuerzo para llevar a cabo esas maravillas que hoy el mundo contempla con arrobo. Unido a que otros medios aparte de la tracción de sangre no existían, y que los alimentos de subsistencia dependían de la agricultura, y que el hambruna fuera casi continua; no es de extrañar que los esclavos maldijeran y odiaran a muerte a los causantes de sus miserias.

La revolución industrial y los medios fabriles en vez de unir a la humanidad fue otro de los aspectos que más contribuyó a separarla. Por un lado los costos, la producción y los beneficios, y por otro los sueldos y las horas laborales hicieron que la sociedad se dividiera más que nunca y diera numerosos motivos de conflictos y lucha de clases. De aquí nacieron los grandes ideólogos que dieron un motivo añadido para separar aún más lo que ya estaba separado.

La explotación del hombre por el hombre ha sido necesaria para que el mundo llegara a donde ha llegado. Nada se ha construido por arte de magia. Por eso el hombre odia al hombre responsable de sus desgracias e infortunios y necesita manifestar su rechazo otrora con levantamientos, rebeliones e insurrecciones, huelgas, manifestaciones, motines y revueltas.

La paradoja es que las revoluciones sólo han servido para quitar a un tirano para poner a otro, nunca han solucionado el problema social y económico; es más, casi siempre lo empeora. Si a una revolución no le sigue el esfuerzo y el trabajo de los revolucionarios ¡Para que sirve!

Es imposible imaginar por donde andaría hoy el mundo si esos hombres tan odiados y detestados no hubiera tomado las iniciativas que les granjearon el resentimiento y la inquina de sus contemporáneos. Hoy gracias a ellos podemos contemplar las maravillas del mundo.

Porque yo os aseguro que las pirámides de Egipto, el Monasterio del Escorial, La Torre Eifell y la Catedral de Burgos entre otros miles de monumentos no los construyeron personajes como “El Cojo Manteca”. ¡Seguro que no!