España

Los hijos de la ira

Desgraciadamente aun quedan en España descendientes de aquellos que en una mala hora se dedicaron a hacer una guerra fraticida para imponer un sistema egoísta y partidista ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo en la paz.

Y como pasa en todas las guerras salvo muy pocas excepciones, hay vencedores y vencidos. Los vencedores de aquel absurdo impusieron sus leyes bajo la legitimidad de su victoria durante 40 años; hasta que la voluntad de las nuevas generaciones y el inapelable paso del tiempo, floreció un nuevo sistema que aspiraba a unir en un proyecto común a todos los españoles.

Pero por lo visto 64 años no son suficientes para cicatrizar las heridas psíquicas que se les abrieron a los vencidos, y hoy todavía siguen pidiendo reparaciones, cuando no venganza a los descendientes de los vencedores, exigiéndoles que derriben hasta el último ladrillo que pueda recordar a los de su infausta memoria.

Estos se basan en el tremendo dolor que les supone los amargos recuerdos de los símbolos franquistas, pero no reparan en el mismo dolor que también ellos causaron a otros; otros que ya han olvidado por completo aquel disparate y aceptan a los hijos de la ira como componentes de una nueva sociedad.

A aquellos les molesta y les hiere ver en una ciudad cualquiera el nombre de una calle o plaza, o el busto de un político o militar causante de sus desgracias, pero no le importa que ese busto o calle tenga el nombre del que causó también otras desgracias.

Estos hijos de la ira que en el año 1978 fueron legalizados por sus verdugos, hoy quieren borrar todo vestigio que les recuerden sus desgracias, pero que sigan vigentes sus símbolos.

Es la forma que entienden de lo que es democracia.