España

La industria de las canonizaciones va a toda máquina. El indio Juan Diego de México, pasará a los altares. Y como para que las cosas sean parejas, en España se impulsa la canonización de Isabel la Católica. Mientras se define la cuestión, ofrecemos a nuestros lectores el punto de vista de un peninsular sobre el pedigrí de la mentada Isabel, próxima a los altares.
Ayer supimos que la memoria anual de la Conferencia Episcopal concluía con una referencia al proceso de canonización de Isabel I de Castilla y de León, conocida en los libros franquistas como \"Isabel la Católica\". Los obispos españoles, más españoles que obispos en algunos casos, no han cejado en su empeño y más pronto que tarde verán cumplido el sueño de elevar a los altares a la reina que fundó lo que sus mesnadas se han encargado de mantener bajo el nombre de España. Así desde el siglo XV.
Isabel la Católica, algún católico debiera escandalizarse por ello, llegará al podio de la santidad por méritos tales como la expulsión de los judíos -salvo los arrepentidos, a los que, encima, apo-daron marranos, como ahora- y de los moros, aquellos árabes sabios, cultos, educados y limpios, para sustituir sus influencias y reinos por una corte de incultos y brutos revestidos de nobleza ba-turra. Expulsaron a sangre y fuego a los que manejaban la economía y a los que llevaron a Al Andalus (Andalucía) a la cima de su civilidad para poner en su lugar a gentes que firmaban los edictos con una equis y la aclaración \"el Señor no sabe escribir porque es noble\". Cierto.
Su marido -no tardarán en canonizarlo- dirigió a su soldadesca contra el reino de Navarra. Bien apoyado en la traición de pagados como el Conde de Lerin, arrasaron con la historia, la sociedad y hasta la linguae navarrorum. Y así nació España. Hija de la carnicería cultural, del desprecio a la ciencia, el odio a los vecinos, la envidia por el progreso ajeno, la España de los Reyes Católicos se edificó sobre la conquista de América. Sobre más genocidio, más robo, más sangre. Con el pretexto de la religión, de su imposición a sangre y fuego, habría que precisar, Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto, arrasaron civilizaciones, dirigieron el primer progrom de la Historia, esquilmaron un continente y fundaron así España. La que hoy conocemos.
Se les llena la boca a algunos cuando hablan de una patria edificada sobre tanta ignominia. Y aunque es cierto que así se crearon la mayor parte de las realidades políticas en aquellos tiempos, la española destaca por su crueldad y aversión a cualquier manifestación cultural. Así nos ha lucido el pelo a quienes nos tocó nacer bajo su sometimiento.
Hoy Isabel la Católica camina a los altares. Mañana serán José Antonio, Franco o Carrero Blanco. Melitón llegará como poco a beato. Y, mientras tanto, Aznar, Mayor o Garzón esperan su turno. Méritos ya han hecho.







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HEMEROTECA

A mí me parecen repulsivos el 90% de los motivos por los que se canonizan a las personas.

Ahí tenemos a San Tiago Matamoros, asesino popular, o a Ciro, cuya virtud no fue sino la de mandar deshollar viva (por supuesto después de ser violada) a una científica en Alejandría, por el hecho de ser mujer e instruida.

Que se metan por el *"·%$" sus canonizaciones.