España

Afectuosos saludos.

Para Cincinato, un chiste ecuatoriano de la Mili, que hace relación a nuestros tan degustados caldos.

Se encuentra el pelotón reunido después de la muy exigente instrucción.

Es ya hora de la comida. El Sargento Instructor en persona, la sirve, como deferencia al rendimiento del pelotón. Para esto, se había preparado una sabrosa gallinita, en la cocina del cuartel. El Sargento Instructor estaba contento, y repartía la ración, de acuerdo al nombre del recluta.

Recluta Toala. Para Ud. el ala.

Recluta Arguello. Para Ud. el cuello.

Recluta Verduga. Para Ud. la pechuga.

Recluta Padilla. Para Ud. la rabadilla.

Recluta Angulo. Y éste respondió. Para mi el caldito nomás mi Sargento.

Para Arasou. No dejes de servirte el caldo ecuatoriano de patatas. Nuestro locro de papas. Es delicioso. Tiene patatas, queso, y huevos.

Y tiene su historia que tengo a bien conversarles. Cuando Simón Bolívar llegó a Quito, en junio de 1822, le conoció a una distinguidísima dama ecuatoriana. De la mejor sociedad colonial. Prácticamente, hija de españoles. y ella fue la mujer más importante en la vida de Simón Bolívar. Su nombre, Manuelita Sáenz. El mismo Simón Bolívar le llamó, la Libertadora del Libertador. Porque ella le salvó la vida en Bogotá, la famosa Noche Septembrina.

Y entonces, esta maravillosa mujer, le cedió a Simón Bolívar su cocinera personal, para hacere más llevadera su vida de campaña. Según Gabriel García Márquez, en su notable obra, El General en su Laberinto, ella se llamaba Fernanda.

Esta humilde mujer ecuatoriana le acompañó a Simón Bolívar a Bogotá. Y allí le preparaba el locro de papas. Les gustó tanto a los colombianos, que lo convirtieron en un plato de ellos. Se llama el ajiaco. Pero ellos le incluyeron carne, o pollo.

Arasou, el pueblo colombiano en pleno no se pudo haber equivocado. No dejes de degustar el locro de papas. Y a mi, solo mencionarlo, se me hace agua la boca.

Entrañablemente gastronómico.

Pedro Malo.