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Del buen salvaje al buen revolucionario
Enviado por el día 18 de Diciembre de 2006 a las 00:40
Del buen salvaje al buen revolucionario
Aníbal Romero*


http://www.aipenet.com/articulo_semanal.asp?Articu...

Caracas (AIPE)- Este año se cumplen treinta años de la publicación del libro de Carlos Rangel, “Del buen salvaje al buen revolucionario”. Releyéndolo, me impacta la frescura de sus ideas y compruebo las razones de su prolongada vigencia. Con admirable lucidez, Rangel sometió a cirugía los mitos que tranquilizan las conciencias latinoamericanas. Si asumimos que tales mitos son espacios sicológicos que ofrecen refugio para orientarnos en la vida, es comprensible que la implacable crítica de Rangel haya horadado una cultura política complaciente y extraviada en sus espejismos. Como afirmó en el libro, los latinoamericanos "nos mentimos a nosotros mismos, y aceptamos además fácilmente cualquier mentira ajena que nos alivie de nuestra humillación". Al destruir los mitos, Rangel sacudió los espíritus.

Este libro de Rangel sigue siendo una especie de cartucho de dinamita arrojado en medio de una fiesta, en este caso la engañosa fiesta en que se deleita una América Latina acosada por sus tropiezos. De un lado, los latinoamericanos acogemos con beneplácito el mito del buen salvaje, del hombre puro y simple corrompido por una sociedad injusta y explotadora, una sociedad que sin embargo se redime mediante utopías colectivistas. De otro lado, la humillación que se deriva de la brecha entre el inmenso poder de Estados Unidos y las divisiones, el atraso y la inestabilidad en América Latina genera el mito del buen revolucionario, arquetipo del latinoamericano que culpa al coloso norteño por todos nuestros males y dedica su existencia a luchar contra "el imperio".

Lo que más llama la atención cuando se regresa a este valiente libro es lo poco que hemos aprendido. Rangel asevera, por ejemplo, que "la ambición secreta que vive en el corazón de cada latinoamericano" consiste en "desafiar a los Estados Unidos, romper con los Estados Unidos, como desquite no sólo por los atropellos y las humillaciones particulares y concretos sufridos por los latinoamericanos colectiva e individualmente a manos de los yanquis, sino sobre todo por la humillación y el escándalo generales que significan el éxito norteamericano y el fracaso latinoamericano". Al momento de escribir esas líneas, Rangel tenía en mente a Fidel Castro. Uno se pregunta: ¿Qué hubiese pensado de haber contemplado, tres décadas más tarde, a Hugo Chávez y sus delirios mesiánicos, exhibidos sin pudor alrededor del mundo?
Re: Del buen salvaje al buen revolucionario
Enviado por el día 18 de Diciembre de 2006 a las 00:44
Rangel fue claro al señalar que "el imperialismo norteamericano en América Latina no es, desde luego, ningún mito. Sólo que es una consecuencia y no una causa del poder norteamericano y de nuestra debilidad. Hasta el despojo más inicuo, por reprobable que sea, no excusa de buscar una explicación racional para la fuerza del ladrón y la debilidad de la víctima". En buena medida, su libro es un intento de explicar ese abismo y aunque su extenso ensayo no elabora propuestas explícitas, queda implícita la convicción por parte del autor de que sólo abandonando esos mitos, reconfortantes pero falsos, asumiendo nuestras responsabilidades y superando el complejo de inferioridad que se escuda tras las fantasías del buen salvaje y el buen revolucionario, seremos capaces los latinoamericanos de construir naciones prósperas y estables, a la vez que una relación madura y mutuamente beneficiosa con Estados Unidos.

¿Es esa meta factible? Quizás, pero los síntomas negativos son múltiples. A pesar del descrédito del socialismo a nivel planetario, todavía se reivindican en nuestro medio las fórmulas del fracaso y algunos hasta sostienen que el socialismo es "humanista". El antiyanquismo sigue siendo la moneda corriente entre buena parte de la intelectualidad latinoamericana, cuya visión del mundo continúa ubicada a la izquierda y es tan profundo ese sentimiento que personas presuntamente ponderadas terminan convertidas —a la manera de Chávez— en apologistas de Noam Chomsky (el mismo que en su momento apoyó las matanzas de Pol Pot en Camboya y hoy respalda al norcoreano Kim Jong-Il). El Che Guevara, cruel símbolo de una inmensa decepción, aún enciende las emociones de muchos en nuestras tierras. La presidenta chilena, confundida por los mitos, dudó sobre su voto en la ONU por temor a ser vista junto a Washington. Cuba permanece asfixiada de totalitarismo y los presidentes de Brasil, Argentina, Bolivia y Venezuela enarbolan la retórica del buen salvaje, mezclándola con la del buen revolucionario.

¿Tuvo sentido la audaz empresa intelectual de Carlos Rangel y los costos personales que pagó por su coraje político? Pienso que sí, pues los mitos de siempre fueron develados por su pluma certera como lo que realmente son: ilusiones sin destino.

___* Profesor de ciencia política, Universidad Simón Bolívar.

© www.aipenet.com
Re: Re: Del buen salvaje al buen revolucionario
Enviado por el día 18 de Diciembre de 2006 a las 02:01
“Hasta el despojo más inicuo, por reprobable que sea, no excusa de buscar una explicación racional para la fuerza del ladrón y la debilidad de la víctima".”

Es cierto que en general el mundo no se podría dividir en victimas y verdugos pues siempre existe un nivel complacencia para convertirse en victima cuando el abuso es reiterado. Sin embargo el análisis de Rangel no toma en cuenta diferentes factores.
La debilidad de América Latina es también una consecuencia y esta la podemos encontrar no solo en el factor interno sino externo. La sola concepción de nuestra organización geopolítica es una condena a la debilidad. No se puede competir con una “nación” dividida en republicas arrastradas por caudillos, frente al tipo de organización norteamericano. Esta concepción geopolítica no solo corresponde a las ambiciones de nuestros caudillos y caciques sino también a la imposición de un modelo determinado que siempre ha sido alimentado primero por Inglaterra y luego por EE UU.

El porque nos dejamos manejar y porque imitamos la parte más absurda del modelo republicano seria largo de explicar. Sin embargo los países anglosajones dominantes (Inglaterra EE UU) no son ajenos a esta concepción y a alimentar nacionalismos y guerras entre la propia nación hispana.

La sola concepción de una nación parece absurda a muchos latinoamericanos, a pesar de que lo hemos sido durante 300 años. Hay muchos en el foro que comparan nuestras guerras internas a las europeas que si son estados nacionales, con etnias, idiomas y culturas totalmente disímiles. Nosotros solo somos líneas trazadas por la ambición, la guerra o el caudillismo sobre la misma patria.

Re: Re: Re: Del buen salvaje al buen revolucionario
Enviado por el día 18 de Diciembre de 2006 a las 02:02
Personalmente no creo que América Latina deba confiar en EE UU pero tampoco basar su existencia en el antiimperialismo, o la existencia o no de los yanquis. Nuestro problema esta en nuestra propia concepción como “naciones” y la situación de cómo miremos a EE UU no cambiara nuestra pobreza, aislamiento y peligros. Sin embargo es absurdo y suicida considerar a EE UU como un país con el cual América Latina pueda construir una relación “mutuamente beneficiosa” mientras seamos débiles, desunidos y no nos veamos mutuamente. Primero hay que construirnos como nación para luego intentar la igualdad con los del norte. Dejar de ser solo un buen salvaje, nos ven como salvajes porque lo somos en gran medida. Nuestras concepciones de nación, de patria, de estado, van del ridículo al absurdo.

Por esto mismo es pésima y terriblemente destructiva la política de Chávez quien pretende construir una nación iberoamericana bajo su hegemonía y el odio a EE UU. Nosotros debemos surgir bajo ninguna ideología que no sea la libertad y nuestras herencias democráticas. Como El cabildo abierto, la constitución de la Pepa y otros, que reivindican la “democracia” hispana. No necesitamos odiar a EE UU sino verlo con cuidado, mientras seamos tan débiles, no se puede ser tan débil y esperar la “honradez” y la “buena voluntad” del vecino para que no te golpee o te robe, hay que ser muy tonto o ingenuo. DE otro lado el odiar solo construye la reactividad, el vivir en “relación de lo que hace el otro” y el ridículo que vemos en Chávez.

Re: Del buen salvaje al buen revolucionario
Enviado por el día 18 de Diciembre de 2006 a las 16:07
jaja latinoamerica se da cuenta de que la derecha (a la que llevan bvotando casi 2 siglos) no funciona, y apenas empiezan a votar a la izquierda todo el mundo se asusta, asustados de que?