Internacional

Más de ocho meses después del fin oficial de la guerra contra Irak, las arsenales de armas de destrucción masiva que los líderes de la coalición de las Azores utilizaron para justificar la guerra contra Iraq continuan desaparecidos. Hace unos días el inspector de armamento designado por el gobierno de Washington dimitía manifestando su creencia de que el régimen había renunciado a las armas no convencionales desde la guerra del Golfo. Las inspecciones proseguirán pero lo cierto es que ya es casi imposible que se encuentre nada. Es hora de enfrentarse a la verdad, las armas no existían, y nuestros líderes, como poco, lo sospechaban. Algunos alegaran que el régimen baazista de Saddam Hussein tenía la intención de poseerlas, pero una intención no es lo mismo que una acción. Otros diran que la guerra ha servido para derribar a la dictadura y hacer que Hussein responda ante la justicia, es cierto, pero este era solo un objetivo secundario de la guerra, y no la justifica en absoluto, a menos que nos dispongamos a atacar a todas las dictaduras del mundo. En mi opinión, a aquellos que en su momento apoyaron la intervención no les queda otro camino que rectificar su posición y exigir las debidas responsabilidades a sus gobernantes. De no hacerlo demostraran que estan con ellos en todo momento y bajo cuelquier circunstancia, es decir, que su posición no respondía a hechos o razones, sino que simplemente era un alineamiento partidista. Y al mantenerlo ahora se pondra de relieve su fanatismo, su maniqueismo y su hipocresía.