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Desarrollo "Socialista"
Enviado por el día 27 de Mayo de 2005 a las 10:07
En esta revolución la gente se alimenta de emociones, promesas y dádivas misioneras. Se habla del desarrollo endógeno, pero hasta las vacas se preñan en el exterior. Se importa todo y sólo se exporta petróleo y revolución. Y paradojas de la vida: el petróleo exportado va casi todo a nuestro “enemigo”: EEUU. ¿Puede haber mayor incongruencia?
La producción y el desarrollo endógeno no se ven por ninguna parte. Quizá su intangibilidad se deba a que el adjetivo endógeno se atribuye a lo que se origina en el interior de algo y por eso no puede verse.

Mientras tanto, el comandante presidente salta de foro en foro prometiendo la utopía de un mundo nuevo. La mentalidad rural de la revolución no pasa del conuco endógeno, pero su fantasía imperialista no tiene límites ni fronteras. Ignacio Ramonet sigue recogiendo por el mundo los últimos restos de la izquierda rentista que vive, también, de lo que nuestro presidente les regala. Son los “tírame algo” de las revoluciones fallidas, los huérfanos del desaparecido comunismo estalinista que se cobijan bajo la caridad del comandante Chávez a cambio de ir a los foros y medios de comunicación a decir lo bueno que es Chávez y cómo derrotará a los Estados Unidos con su guerra asimétrica aderezada de discursos, milicias bolivarianas, cocaleros, piqueteros y otros desechos de las políticas populistas del tipo peronista que hundieron en la miseria, durante sus cincuenta años de gobierno, al país más rico del continente latinoamericano, la Argentina del trigo y la ganadería.

Si en los años 60 la revolución cubana mostró el rostro del fracaso con la zafra inalcanzada de las diez millones de toneladas, el rostro del fracaso revolucionario, aquí y ahora, asomó su rictus de tragedia en el estado Vargas, como una prueba de ineficacia y derroche en lo que se llegó a llamar la reconstrucción de Vargas. El canal del gobierno, que no del Estado, repite a todas horas una mentira que quieren convertir, al estilo goebeliano, en verdad: que las lluvias de este año fueron superiores a las del 99 y que en Vargas no ha pasado nada gracias a las obras de la revolución. Hoy, los mismos rostros dolientes del 99, nuevamente en albergues y refugios, son una prueba de que no se hizo lo que se prometió.

La revolución no admite críticas. Las voces disidentes se silencian mediante el expediente de amedrentar a las fuentes que desde el propio gobierno informan a los valientes colegas del periodismo de investigación. El “empoderamiento” de los medios que anunció Andrés Izarra comenzó a funcionar. Un jefe, una sola idea y un pensamiento único. Así entienden la democracia participativa los amos del poder, digo yo.