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Manifiesto por la despenalización de todas las drogas
Enviado por el día 2 de Junio de 2002 a las 13:21
Las drogas, tanto legales como ilegales, se vienen utilizando desde hace milenios en todas las culturas y civilizaciones de la tierra: se han utilizado en rituales religiosos y civiles, en fiestas, como remedio y cura de enfermedades y también como alimento.
La historia de las drogas a través de los últimos 5.000 años demuestra que es posible su uso racional e inteligente. La "prohibición", moderno experimento del siglo XX impuesto por Estados Unidos, ha fracasado. En las legislaciones nacionales y en las instancias internacionales, sobre todo la ONU, no se reconoce este desastre.
El costo del intento fallido de prohibir algunas drogas, mientras por el contrario se apoya la venta de otras, como por ejemplo el alcohol, tabaco y fármacos de venta en farmacias (tranquilizantes, somníferos, barbitúricos, etc.) es universal e incalculable. Pone en peligro las libertades civiles por la aplicación de leyes contra el uso de las drogas y ha tenido como resultado más evidente la criminalización de una parte de la sociedad, en especial trabajadores en paro, jóvenes y miembros de minorías étnicas, sociales y religiosas.
La prohibición ha creado un entramado mundial de corrupción del que ha salido el mayor negocio ilegal que jamás ha existido sobre la tierra. Este negocio alimenta los más gigantescos grupos criminales (cárteles, triadas, mafias) establecidos en todo el planeta. Sus ramificaciones e influencias llegan a todas las industrias y gobiernos. El sistema bancario internacional funciona estrechamente ligado al negocio multibillonario de las drogas legales e ilegales.
En Estados Unidos cerca de un millón de presos está en las cárceles por asuntos de drogas. En España, a la cabeza de la Unión Europea en el número de ciudadanos presos (50.000), el 85 de todos los delitos están ligados directa o indirectamente con el consumo o tráfico de drogas, según datos del propio estado (Fiscalía especial antidroga, Madrid).
Los Estados occidentales, desde la II Guerra Mundial, para el control de la población, han evolucionado hacia una forma "terapéutico-corporativa". El Estado terapéutico infantiliza la sociedad amparando la absurda prohibición de ciertas drogas, a pesar de su importancia en la medicina.
Cuando el planeta está contaminado por millonesde toneladas tóxicas (en la tierra, en las aguas, en el aire) las leyes actuales sólo imponen moderadas multas para los que contaminan. En cambio para los que quieren cultivar o producir ciertas sustancias milenarias que otros ciudadanos desean adquirir, las leyes son draconianas; curiosa paradoja. Las drogas ilegales, en la actualidad son la "entidad maligna", el chivo expiatorio que lava todos los pecados de occidente. El anticomunismo ha sido sustituido por la guerra contra las drogas. Esta política legitima en la actualidad el control politico-social de América Latina por parte de los EE.UU. Agencias tan importantes del imperio como la CIA y la DEA ya participan en la cúpula del narcotráfico mundial, administrando una parte de los beneficios que sirven para luchar contra las guerrillas y movimientos ambientales.
En suma, el prohibicionismo ha transformado una cuestión de elección personal y de salud en un drama de dimensiones mundiales. El "Estado terapéutico" administra la prohibición por medio de una vasta burocracia represiva de la que forman parte grupos dogmáticos como Proyecto Hombre y sectas religiosas evangélicas de carácter fundamentalista como Remar y Retro entre otras. El nudo gordiano de su política se basa en la prescripción de metadona, sucedáneo sintético hecho de alquitrán de hulla y aceites pesados. La metadona funciona en el organismo humano como una verdadera cárcel química. Es mucho más activa y fuerte que la heroína y no produce ningún placer, además de ser antagonista de los opiáceos. Ha llegado el momento de decir "¡BASTA!" a esta moderna caza de brujas que es la prohibición.
La libertad de automedicarse y de tomar drogas debería ser un derecho humano fundamental. Proclamamos que la prohibición objetivamente es un crimen contra la humanidad. En este fin de milenio, la sociedad civil tiene que reaccionar. Proponemos el siguiente programa antiprohibicionista:
- Despenalización de la adquisición, tenencia, empleo y cultivo de todas las drogas (cannabis, hachís, marijuana, opio, morfina, LSD, etc.).*
- Denuncia por parte de los estados español y portugués de las convenciones y convenios internacionales anti-droga.
- Puesta en marcha inmediata de los "programas de mantenimiento con heroína" para consumidores de drogas veteranos que no quieran dejarla, similares a los ya existentes en Europa (Suiza, Holanda, Inglaterra). Este programa salvaría cientos de vidas humanas, además de mejorar las condiciones de vida de los consumidores de heroína.
- Derogación total de la ley de Peligrosidad social (una parte de ella aún sigue vigente).
- Derecho a una muerte digna: los ciudadanos con enfermedades incurables y padecimientos insoportables deberían disponer del derecho a morir y a analgésicos opiáceos (clorhidrato de morfina y heroína), que la actual legislación les niega.
La FIA (Federación Ibérica Antiprohibicionista), organización federal socio-política de grupos y asociaciones antiprohibicionistas de España y Portugal, hace un llamamiento a todo el movimiento antiprohibicionista para que asuma dicho programa.
Llamamos a la acción a todos los usuarios y consumidores de drogas ilegales para que, por medio de la utilización de todos los medios de lucha no violenta posibles, el Estado y la sociedad respeten la dignidad humana y nuestros derechos como ciudadanos. En esta lucha la FIA estará en la primera línea del frente.
* Para la despenalización de todas las drogas asumimos la "Propuesta alternativa a la actual política criminal sobre drogas" de Jueces por la Democracia, que se basa en la modificación de las siguientes leyes:
Ley del Medicamento(BOE, 22 de Diciembre de 1990).
Código Penal (Articulo 344 y 344 bis).
Ley de Enjuiciamiento Criminal (Articulo 505).
Si alguien está interesado en la lucha antiprohibicionista, puede escribir a despenalizacion@yahoo.es
La historia de las drogas a través de los últimos 5.000 años demuestra que es posible su uso racional e inteligente. La "prohibición", moderno experimento del siglo XX impuesto por Estados Unidos, ha fracasado. En las legislaciones nacionales y en las instancias internacionales, sobre todo la ONU, no se reconoce este desastre.
El costo del intento fallido de prohibir algunas drogas, mientras por el contrario se apoya la venta de otras, como por ejemplo el alcohol, tabaco y fármacos de venta en farmacias (tranquilizantes, somníferos, barbitúricos, etc.) es universal e incalculable. Pone en peligro las libertades civiles por la aplicación de leyes contra el uso de las drogas y ha tenido como resultado más evidente la criminalización de una parte de la sociedad, en especial trabajadores en paro, jóvenes y miembros de minorías étnicas, sociales y religiosas.
La prohibición ha creado un entramado mundial de corrupción del que ha salido el mayor negocio ilegal que jamás ha existido sobre la tierra. Este negocio alimenta los más gigantescos grupos criminales (cárteles, triadas, mafias) establecidos en todo el planeta. Sus ramificaciones e influencias llegan a todas las industrias y gobiernos. El sistema bancario internacional funciona estrechamente ligado al negocio multibillonario de las drogas legales e ilegales.
En Estados Unidos cerca de un millón de presos está en las cárceles por asuntos de drogas. En España, a la cabeza de la Unión Europea en el número de ciudadanos presos (50.000), el 85 de todos los delitos están ligados directa o indirectamente con el consumo o tráfico de drogas, según datos del propio estado (Fiscalía especial antidroga, Madrid).
Los Estados occidentales, desde la II Guerra Mundial, para el control de la población, han evolucionado hacia una forma "terapéutico-corporativa". El Estado terapéutico infantiliza la sociedad amparando la absurda prohibición de ciertas drogas, a pesar de su importancia en la medicina.
Cuando el planeta está contaminado por millonesde toneladas tóxicas (en la tierra, en las aguas, en el aire) las leyes actuales sólo imponen moderadas multas para los que contaminan. En cambio para los que quieren cultivar o producir ciertas sustancias milenarias que otros ciudadanos desean adquirir, las leyes son draconianas; curiosa paradoja. Las drogas ilegales, en la actualidad son la "entidad maligna", el chivo expiatorio que lava todos los pecados de occidente. El anticomunismo ha sido sustituido por la guerra contra las drogas. Esta política legitima en la actualidad el control politico-social de América Latina por parte de los EE.UU. Agencias tan importantes del imperio como la CIA y la DEA ya participan en la cúpula del narcotráfico mundial, administrando una parte de los beneficios que sirven para luchar contra las guerrillas y movimientos ambientales.
En suma, el prohibicionismo ha transformado una cuestión de elección personal y de salud en un drama de dimensiones mundiales. El "Estado terapéutico" administra la prohibición por medio de una vasta burocracia represiva de la que forman parte grupos dogmáticos como Proyecto Hombre y sectas religiosas evangélicas de carácter fundamentalista como Remar y Retro entre otras. El nudo gordiano de su política se basa en la prescripción de metadona, sucedáneo sintético hecho de alquitrán de hulla y aceites pesados. La metadona funciona en el organismo humano como una verdadera cárcel química. Es mucho más activa y fuerte que la heroína y no produce ningún placer, además de ser antagonista de los opiáceos. Ha llegado el momento de decir "¡BASTA!" a esta moderna caza de brujas que es la prohibición.
La libertad de automedicarse y de tomar drogas debería ser un derecho humano fundamental. Proclamamos que la prohibición objetivamente es un crimen contra la humanidad. En este fin de milenio, la sociedad civil tiene que reaccionar. Proponemos el siguiente programa antiprohibicionista:
- Despenalización de la adquisición, tenencia, empleo y cultivo de todas las drogas (cannabis, hachís, marijuana, opio, morfina, LSD, etc.).*
- Denuncia por parte de los estados español y portugués de las convenciones y convenios internacionales anti-droga.
- Puesta en marcha inmediata de los "programas de mantenimiento con heroína" para consumidores de drogas veteranos que no quieran dejarla, similares a los ya existentes en Europa (Suiza, Holanda, Inglaterra). Este programa salvaría cientos de vidas humanas, además de mejorar las condiciones de vida de los consumidores de heroína.
- Derogación total de la ley de Peligrosidad social (una parte de ella aún sigue vigente).
- Derecho a una muerte digna: los ciudadanos con enfermedades incurables y padecimientos insoportables deberían disponer del derecho a morir y a analgésicos opiáceos (clorhidrato de morfina y heroína), que la actual legislación les niega.
La FIA (Federación Ibérica Antiprohibicionista), organización federal socio-política de grupos y asociaciones antiprohibicionistas de España y Portugal, hace un llamamiento a todo el movimiento antiprohibicionista para que asuma dicho programa.
Llamamos a la acción a todos los usuarios y consumidores de drogas ilegales para que, por medio de la utilización de todos los medios de lucha no violenta posibles, el Estado y la sociedad respeten la dignidad humana y nuestros derechos como ciudadanos. En esta lucha la FIA estará en la primera línea del frente.
* Para la despenalización de todas las drogas asumimos la "Propuesta alternativa a la actual política criminal sobre drogas" de Jueces por la Democracia, que se basa en la modificación de las siguientes leyes:
Ley del Medicamento(BOE, 22 de Diciembre de 1990).
Código Penal (Articulo 344 y 344 bis).
Ley de Enjuiciamiento Criminal (Articulo 505).
Si alguien está interesado en la lucha antiprohibicionista, puede escribir a despenalizacion@yahoo.es
Re: Manifiesto por la despenalización de todas las drogas
Enviado por el día 19 de Junio de 2002 a las 00:31
Comungo tatalmenta con su idea de despenalizacion de todo tipo de sustancía, ya que el uso de estas es una desición personal y por tanto privada dode el Estado no debe de interferir, ya que violenta el derecho fundamental de todo ser humano y es la libre elección sea buena o mala mientras no dañe a el prójimo no hay problema.
Re: Re: Manifiesto por la despenalización de todas las drogas
Enviado por el día 20 de Diciembre de 2002 a las 17:16
Hay quien argumenta que un mercado negro es mejor que un mercado regulado...
http://www.nationalpost.com/search/site/story.asp?...
Marijuana state
The marijuana market is currently innovative, competitive, efficient and free. Decriminalizing it will make it an overregulated government oligopoly
John Weissenberger and George Koch
National Post
Saturday, December 14, 2002
ADVERTISEMENT
Decriminalizing marijuana will mean taking a currently unregulated -- if illegal -- activity that has developed a sophisticated supply chain and inexorably bringing it under the ambit of the post-modern administrative state. Government means, at minimum, taxation. Revenue Canada will scoop each economic gain, and then some, won by gradually erasing the risk premium associated with the criminal marijuana industry. Look at the tax rate on tobacco, alcohol or gasoline.
Once cannabis is just another state-regulated product, government will insist on being wholesaler, distributor and (except in Alberta and maybe Quebec) retailer. Manufacture will gravitate to big companies, those with the best government contacts and expertise at navigating federal regulation. These could well be the big tobacco companies themselves. Of course, they still won't be allowed to sponsor major events, like horseracing or snooker.
Legalization will destroy commercial freedom -- especially that of small growers and dealers -- and transform the marijuana industry into another sad Canadian example of overtaxation, overregulation and oligopoly. The regulatory process will be debauched, soon serving mainly to crush competition.
Grow your own? Forget it. The Cannabis Marketing Board, a Crown agency stuffed with Liberal appointees and accountable to no one, will regulate every facet of cultivation, production, processing and marketing. Large producers using factory farms and wage-earning employees will lobby first for subsidies, then to eliminate small growers. Weirdos who defy the system will be busted, clapped in irons, and have their property confiscated. The mainstream news media will portray them as rednecks, extremists and -- worse -- as selfish men who refuse to accept the benefits of a socialized industry. This was the actual experience of Prairie grain farmers who attempted to market the fruits of their labour without submitting to the Canadian Wheat Board's price-fixing. Similarly, farmers who circumvented egg and chicken quotas have been treated like, well ... like criminals.
Nor will the consumer escape the nanny state's unsolicited attention. Reefer potency will be carefully researched by grant-wielding scientists and prescribed -- read: reduced -- by a large, opaque government agency. Filters will be encouraged, or mandatory. Your insurance agent will demand to know if you worship the herb, and if so, your premiums will shoot up. Health Canada will require graphic warning labels on all packaging. Reports by tax-funded scientists will "prove" second-hand smoke harms your friends and loved ones. "Six thousand slain needlessly every year" the Globe and Mail will warn. Most of it will be junk science, and Terence Corcoran will protest vigorously, but in vain.
Strangest of all, the ideological left, currently your advocate, will turn on you. The health Nazis will demonize grower, dealer, user and product. The moment dope-smoking becomes legal, tax-funded advertising will begin urging you to quit. "Public service announcements" will hector against intoxication or even "moderate" use. (Plenty of health nuts insist any alcohol is bad for you, or that even one ciggy a day will get you cancer.)
The focus of policing will switch from possession and trafficking to intoxication. Friends will grab your car keys as you try to leave their party. Do-gooders will organize holiday-season campaigns analogous to today's "Operation Red Nose." After, say, three transgressions you'll have to blow into a tube to start your car. Condescending ads will fill the airwaves depicting stoned (and invariably white male) drivers killing children, sometimes their own. "M.A.D.D." will branch out, demanding doped-drivers' names be published in a national registry.
In keeping with this stigmatization, head shops will be government run (except in Alberta) with unionized staff -- like the old LCBO. A Czechoslovakia-style ordering system will be devised, using focus groups aimed at eliciting the most unpleasant possible shopping experience. You'll check off your choices on a form -- two packs of "B.C. Arrow Lake Home Grown, Extra Mild" (actually produced, along with 55 other "brands," by a massive corporation in a former cornfield near Guelph), one roach clip, one water pipe, and so on. A pie-eyed provincial government worker in drab garb will take your order and disappear. "Water pipes are on back order; there was a safety recall," she'll grunt.
As product quality falls and taxes rise, enforcement will ratchet up without mercy. Just try buying some cheap, full-strength, unfiltered, just-picked non-Health-Canada-tested weed in Amsterdam, Jamaica or Mexico and getting it past Canada Customs. The AgCan sniffer bloodhound will be on you like you had a ripe salami strapped to your thigh.
Freedom to toke? Forget it! Where do you expect it to be allowed? At work? In bars? In front of buildings? No more indulgent city cops or RCMP officers cruising past benignly as you toke up behind the bar, in a leafy corner of the park or against the seawall at the beach. Now, you'll have bylaw enforcement officers -- those weasel-faced guys who harass jay-walkers, illegal parkers and leashless-dog-walkers -- pouncing everywhere. Ticketed nearly to death, you'll yearn for a mere criminal record. It's back to the garage, bro'.
Under "criminalized" conditions, marijuana is a free -- if black and crime-ridden -- market. Anyone can join this industry without a university degree, licence or hearings requiring payments to lawyers, accountants or engineers. It's innovative. Growers are constantly breeding sweeter variants and faster-growing plants. It's competitive. As in the computer industry, consumer prices have fallen. It's efficient. You can get it just about anywhere, 24-7. It has a high rate of customer satisfaction. It is not the focus of debilitating product liability litigation. You can do it in many places if you're discreet. The tax rate is zero. It's cool. The downside? It's a crime.
Who wants to change this imperfect but highly workable system? Two main groups. One, the Senate: unelected, unaccountable and filled with pathologically naive Liberals who worship not the herb, but the state. Two, our federal Justice Minister. Elected, maybe, but accountable, hardly. The big picture should be forming for you right about now. "Legal" marijuana? Buddy, what you been smokin'?
John Weissenberger and George Koch are Calgary-based writers.
http://www.nationalpost.com/search/site/story.asp?...
Marijuana state
The marijuana market is currently innovative, competitive, efficient and free. Decriminalizing it will make it an overregulated government oligopoly
John Weissenberger and George Koch
National Post
Saturday, December 14, 2002
ADVERTISEMENT
Decriminalizing marijuana will mean taking a currently unregulated -- if illegal -- activity that has developed a sophisticated supply chain and inexorably bringing it under the ambit of the post-modern administrative state. Government means, at minimum, taxation. Revenue Canada will scoop each economic gain, and then some, won by gradually erasing the risk premium associated with the criminal marijuana industry. Look at the tax rate on tobacco, alcohol or gasoline.
Once cannabis is just another state-regulated product, government will insist on being wholesaler, distributor and (except in Alberta and maybe Quebec) retailer. Manufacture will gravitate to big companies, those with the best government contacts and expertise at navigating federal regulation. These could well be the big tobacco companies themselves. Of course, they still won't be allowed to sponsor major events, like horseracing or snooker.
Legalization will destroy commercial freedom -- especially that of small growers and dealers -- and transform the marijuana industry into another sad Canadian example of overtaxation, overregulation and oligopoly. The regulatory process will be debauched, soon serving mainly to crush competition.
Grow your own? Forget it. The Cannabis Marketing Board, a Crown agency stuffed with Liberal appointees and accountable to no one, will regulate every facet of cultivation, production, processing and marketing. Large producers using factory farms and wage-earning employees will lobby first for subsidies, then to eliminate small growers. Weirdos who defy the system will be busted, clapped in irons, and have their property confiscated. The mainstream news media will portray them as rednecks, extremists and -- worse -- as selfish men who refuse to accept the benefits of a socialized industry. This was the actual experience of Prairie grain farmers who attempted to market the fruits of their labour without submitting to the Canadian Wheat Board's price-fixing. Similarly, farmers who circumvented egg and chicken quotas have been treated like, well ... like criminals.
Nor will the consumer escape the nanny state's unsolicited attention. Reefer potency will be carefully researched by grant-wielding scientists and prescribed -- read: reduced -- by a large, opaque government agency. Filters will be encouraged, or mandatory. Your insurance agent will demand to know if you worship the herb, and if so, your premiums will shoot up. Health Canada will require graphic warning labels on all packaging. Reports by tax-funded scientists will "prove" second-hand smoke harms your friends and loved ones. "Six thousand slain needlessly every year" the Globe and Mail will warn. Most of it will be junk science, and Terence Corcoran will protest vigorously, but in vain.
Strangest of all, the ideological left, currently your advocate, will turn on you. The health Nazis will demonize grower, dealer, user and product. The moment dope-smoking becomes legal, tax-funded advertising will begin urging you to quit. "Public service announcements" will hector against intoxication or even "moderate" use. (Plenty of health nuts insist any alcohol is bad for you, or that even one ciggy a day will get you cancer.)
The focus of policing will switch from possession and trafficking to intoxication. Friends will grab your car keys as you try to leave their party. Do-gooders will organize holiday-season campaigns analogous to today's "Operation Red Nose." After, say, three transgressions you'll have to blow into a tube to start your car. Condescending ads will fill the airwaves depicting stoned (and invariably white male) drivers killing children, sometimes their own. "M.A.D.D." will branch out, demanding doped-drivers' names be published in a national registry.
In keeping with this stigmatization, head shops will be government run (except in Alberta) with unionized staff -- like the old LCBO. A Czechoslovakia-style ordering system will be devised, using focus groups aimed at eliciting the most unpleasant possible shopping experience. You'll check off your choices on a form -- two packs of "B.C. Arrow Lake Home Grown, Extra Mild" (actually produced, along with 55 other "brands," by a massive corporation in a former cornfield near Guelph), one roach clip, one water pipe, and so on. A pie-eyed provincial government worker in drab garb will take your order and disappear. "Water pipes are on back order; there was a safety recall," she'll grunt.
As product quality falls and taxes rise, enforcement will ratchet up without mercy. Just try buying some cheap, full-strength, unfiltered, just-picked non-Health-Canada-tested weed in Amsterdam, Jamaica or Mexico and getting it past Canada Customs. The AgCan sniffer bloodhound will be on you like you had a ripe salami strapped to your thigh.
Freedom to toke? Forget it! Where do you expect it to be allowed? At work? In bars? In front of buildings? No more indulgent city cops or RCMP officers cruising past benignly as you toke up behind the bar, in a leafy corner of the park or against the seawall at the beach. Now, you'll have bylaw enforcement officers -- those weasel-faced guys who harass jay-walkers, illegal parkers and leashless-dog-walkers -- pouncing everywhere. Ticketed nearly to death, you'll yearn for a mere criminal record. It's back to the garage, bro'.
Under "criminalized" conditions, marijuana is a free -- if black and crime-ridden -- market. Anyone can join this industry without a university degree, licence or hearings requiring payments to lawyers, accountants or engineers. It's innovative. Growers are constantly breeding sweeter variants and faster-growing plants. It's competitive. As in the computer industry, consumer prices have fallen. It's efficient. You can get it just about anywhere, 24-7. It has a high rate of customer satisfaction. It is not the focus of debilitating product liability litigation. You can do it in many places if you're discreet. The tax rate is zero. It's cool. The downside? It's a crime.
Who wants to change this imperfect but highly workable system? Two main groups. One, the Senate: unelected, unaccountable and filled with pathologically naive Liberals who worship not the herb, but the state. Two, our federal Justice Minister. Elected, maybe, but accountable, hardly. The big picture should be forming for you right about now. "Legal" marijuana? Buddy, what you been smokin'?
John Weissenberger and George Koch are Calgary-based writers.
Re: Re: Re: Manifiesto por la despenalización de todas las drogas
Enviado por el día 27 de Enero de 2003 a las 04:39
Evidentemente, el autor no es un latinoamericano tercermundista pobre al que si un policía lo agarra con un porro lo van a cagar a trompadas toda la noche en la comisaría. O que si pretende trabajar o estudiar va a tener esa detención en su "currículum" de por vida.
Un artículo muy ocurrente, original, heterodoxo, pero en la práctica propone lo mismo que los conservadores.
Un artículo muy ocurrente, original, heterodoxo, pero en la práctica propone lo mismo que los conservadores.
Re: Manifiesto por la despenalización de todas las drogas
Enviado por el día 27 de Diciembre de 2002 a las 03:52
Estoy de acuerdo con el plan, pero creo que no explicita la situacion de quienes hayan caido en desgracia, los adictos, que necesiten la droga, como la obtendran si no pueden adquirirlas.
Tambien, coo se organizara la oferta de dorgas, porque seria el mejor negocio del mundo, si fuera tal como lo proponen.
Regulacion?, duela a los neolibe de aqui, pero en este caso es imperiosa, como hacer para evitar que se utilice la adiccion fuerte como seguro de consumo?
Son preguntas que me surgen y me gustaruia que alguien las resolviera de una manera que garantice las libertades y derechos.
Tambien, coo se organizara la oferta de dorgas, porque seria el mejor negocio del mundo, si fuera tal como lo proponen.
Regulacion?, duela a los neolibe de aqui, pero en este caso es imperiosa, como hacer para evitar que se utilice la adiccion fuerte como seguro de consumo?
Son preguntas que me surgen y me gustaruia que alguien las resolviera de una manera que garantice las libertades y derechos.