Internacional

Es de sobra conocido que el nacimiento del Estado de Israel se auto-legitimó en una serie de mitos bíblicos ("tierra prometida", "pueblo elegido", etc.) y en mentiras terrenales lisas y llanas ("tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra", "inexistencia del pueblo palestino"), cuando no en una manipulación desvergonzada de hechos históricos acaecidos hace miles de años.

Pero me interesa acá detenerme en uno de los mitos fundantes en particular, que pretende encubrir, bajo un velo humanitario, una profunda concepción racista.

Es aquel que sostiene que el pueblo judío es víctima de una persecución eterna por parte del género humano, motivada en su condición de pueblo elegido por Jehova.

Esta tesis, completamente falsa desde el punto de vista histórico, es la base de la propuesta sionista de separar a los "judíos" de los "no judíos" en una entidad nacional propia, como forma de proteger la fe mosaica de la agresión demoníaca en su contra. Y también explica el esfuerzo constante por evitar la mezcla entre la mujer judía y el hombre no judío.

Se percata uno al instante de la concepción racista y la interesada mezcla entre religión, nacionalidad y condición existencial, ontológica diría, que subyace a esta teoría ridícula, que busca explicar la situación de los judíos no en el devenir de la historia sino en los textos sagrados.

Se trata, según se ve, de una construcción ideológica primitiva, que puso fin a una convivencia armónica entre judíos, musulmanes y crisitanos en la Palestina histórica.

Abrió las puertas a una nueva era signada por la violencia y la guerra perpetua.

Una guerra cuya parte agresora no es el "pueblo elegido por Dios" según reza la mitología ortodoxa adoptada por el sionismo, sino la entidad Israelí elegida por el imperialismo occidental para doblegar la independencia y unidad del mundo árabe.


Saludos