Internacional

El Informe sobre el Tratado Constitucional fue aprobado en el Parlamento de Estrasburgo con 500 votos a favor, 137 en contra y 40 abstenciones. Que un texto constitucional sea aprobado por un 68% de la Cámara y tenga en contra al 18% es para echarse a temblar. Porque hablamos de los europarlamentarios, los convencidos con la causa europea, los que cobran de las instituciones europeas, los más europeístas de todos o así hay que suponerlos.

Socialistas franceses votaron contra el texto legal. Lo mismo hicieron la mayoría de los diputados británicos, polacos y checos. Los diputados españoles votaron sí los del PSOE y del PP, IU y ERC votaban en contra.

NO en mi nombre, clamaban británicos y checos, mientras un diputado polaco portaba una pancarta aún más interesante: "Esta Constitución es la muerte de Europa". Me quedo con este cartel. En efecto, es la muerte de lo que Europa representa. Europa, madre de lo que hoy llamamos Occidente, reduce su historia y cultura a un principio: La persona es sagrada. Un principio, que es consecuencia del Cristianismo, esa religión que proclama que Dios se hizo hombre y murió en una cruz, prohijando a toda la humanidad: La persona es sagrada porque es hija de Dios. Por eso, la Cristiandad medieval, y desde entonces todo Occidente, en el que ingresarían América, lo mejor de Ýfrica y parte del Pacífico, pregona que la persona es sagrada y que la acción política debe girar a su alrededor. Oriente se empeñó en lo contrario y así le va. Por eso, que la Constitución Europea no garantice el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte (primera Constitución del mundo actual y primera declaración de la ONU que omite este punto), es una traición a Europa.

La Constitución comunitaria permite la guerra preventiva, que es un error, el mayor del presidente George Bush, por el que dos millones de personas se lanzaron a la calle contra la guerra de Iraq, la misma que llevó al poder a Rodríguez Zapatero, hoy apóstol del SÝ al Tratado Constitucional. No nos engañemos, la Constitución Europea representa un paso más en ese Nuevo Orden Mundial, que los ricos del planeta intentan imponer a la humanidad. La alianza entre los abortistas y el capitalismo es muy conocida, hasta el punto que el Imperio de la Muerte está financiado por empresas y familias como HP, Ford, Microsoft, los Rockefeller, Buffet, Soros, Kissinger, etc.

Hay que votar NO, porque nos jugamos una buena o una mala globalización y una ruptura con la sociedad mediatizada, que puede acabar en un asomo de democracia. Además, la campaña en favor del SÝ, sin asomo de imparcialidad, significa considerar idiota al votante, un refresco del ilustrado "Todo para el pueblo pero sin el pueblo". Para salvaguardar la democracia, vota NO.

Personalmente, votaré NO, no por ser euroescéptico, sino por ser profundamente europeo y porque esta Constitución es la muerte de Europa.