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EL DESARROLLO HUMANO (Tomado del PNUD Vzla)
Enviado por el día 14 de Noviembre de 2003 a las 00:11
EL DESARROLLO HUMANO COMO ESPACIO DE ENCUENTRO NACIONAL


Se ha desatendido la significativa coincidencia en torno a las ideas del desarrollo y de los derechos humanos que se ha evidenciado en la discusión pública entre representantes de los seguidores del presidente Chávez e importantes exponentes de la oposición. De lado y lado ha sido defendida la visión y evaluación del desarrollo y de los derechos humanos como aspiración política central del nuevo tiempo. El gobierno de la V República ha enfatizado la crítica al economicismo y la inclusión de los pobres. Mientras la oposición ha remarcado la libertad política, la seguridad y la justicia como oportunidades necesarias para crear confianza, inversión y capacidades productivas para todos y salir de la pobreza. Más allá de las importantes diferencias de énfasis y de consistencia entre lo que se dice, lo que se cree y lo que se hace, las significativas coincidencias programáticas encontradas sustentan la posibilidad de explorar la visión del desarrollo humano como punto de una agenda de acuerdos entre quienes realmente desean contribuir a la construcción de una Venezuela moderna y más democrática, independientemente de donde se ubiquen políticamente en la coyuntura actual y con miras al mediano plazo. Ese acuerdo consistiría en el apoyo convencido a una economía capitalista de libre mercado regulada por una ética, una política y una legalidad centrada en el realce de las capacidades humanas de todos, sin discriminación alguna entre los derechos humanos, como criterio fundamental de evaluación del desarrollo nacional. Como aporte a esa idea nada mejor que comenzar por dotarnos de más precisas definiciones acerca de la propuesta conceptual del desarrollo humano.


LA NOCIÓN DE DESARROLLO HUMANO


Uno de los pensadores venezolanos que precursoramente conceptualizó de manera amplia el desarrollo fue Simón Rodríguez, en su obra de 1840, "Luces y Virtudes Sociales". Este autor propuso un axioma para el progreso o adelanto social, como llamaba al desarrollo, que consistía en que no existe "facultad" humana que pueda ejercerse sin "el concurso de facultades ajenas", es decir no hay facultad propia sin el concurso de la facultad de otros. El desarrollo es concebido como un "consurso de facultades" humanas. Es el axioma de la interdependencia social en el cual el ejercicio de la libertad de unos facilita la de otros. [1]

Un siglo después, a mediados del siglo XX, el desarrollo se convirtió en una de esas palabras que formaron parte del discurso modernizador del mundo, que tuvo su comienzo al final de la Segunda Guerra Mundial, con el nuevo liderazgo mundial de los Estados Unidos y el comienzo de la guerra fría. A través de esa idea se propuso un modelo de sociedad exitoso, la sociedad desarrollada, fundado en el crecimiento industrial y en altos niveles de consumo.

El calificativo de humano para el desarrollo surgió inicialmente en la Psicología para la explicación de la psicogénesis del ser, e incluso a veces se consigue en manuales de autoayuda. No obstante, desde finales del siglo XX, con las grandes transformaciones y avances del mundo, así como con las inmensas frustraciones cosechadas por las políticas públicas modernizadoras, ha tenido lugar un cambio en el discurso del desarrollo. Se ha realizado una crítica moderna a la noción de desarrollo que lo redefine a partir de un acercamiento entre economía y filosofía, crecimiento económico y subjetividad, ingresos y libertades. Desde 1990 esta nueva versión del desarrollo humano se le conoce asociada a los Informes de las Naciones Unidas para el Desarrollo. De estos últimos ha sido muy difundido la versión del desarrollo humano asociado al índice que lleva ese nombre, el cual intenta centrar la atención del mundo en indicadores de tres aspectos básicos del ser humano como la esperanza de vida, el logro educativo y los ingresos necesarios para un mínimo de necesidades, con el objeto de desplazar el uso del PNB como indicador mundial del desarrollo.

Proponemos al lector profundizar un poco más en la redefinición del desarrollo con la ayuda de uno de sus principales autores, Amartya Sen [2].

El desarrollo, para Sen, se entiende en tanto libertad, pues refiere al mundo que se quiere para cada uno de nosotros. Es un enfoque con un explícito énfasis normativo que propone colocar la mejoría de la vida de la gente en el centro de la atención pública, sin condicionar esa prioridad a cumplir prerrequisitos históricos, macroeconómicos o ideológicos [3].

Quiere decir que no es una teoría que pretenda, en primera instancia, identificar y privilegiar tendencias o determinaciones de lo que ocurre. Su finalidad es distinta, se trata primero que nada de establecer un punto de vista ético a partir del cual se evalúa el progreso humano. Esa perspectiva es el aumento o no de la libertad real de las personas. Libertades que son entendidas en tanto capacidades humanas [4] para alcanzar estados y quehaceres considerados valiosos por la persona. De manera que una persona que realice una combinación de actividades y de sentires altamente valorados por ella, es una persona a quien se puede considerar desarrollada, ya que sus capacidades creativas y productivas se han puesto en realce. Es una persona que ha tenido amplias oportunidades y las ha sabido aprovechar, para llevar a cabo sus escogencias propias, que se transforman y, al mismo tiempo, lo conducen al desarrollo; es decir, no sufre de privaciones de libertades que le impidan alcanzar su expansión. Si llevamos esta idea al colectivo, el desarrollo se concibe como un proceso de apertura de oportunidades para todos, a partir del cual las personas alcanzan estados valiosos.

Al mismo tiempo es una propuesta analítica que opera una ruptura con la común aceptación normativa según la cual, la felicidad y la satisfacción, que ofrece la riqueza y su disfrute, serían los mejores criterios para evaluar el progreso humano. Se está más atento a la privación de libertades, comenzando por las fundamentales a la dignidad humana, que a los niveles de ingresos, la maximización de beneficios o la tenencia de bienes deseados. Así, entre ofrecer una oportunidad a una persona para lograr su satisfacción, o mejorar su riqueza, se prefiere ofrecer una oportunidad a una persona que quiera superar una privación de libertad fundamental, como por ejemplo curarse de una enfermedad prevenible, o educarse, o expresarse políticamente.


LAS DIVERSAS LIBERTADES


La libertad es el fin primordial del desarrollo, pero también su principal medio para alcanzarlo. Es decir, la expansión de la libertad se logra con más libertades. Ellas pueden calificarse de dos maneras distintas de acuerdo con el papel que juegan: constitutivas o instrumentales.

Las libertades constitutivas son las libertades básicas individuales que constituyen el fin del desarrollo, porque refieren al enriquecimiento de la vida humana. Significa, específicamente, no sufrir alguna de estas privaciones: de alimentación; de pérdida de años de vida prematuramente; de salud por enfermedades prevenibles; de la capacidad para leer, escribir y calcular; de la expresión del disenso y de la participación política, y otras no especificadas [5]. El desarrollo se centra en la expansión de estas libertades y su evaluación debe ser consistente con ello [6].

Las libertades instrumentales son aquellas que contribuyen directa o indirectamente a la libertad general de las personas, puesto que la libertad no sólo es el fin del desarrollo sino también su principal medio. Ellas pueden entenderse como oportunidades y derechos que se ofrecen, a través de los sistemas económicos, sociales y políticos de los cuales dependen principalmente las libertades individuales para su realización. Sus componentes, dichos de manera gruesa, son: libertades políticas, los servicios económicos, las oportunidades sociales, las garantías de transparencia y la seguridad protectora.


REQUISITOS DEL DESARROLLO


Una estrategia de desarrollo, que siga la perspectiva señalada, comienza por concentrarse en el fin del desarrollo y no solamente en algunos de sus medios. Ello significa evaluar la privación de las libertades fundamentales de las personas, es decir, comienza por saber de cuáles libertades fundamentales son privadas las personas. El desarrollo consistirá en el esfuerzo por superar esas privaciones, lo cual si bien está unido al crecimiento económico, no es la variable única ni determinante. Y es que un enfoque basado en la libertad lo último que puede pedir es unanimidad de caminos y perspectivas de la vida social. Por eso el único imperativo es el del valor supremo de la libertad. De manera que la heterogeneidad de las libertades y sus conexiones, así como las valoraciones de las personas en la expansión de sus capacidades configuran formas de desarrollo diferentes que no admiten modelo ni orden único, y la más de las veces pueden albergar contrasentidos, que bien merecen ser dilucidados por la opinión pública y en democracia.


LAS TRADICIONES Y LA LIBERTAD


Es importante señalar que la cultura de un pueblo o comunidad podría ofrecer criterios alternativos para evaluar la calidad de vida y estos pueden resultar contrarios al desarrollo o distintos a la perspectiva moderna de la libertad, lo que plantea el problema de la elección entre ellos. Desde la óptica del desarrollo esta es una decisión que debe ser dejada a las personas en el ejercicio de su libertad y no tiene porque ser resuelta de una única manera. Por ejemplo, si una tradición cultural impide a una mujer recibir educación, la única manera de resolver esa contradicción es que la mujer tenga la oportunidad real de estudiar y sea ella quien decida o no hacerlo. El enfoque de la libertad, además de este respeto a la decisión individual, estará velando con mayor fuerza por la libertad de los oprimidos al proclamar una manera de vivir humanamente válida para todos sin excepción.

Sin embargo, subsiste el problema fundamental entre esa posibilidad de elección, postulado de la modernidad, y el planteamiento de otras tradiciones, debido a que algunas de éstas últimas establecen una visión de vida obligatoria y vigilada por iglesias y autoridades. El enfoque del desarrollo aboga por la libertad de la persona de elegir su tradición y por los pueblos de decidir acerca de la interrelación entre modernidad y tradición. Los valores tradicionales son, por tanto, susceptibles de examen por parte de la sociedad para permitir aclarar las razones de su escogencia y la legitimidad de su seguimiento.

La propuesta moderna del desarrollo humano no deja sin embargo de tener riesgos. Uno de los principales es la dificultad de fundar un saber que respalde las normas del desarrollo consideradas como las mejores, y otro es el peligro paternalista de decidir por otros e imponerles lo que se debe considerar valioso en la vida [7].

Esta propuesta debe ser discutida y corregida por los actores de la vida nacional con la esperanza que pueda facilitar un terreno común para la visión conjunta de la orientación del desarrollo del país que tanta falta nos hace. En lo inmediato invitamos a los lectores de este artículo a expresar sus argumentos y posiciones acerca de lo que aquí planteamos.

Silverio González Téllez
Sociólogo
Profesor Titular Universidad Simón Bolívar


Queremos conocer sus opiniones



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[1] Simón Rodríguez, Inventamos o erramos, Monte Avila Editores, Caracas, 1982, p. 82-83.

[2] Premio Nobel de Economía 1998. En este artículo haremos un resumen e interpretación de su obra Desarrollo como Libertad, Editorial Planeta, Madrid, 2000.

[3] Es conocida la consideración positiva, hecha por Marx, de las condiciones de explotación capitalista en países colonizados por el Imperio inglés, ya que éstas hacían avanzar las fuerzas productivas. Igualmente teorías del liberalismo económico han insistido en el crecimiento económico como previo a la atención de mejoras sociales fundamentales. En ambas visiones hay predeterminaciones a las libertades de la gente y ellas son económicas. Ver Fernando Mires, Teoría Política del Nuevo Capitalismo o el discurso de la globalización, Edit. Nueva Sociedad, Caracas, 2000.

[4] Las capacidades tienen su antecedente en la noción de facultades expresada por Simón Rodríguez en la obra citada arriba.

[5] Aquí la visión de Sen no menciona los ingresos para una vida digna, como sí lo incluye el IDH Ver Amartya Sen, Desarrollo como libertad, Planeta, Madrid, 2000, p. 60-61.

[6] Alguna de estas libertades también serán consideradas como medios, lo cual no desestima que siguen siendo fines por su carácter de derecho humano básico que no debe tener discusión independientemente de edad, género, cultura o geografía, tal es el caso de la libertad política.

[7] Martha Nussbaum y Amartya Sen (Comp), La Calidad de vida, FCE, México, 1996.


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