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Gran Bretaña la madre de Europa y Estados Unidos del mundo
Enviado por el día 3 de Enero de 2004 a las 17:49
Director de Política & Economía
Parrafos extraidos de www.neoliberalismo.com
Revisión del siglo XIX y XX: Los ingleses derrotaron a Napoleón en 1815, volvieron al patrón oro en 1819 y, estimulados por un movimiento populista, empezaron a rebajar sus tasas de impuestos casi todos los años hasta 1875.Con una moneda tan buena como el oro, las tasas de interés bajaron de 6.5% cuando Waterloo a menos de 3% en 1900. Un historiador moderno nos cuenta que "Entre 1815 y 1875, Gran Bretaña se iba a convertir en la fábrica mundial, el banquero mundial y el comerciante mundial''. El resto de Europa rebajó sus tarifas proteccionistas siguiendo el ejemplo de Londres.
Gracias al ejemplo británico miren: Francia empezó a bajar sus desmesuradas tasas proteccionistas en los 1840. En Prusia, 17 estados fragmentados se unieron en una unión aduanera (Zollverein) en 1833, creando un libre comercio entre esos estados alemanes… Italia y Rusia también moderaron sus tasas hasta mediados de siglo. En 1875, Gran Bretaña, el líder de todos los partidarios del libre comercio, sólo tenía 12 ítems en su lista de mercancías con tarifas aduaneras.
Sin embargo, La enorme expansión empezó a perder impulso en 1875 cuando el clima se volvió contra Europa y no había una teoría económica sobre cómo afrontarlo. La cosecha en Francia fue un desastre y el gobierno subió las tarifas. Alemania, que se había convertido en una fervorosa partidaria del libre comercio vía su experiencia del Zollverein, había eliminado las tarifas en el 97% de sus importaciones para 1877. En ese año se produjo la primera de tres terribles cosechas en Gran Bretaña. Para poder importar más alimentos, Gran Bretaña tuvo que exportar más bienes manufacturados. Los industriales alemanes se quejaron de este "dumping" y subieron las tarifas. Los industriales rusos se quejaron de que no podían competir con los alemanes y en 1893 subieron sus tarifas. Alemania respondió subiendo las suyas contra las mercancías rusas y Rusia reaccionó duplicando sus tasas contra las mercancías alemanas. Al mismo tiempo, Italia, frustrada por las tarifas proteccionistas francesas, decretó un aumento de las tarifas que no bajó hasta tiempos de Mussolini.
Una serie de malas cosechas en Europa y los nacionalistas económicos supusieron, de manera lógica y natural, que tendría que haber una guerra a la vuelta de la esquina, así que lo mejor era prepararse de la mejor manera posible para la misma. Los monarcas de Europa eran esencialmente impotentes para detener las fuerzas que estaban presionando hacia la guerra. Ahí está el complejo militar-industrial de cada país, funcionando sobre la base de que suceda lo peor, y luego un círculo vicioso de aumento de impuestos, menos crecimiento, contracción de calorías. Un archiduque asesinado en Sarajevo fue, simplemente, el fósforo que encendió la guerra. Estados Unidos hubiera podido taparse los ojos a la guerra en Europa, excepto que la historia no funciona así. Estados Unidos estaba destinado a quedar fuera del conflicto de las calorías del resto del mundo durante sus primeros 130 años, pero en 1917 estábamos lo suficientemente maduros como para empezar a afirmar una especie de adolescente liderazgo mundial.
USA pudiera haber quedado fácilmente fuera de la I GM pero creo que la historia había decidido que realmente tenía que entrar en la misma si íba a ocupar un puesto de liderazgo mundial. Si podemos apreciar donde está hoy, tenemos que ver que tenía que haber un momento donde aumentaban la disposición a afrontar responsabilidades internacionales. La consecuencia política fue la eliminación de la monarquía como una forma eficiente de gobierno. El balance del siglo implicó una competencia de diferentes formas de democracia, que en su sentido más amplio significa un proceso mediante el cual cualquier ciudadano puede ser seleccionado del fondo común para gobernar. En la segunda guerra mundial, la forma de capitalismo democrático se sumó a la "democracia colectiva" de la Unión Soviética para derrotar al "capitalismo de estado" con su confianza en un hombre fuerte, un dictador. Cuando el sangriento conflicto terminó en 1945, la historia se preparó para el enfrentamiento entre el capitalismo democrático y la forma soviética de colectivismo.
Más bien que competir en las guerras de tarifas continentales que llevaron a la I GM, Gran Bretaña introdujo el primer impuesto progresivo a los ingresos en 1902, y las otras potencias siguieron el mismo camino en lo que las demandas de la preparación militar abrumaban los ingresos de tarifas que habían pasado el punto de los rendimientos decrecientes.
La 16 Enmienda que permite el impuesto a los ingresos fue aprobada en Estados Unidos en el gobierno republicano de William Howard Taft, semanas antes de la inauguración del demócrata Woodrow Wilson en 1913. El primer impuesto tenía una tasa superior marginal de 7% que se aplicaba a los ingresos anuales que serían el equivalente actual de unos $20 millones; la tasa inferior de 1% se aplicaba al equivalente actual de unos $40,000. El impuesto trajo consigo la recesión económica de 1913-14, que terminó cuando empezó la guerra en Europa y los pedidos de mercancías empezaron a venir del otro lado del Atlántico. Cuando EU entró en la guerra en 1917, Wilson empujó la tasa del impuesto a los ingresos a 75% con las ganancias al capital gravadas como ingreso ordinario. Los republicanos ganaron en una avalancha en 1920 con la promesa de bajas las tasas de impuestos y restaurar las tarifas que Wilson había alterado en 1913. Las otras potencias dejaron sus tasas de impuestos a los elevados niveles de tiempo de guerra en lo que trataban de afrontar el problema de la deuda de la guerra. Los Rugientes Veinte produjeron una fenomenal expansión económica, fundamentalmente en Estados Unidos.
La Ley de la Reserva Federal, que también había sido aprobada en 1913, garantizaba un dólar elástico que pudiera estirarse y contraerse en pequeña medida, siempre que el dólar permaneciera tan bueno como el oro a $20.67 la onza. Casi todos los demás economistas rastrean algunas o todas las declinaciones económicas del siglo a errores monetarios del banco central. Yo no lo hago así. Para mí, el papel más importante de la moneda es como unidad de contabilidad, y no como un medio de cambio o almacén de valor. Mientras el gobierno de EU mantuviera su compromiso con el oro a un precio fijo - $20.67 hasta 1934, luego $35 por onza hasta 1971 - los errores en política monetaria eran necesariamente pequeños. Si el Fed trataba de meter mas dólares en el sistema bancario de lo que el sistema requería, el excedente sacaría oro de las reservas de oro del Tesoro. Esa automaticidad estaba implícita en el patrón oro. El momento de giro del siglo XX fue el Crash de Wall Street de octubre de 1929. En su época, el fenómeno no fue comprendido por los economistas como directamente relacionado con la Ley de Tarifas Smoot-Hawley que el presidente Hoover firmó en ley en junio de 1930. No satisfechos con haber restaurado las tarifas a los niveles de 1913, que había sido anticipado por los mercados, los republicanos las subieron a niveles que sorprendieron los mercados y que, al margen, bloquearon el comercio mundial que estaba en proceso. Los inventarios hechos para las ventas en el exterior se acumularon a ambos lados de la alta pared de tarifas. Debido a que Estados Unidos se había convertido en una nación acreedora, ahora nuestros deudores no podían ganar del comercio los intereses y el principal sobre sus deudas o sus inversiones en acciones en el exterior. No fue hasta 1977 que se estableció la relación Crash/tarifas.
Al no saber por qué se había hundido el mercado, los dirigentes políticos del mundo fueron inducidos a varias conclusiones falsas. En Moscú, Stalin supuso que la burbuja capitalista había estallado como Marx había previsto. En Alemania, donde la economía ya estaba paralizada por las exacciones punitivas del Tratado de Versalles, la idea fascista echó raíces. Sobre todo, porque de todas las potencias, Italia bajo Mussolini parecía ser la única capaz de prosperar; con un "hombre fuerte" capaz de dirigir la economía donde "el mercado había fracasado". Tokio llegó a una conclusión ligeramente diferente, viendo la Smoot-Hawley no en términos del Crash del 29 sino en sus efectos directos de cerrar el mercado norteamericano a las exportaciones japonesas.
Es probable que la ley de tarifas de Hoover no hubiera llevado a la II Guerra Mundial si no hubiera estado seguida por una serie de otros errores económicos. Cuando los ingresos federales bajaron debido a la recesión, los banqueros de Nueva York persuadieron a Hoover de que sólo se podía restaurar la confianza equilibrando el presupuesto - mediante tasas de impuestos más altas. En lo que un excedente de liquidez de dólares acompañaba el debilitamiento de la economía, en 1931 el Fed tuvo que elevar la tasa de descuento de 1.5 a 3.5% para evitar una fuga del oro. El Promedio Industrial Dow Jones, que había bajado de 381 a 230 en 1929, siguió ahora su descenso, hasta que llegó a 41 en el fin de semana de 1932 en que Roosevelt se postuló como candidato a la presidencia. En su campaña, FDR denunció a Hoover y a su tarifa para conseguir un fácil triunfo. Pero no estaba en posición de rebajar las tarifas cuando el desempleo estaba tan alto en Estados Unidos. Uno de los acontecimientos políticos más importantes del siglo se produjo en este punto cuando los negros americanos abandonaron masivamente el partido de Lincoln y se pasaron a los demócratas del New Deal, un reagrupamiento que se mantiene hasta el día de hoy.
El crecimiento económico de la posguerra siguió a pequeñas reducciones en las tasas de impuestos de tiempo de guerra, y a la difusión de “huecos” que permitían la formación de capital. Por otra parte, el resto del mundo tuvo que reconstruir y comprar de nuestra economía mediante crédito y ayuda exterior. La tarifa Smoot-Hawley había estado llena de excepciones para “la nación más favorecida” vía acuerdos comerciales recíprocos, lo que fue seguido de acuerdos internacionales para bajar las tarifas. El presidente Eisenhower prometió una rebaja en los impuestos a los ingresos cuando hizo campaña en 1952 pero decidió no hacerlo cuando fue electo. El Partido Republicano regresó a la “responsabilidad fiscal” y los electores, tras darle a Ike dos años con un Congreso republicano, comenzaron en 1954 la práctica de gobierno dividido que se mantiene hasta hoy – elegir presidentes republicanos con Congresos demócratas y viceversa. Richard Nixon ganó en 1968 y, guiado por asesores económicos keynesianos, inmediatamente comenzó a cometer enormes errores económicos. Pospuso la eliminación del impuesto de Vietnam que había prometido terminar y aprobó una duplicación del impuesto a las ganancias del capital estimulado por las elites corporativas. (Un bajo impuesto a las ganancias del capital alienta las nuevas empresas lo que, a su vez, amenaza el status quo.)
Este detalle es extremadamente importante en la historia del siglo porque llevó a la decisión de Nixon de romper el vínculo entre el dolor y el oro, y permitirle al dólar flotar libremente - derivada de su frustración. A su manera, esto fue una decisión tan trascendente como la ley Smoot-Hawley de Hoover en 1929-30. En realidad, la bolsa de valores se hundió igual que en el 29 pero, puesto que el valor del dólar se hundió como síntoma de la inflación en desarrollo, el DJIA sólo bajó en una fracción de su pérdida de valor real. Esto es, un DJIA a 1000 y el oro a $35 es lo mismo que un DJIA a 10,000 y el oro a $350. Al resistir la inflación monetaria, el Japón mantuvo su moneda casi tan buena como el oro. Como resultado, se convirtió en la economía más fuerte del mundo durante los años 70 y 80, creando un capital que inundó el mundo. La teoría económica keynesiana finalmente la hizo estallar en 1990 cuando Tokio decidió elevar el impuesto a las ganancias del capital en la propiedad inmobiliaria, la primera fuente de riqueza del país. Hasta el día de hoy, Tokio permanece en la confusión keynesiana, luchando por encontrar su camino de regreso al crecimiento.
Tanto Gerald Ford como Jimmy Carter permanecieron bajo el hechizo de los keynesianos que creían que un poco más de inflación (devaluación) traería prosperidad. Fue Ronald Reagan el que finalmente rompió el hechizo. Puede que Reagan no haya sido un estudiante muy brillante en el Eureka College de Illinois en los cuatro años que estuvo allí (1928-32), pero si estudió economía clásica, su doctorado. En 1980, para una economía enferma, él era lo que recomendaba el médico, un dirigente político dispuesto a ir contra las opiniones de moda y a luchar por una rebaja de impuestos tipo Kennedy.
La elección de Ronald Regan en 1980 llegó justo a tiempo. Reagan se propuso volver a echar a andar la economía en un ambiente no inflacionario y a terminar con la Guerra Fría. Tuvo un comienzo difícil porque las rebajas de impuestos provocaron un dramático aumento en la demanda de liquidez de dólares cuando la Reserva Federal todavía estaba luchando contra los impulsos inflacionarios creados en el gobierno de Carter. Con escasez de dólares, el precio del oro bajó de $600 a fines de 1980 a $300 en 1982, haciendo descender los precios de las mercancías y empujando la economía a una recesión. Sólo después de que el Fed se vio obligado a “imprimir” $3,000 millones para comprar bonos del peso mexicano, para evitar la bancarrota de algunos de nuestros mayores bancos, que el oro subió por sobre los $400, terminando la deflación, y sumándose a las rebajas de impuestos para producir una expansión no inflacionaria. En el modelo de la demanda se suponía que esto no fuera posible. Los gastos aumentaron inmediatamente, sobre todo en defensa. El déficit presupuestario aumentó pero las tasas de interés siguieron bajando. La dirección soviética, asombrada por esta magia económica, podía constatar que era inútil tratar de mantenerse en una carrera armamentista con Estados Unidos. En realidad, tiró la toalla durante los años de Reagan pero la guerra Fría no terminó oficialmente hasta el derribo del Muro de Berlín bajo el gobierno de Bush.
Los últimos 20 años del siglo han sido el legado de Ronald Regan. Sus sucesores en la Oficina Oval, George Bush y Bill Clinton, sólo han perjudicado levemente la economía mientras movían los muebles de un lado para otro. Ambos presidentes subieron las tasas de interés tras prometer rebajas de impuestos. Cuando Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, rehusó facilitar la política monetaria sobrevino la recesión que le costó a Bush un segundo período. El aumento de impuestos de Clinton le costó a los demócratas el control del Congreso por primera vez en 40 años, aunque en esta ocasión Greenspan acomodó el aumento de los impuestos. El precio del oro, que había estado estable alrededor de $350 la onza subió a $380. Gran parte del resto del mundo, permitió que sus monedas también flotaran. La mini-inflación dio marcha atrás después de las elecciones de 1996, cuando los mercados previeron correctamente las rebajas de impuestos bipartidistas -tipo economía de la oferta- de 1997. Al igual que en 1981, cuando las rebajas de impuestos de Regan aumentaron la demanda de liquidez de dólares y ésta no se produjo, el precio del oro también bajó con las rebajas de impuestos de 1997. Los bancos centrales extranjeros que habían tenido políticas inflacionarias iniciaron políticas deflacionarias para poder mantenerse vinculados al dólar. Empezando con Tailandia, la crisis asiática se fue desarrollando y los precios de las mercancías empezaron a caer como dominóes. Los precios del petróleo bajaron tanto que la industria petrolera mundial dejó de invertir en la infraestructura. Cuando la deflación terminó y el oro empezó a subir en 1999, la demanda de petróleo superó con mucho la oferta y el precio del petróleo subió hasta sus actuales niveles. La Internet va a compensar cualquier tendencia al error de nuestros sistemas políticos. Tan importante como la invención de la rueda, la Internet no sólo aumenta la eficiencia de la economía mundial al casar el capital excedente con el faltante sino que permite un intercambio de ideas mucho más rápido sobre cómo evitar cualquier incipiente conflicto. Hace mucho más difícil el surgimiento de guerras en el siglo que tenemos por delante. Además, al haber experimentado las teorías económicas por ensayo y error, es menos probable que cometamos los mismos errores del siglo pasado, al menos en la misma medida. En realidad, pienso que la visión del siglo que he presentado aquí será la historiografía universalmente aceptada antes de que pasen muchos años, y que, como resultado, el siglo XXI será mucho más pacifico y próspero que el siglo XX.
Para más información: http://ar.geocities.com/politicaeconomia
Parrafos extraidos de www.neoliberalismo.com
Revisión del siglo XIX y XX: Los ingleses derrotaron a Napoleón en 1815, volvieron al patrón oro en 1819 y, estimulados por un movimiento populista, empezaron a rebajar sus tasas de impuestos casi todos los años hasta 1875.Con una moneda tan buena como el oro, las tasas de interés bajaron de 6.5% cuando Waterloo a menos de 3% en 1900. Un historiador moderno nos cuenta que "Entre 1815 y 1875, Gran Bretaña se iba a convertir en la fábrica mundial, el banquero mundial y el comerciante mundial''. El resto de Europa rebajó sus tarifas proteccionistas siguiendo el ejemplo de Londres.
Gracias al ejemplo británico miren: Francia empezó a bajar sus desmesuradas tasas proteccionistas en los 1840. En Prusia, 17 estados fragmentados se unieron en una unión aduanera (Zollverein) en 1833, creando un libre comercio entre esos estados alemanes… Italia y Rusia también moderaron sus tasas hasta mediados de siglo. En 1875, Gran Bretaña, el líder de todos los partidarios del libre comercio, sólo tenía 12 ítems en su lista de mercancías con tarifas aduaneras.
Sin embargo, La enorme expansión empezó a perder impulso en 1875 cuando el clima se volvió contra Europa y no había una teoría económica sobre cómo afrontarlo. La cosecha en Francia fue un desastre y el gobierno subió las tarifas. Alemania, que se había convertido en una fervorosa partidaria del libre comercio vía su experiencia del Zollverein, había eliminado las tarifas en el 97% de sus importaciones para 1877. En ese año se produjo la primera de tres terribles cosechas en Gran Bretaña. Para poder importar más alimentos, Gran Bretaña tuvo que exportar más bienes manufacturados. Los industriales alemanes se quejaron de este "dumping" y subieron las tarifas. Los industriales rusos se quejaron de que no podían competir con los alemanes y en 1893 subieron sus tarifas. Alemania respondió subiendo las suyas contra las mercancías rusas y Rusia reaccionó duplicando sus tasas contra las mercancías alemanas. Al mismo tiempo, Italia, frustrada por las tarifas proteccionistas francesas, decretó un aumento de las tarifas que no bajó hasta tiempos de Mussolini.
Una serie de malas cosechas en Europa y los nacionalistas económicos supusieron, de manera lógica y natural, que tendría que haber una guerra a la vuelta de la esquina, así que lo mejor era prepararse de la mejor manera posible para la misma. Los monarcas de Europa eran esencialmente impotentes para detener las fuerzas que estaban presionando hacia la guerra. Ahí está el complejo militar-industrial de cada país, funcionando sobre la base de que suceda lo peor, y luego un círculo vicioso de aumento de impuestos, menos crecimiento, contracción de calorías. Un archiduque asesinado en Sarajevo fue, simplemente, el fósforo que encendió la guerra. Estados Unidos hubiera podido taparse los ojos a la guerra en Europa, excepto que la historia no funciona así. Estados Unidos estaba destinado a quedar fuera del conflicto de las calorías del resto del mundo durante sus primeros 130 años, pero en 1917 estábamos lo suficientemente maduros como para empezar a afirmar una especie de adolescente liderazgo mundial.
USA pudiera haber quedado fácilmente fuera de la I GM pero creo que la historia había decidido que realmente tenía que entrar en la misma si íba a ocupar un puesto de liderazgo mundial. Si podemos apreciar donde está hoy, tenemos que ver que tenía que haber un momento donde aumentaban la disposición a afrontar responsabilidades internacionales. La consecuencia política fue la eliminación de la monarquía como una forma eficiente de gobierno. El balance del siglo implicó una competencia de diferentes formas de democracia, que en su sentido más amplio significa un proceso mediante el cual cualquier ciudadano puede ser seleccionado del fondo común para gobernar. En la segunda guerra mundial, la forma de capitalismo democrático se sumó a la "democracia colectiva" de la Unión Soviética para derrotar al "capitalismo de estado" con su confianza en un hombre fuerte, un dictador. Cuando el sangriento conflicto terminó en 1945, la historia se preparó para el enfrentamiento entre el capitalismo democrático y la forma soviética de colectivismo.
Más bien que competir en las guerras de tarifas continentales que llevaron a la I GM, Gran Bretaña introdujo el primer impuesto progresivo a los ingresos en 1902, y las otras potencias siguieron el mismo camino en lo que las demandas de la preparación militar abrumaban los ingresos de tarifas que habían pasado el punto de los rendimientos decrecientes.
La 16 Enmienda que permite el impuesto a los ingresos fue aprobada en Estados Unidos en el gobierno republicano de William Howard Taft, semanas antes de la inauguración del demócrata Woodrow Wilson en 1913. El primer impuesto tenía una tasa superior marginal de 7% que se aplicaba a los ingresos anuales que serían el equivalente actual de unos $20 millones; la tasa inferior de 1% se aplicaba al equivalente actual de unos $40,000. El impuesto trajo consigo la recesión económica de 1913-14, que terminó cuando empezó la guerra en Europa y los pedidos de mercancías empezaron a venir del otro lado del Atlántico. Cuando EU entró en la guerra en 1917, Wilson empujó la tasa del impuesto a los ingresos a 75% con las ganancias al capital gravadas como ingreso ordinario. Los republicanos ganaron en una avalancha en 1920 con la promesa de bajas las tasas de impuestos y restaurar las tarifas que Wilson había alterado en 1913. Las otras potencias dejaron sus tasas de impuestos a los elevados niveles de tiempo de guerra en lo que trataban de afrontar el problema de la deuda de la guerra. Los Rugientes Veinte produjeron una fenomenal expansión económica, fundamentalmente en Estados Unidos.
La Ley de la Reserva Federal, que también había sido aprobada en 1913, garantizaba un dólar elástico que pudiera estirarse y contraerse en pequeña medida, siempre que el dólar permaneciera tan bueno como el oro a $20.67 la onza. Casi todos los demás economistas rastrean algunas o todas las declinaciones económicas del siglo a errores monetarios del banco central. Yo no lo hago así. Para mí, el papel más importante de la moneda es como unidad de contabilidad, y no como un medio de cambio o almacén de valor. Mientras el gobierno de EU mantuviera su compromiso con el oro a un precio fijo - $20.67 hasta 1934, luego $35 por onza hasta 1971 - los errores en política monetaria eran necesariamente pequeños. Si el Fed trataba de meter mas dólares en el sistema bancario de lo que el sistema requería, el excedente sacaría oro de las reservas de oro del Tesoro. Esa automaticidad estaba implícita en el patrón oro. El momento de giro del siglo XX fue el Crash de Wall Street de octubre de 1929. En su época, el fenómeno no fue comprendido por los economistas como directamente relacionado con la Ley de Tarifas Smoot-Hawley que el presidente Hoover firmó en ley en junio de 1930. No satisfechos con haber restaurado las tarifas a los niveles de 1913, que había sido anticipado por los mercados, los republicanos las subieron a niveles que sorprendieron los mercados y que, al margen, bloquearon el comercio mundial que estaba en proceso. Los inventarios hechos para las ventas en el exterior se acumularon a ambos lados de la alta pared de tarifas. Debido a que Estados Unidos se había convertido en una nación acreedora, ahora nuestros deudores no podían ganar del comercio los intereses y el principal sobre sus deudas o sus inversiones en acciones en el exterior. No fue hasta 1977 que se estableció la relación Crash/tarifas.
Al no saber por qué se había hundido el mercado, los dirigentes políticos del mundo fueron inducidos a varias conclusiones falsas. En Moscú, Stalin supuso que la burbuja capitalista había estallado como Marx había previsto. En Alemania, donde la economía ya estaba paralizada por las exacciones punitivas del Tratado de Versalles, la idea fascista echó raíces. Sobre todo, porque de todas las potencias, Italia bajo Mussolini parecía ser la única capaz de prosperar; con un "hombre fuerte" capaz de dirigir la economía donde "el mercado había fracasado". Tokio llegó a una conclusión ligeramente diferente, viendo la Smoot-Hawley no en términos del Crash del 29 sino en sus efectos directos de cerrar el mercado norteamericano a las exportaciones japonesas.
Es probable que la ley de tarifas de Hoover no hubiera llevado a la II Guerra Mundial si no hubiera estado seguida por una serie de otros errores económicos. Cuando los ingresos federales bajaron debido a la recesión, los banqueros de Nueva York persuadieron a Hoover de que sólo se podía restaurar la confianza equilibrando el presupuesto - mediante tasas de impuestos más altas. En lo que un excedente de liquidez de dólares acompañaba el debilitamiento de la economía, en 1931 el Fed tuvo que elevar la tasa de descuento de 1.5 a 3.5% para evitar una fuga del oro. El Promedio Industrial Dow Jones, que había bajado de 381 a 230 en 1929, siguió ahora su descenso, hasta que llegó a 41 en el fin de semana de 1932 en que Roosevelt se postuló como candidato a la presidencia. En su campaña, FDR denunció a Hoover y a su tarifa para conseguir un fácil triunfo. Pero no estaba en posición de rebajar las tarifas cuando el desempleo estaba tan alto en Estados Unidos. Uno de los acontecimientos políticos más importantes del siglo se produjo en este punto cuando los negros americanos abandonaron masivamente el partido de Lincoln y se pasaron a los demócratas del New Deal, un reagrupamiento que se mantiene hasta el día de hoy.
El crecimiento económico de la posguerra siguió a pequeñas reducciones en las tasas de impuestos de tiempo de guerra, y a la difusión de “huecos” que permitían la formación de capital. Por otra parte, el resto del mundo tuvo que reconstruir y comprar de nuestra economía mediante crédito y ayuda exterior. La tarifa Smoot-Hawley había estado llena de excepciones para “la nación más favorecida” vía acuerdos comerciales recíprocos, lo que fue seguido de acuerdos internacionales para bajar las tarifas. El presidente Eisenhower prometió una rebaja en los impuestos a los ingresos cuando hizo campaña en 1952 pero decidió no hacerlo cuando fue electo. El Partido Republicano regresó a la “responsabilidad fiscal” y los electores, tras darle a Ike dos años con un Congreso republicano, comenzaron en 1954 la práctica de gobierno dividido que se mantiene hasta hoy – elegir presidentes republicanos con Congresos demócratas y viceversa. Richard Nixon ganó en 1968 y, guiado por asesores económicos keynesianos, inmediatamente comenzó a cometer enormes errores económicos. Pospuso la eliminación del impuesto de Vietnam que había prometido terminar y aprobó una duplicación del impuesto a las ganancias del capital estimulado por las elites corporativas. (Un bajo impuesto a las ganancias del capital alienta las nuevas empresas lo que, a su vez, amenaza el status quo.)
Este detalle es extremadamente importante en la historia del siglo porque llevó a la decisión de Nixon de romper el vínculo entre el dolor y el oro, y permitirle al dólar flotar libremente - derivada de su frustración. A su manera, esto fue una decisión tan trascendente como la ley Smoot-Hawley de Hoover en 1929-30. En realidad, la bolsa de valores se hundió igual que en el 29 pero, puesto que el valor del dólar se hundió como síntoma de la inflación en desarrollo, el DJIA sólo bajó en una fracción de su pérdida de valor real. Esto es, un DJIA a 1000 y el oro a $35 es lo mismo que un DJIA a 10,000 y el oro a $350. Al resistir la inflación monetaria, el Japón mantuvo su moneda casi tan buena como el oro. Como resultado, se convirtió en la economía más fuerte del mundo durante los años 70 y 80, creando un capital que inundó el mundo. La teoría económica keynesiana finalmente la hizo estallar en 1990 cuando Tokio decidió elevar el impuesto a las ganancias del capital en la propiedad inmobiliaria, la primera fuente de riqueza del país. Hasta el día de hoy, Tokio permanece en la confusión keynesiana, luchando por encontrar su camino de regreso al crecimiento.
Tanto Gerald Ford como Jimmy Carter permanecieron bajo el hechizo de los keynesianos que creían que un poco más de inflación (devaluación) traería prosperidad. Fue Ronald Reagan el que finalmente rompió el hechizo. Puede que Reagan no haya sido un estudiante muy brillante en el Eureka College de Illinois en los cuatro años que estuvo allí (1928-32), pero si estudió economía clásica, su doctorado. En 1980, para una economía enferma, él era lo que recomendaba el médico, un dirigente político dispuesto a ir contra las opiniones de moda y a luchar por una rebaja de impuestos tipo Kennedy.
La elección de Ronald Regan en 1980 llegó justo a tiempo. Reagan se propuso volver a echar a andar la economía en un ambiente no inflacionario y a terminar con la Guerra Fría. Tuvo un comienzo difícil porque las rebajas de impuestos provocaron un dramático aumento en la demanda de liquidez de dólares cuando la Reserva Federal todavía estaba luchando contra los impulsos inflacionarios creados en el gobierno de Carter. Con escasez de dólares, el precio del oro bajó de $600 a fines de 1980 a $300 en 1982, haciendo descender los precios de las mercancías y empujando la economía a una recesión. Sólo después de que el Fed se vio obligado a “imprimir” $3,000 millones para comprar bonos del peso mexicano, para evitar la bancarrota de algunos de nuestros mayores bancos, que el oro subió por sobre los $400, terminando la deflación, y sumándose a las rebajas de impuestos para producir una expansión no inflacionaria. En el modelo de la demanda se suponía que esto no fuera posible. Los gastos aumentaron inmediatamente, sobre todo en defensa. El déficit presupuestario aumentó pero las tasas de interés siguieron bajando. La dirección soviética, asombrada por esta magia económica, podía constatar que era inútil tratar de mantenerse en una carrera armamentista con Estados Unidos. En realidad, tiró la toalla durante los años de Reagan pero la guerra Fría no terminó oficialmente hasta el derribo del Muro de Berlín bajo el gobierno de Bush.
Los últimos 20 años del siglo han sido el legado de Ronald Regan. Sus sucesores en la Oficina Oval, George Bush y Bill Clinton, sólo han perjudicado levemente la economía mientras movían los muebles de un lado para otro. Ambos presidentes subieron las tasas de interés tras prometer rebajas de impuestos. Cuando Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal, rehusó facilitar la política monetaria sobrevino la recesión que le costó a Bush un segundo período. El aumento de impuestos de Clinton le costó a los demócratas el control del Congreso por primera vez en 40 años, aunque en esta ocasión Greenspan acomodó el aumento de los impuestos. El precio del oro, que había estado estable alrededor de $350 la onza subió a $380. Gran parte del resto del mundo, permitió que sus monedas también flotaran. La mini-inflación dio marcha atrás después de las elecciones de 1996, cuando los mercados previeron correctamente las rebajas de impuestos bipartidistas -tipo economía de la oferta- de 1997. Al igual que en 1981, cuando las rebajas de impuestos de Regan aumentaron la demanda de liquidez de dólares y ésta no se produjo, el precio del oro también bajó con las rebajas de impuestos de 1997. Los bancos centrales extranjeros que habían tenido políticas inflacionarias iniciaron políticas deflacionarias para poder mantenerse vinculados al dólar. Empezando con Tailandia, la crisis asiática se fue desarrollando y los precios de las mercancías empezaron a caer como dominóes. Los precios del petróleo bajaron tanto que la industria petrolera mundial dejó de invertir en la infraestructura. Cuando la deflación terminó y el oro empezó a subir en 1999, la demanda de petróleo superó con mucho la oferta y el precio del petróleo subió hasta sus actuales niveles. La Internet va a compensar cualquier tendencia al error de nuestros sistemas políticos. Tan importante como la invención de la rueda, la Internet no sólo aumenta la eficiencia de la economía mundial al casar el capital excedente con el faltante sino que permite un intercambio de ideas mucho más rápido sobre cómo evitar cualquier incipiente conflicto. Hace mucho más difícil el surgimiento de guerras en el siglo que tenemos por delante. Además, al haber experimentado las teorías económicas por ensayo y error, es menos probable que cometamos los mismos errores del siglo pasado, al menos en la misma medida. En realidad, pienso que la visión del siglo que he presentado aquí será la historiografía universalmente aceptada antes de que pasen muchos años, y que, como resultado, el siglo XXI será mucho más pacifico y próspero que el siglo XX.
Para más información: http://ar.geocities.com/politicaeconomia
Si Estados Unidos es la madre del mundo
Enviado por el día 4 de Enero de 2004 a las 11:06
significa que somos todos hijos de puta?
Re: Si Estados Unidos es la madre del mundo
Enviado por el día 4 de Enero de 2004 a las 13:37
Sabes leer?
Re: Re: Si Estados Unidos es la madre del mundo
Enviado por el día 4 de Enero de 2004 a las 18:15
Compañero, espectacular el articulo..........
Aunque muchos no lo entiendan, o se nieguen--------- es así
Un abrazo
Aunque muchos no lo entiendan, o se nieguen--------- es así
Un abrazo