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Libre mercado y Prpteccionismo, dos amigos intimos.
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 22:24
El debate que opone libre mercado y proteccionismo lleva ya unos 500 años, atravesando toda la historia de nuestro sistema-mundo moderno. El argumento en favor del libre mercado siempre ha resultado en una competencia al máximo, y por tanto, en una eficiencia máxima en la producción y en la reducción de los precios y, así, en grandes beneficios para el consumidor.


Los proteccionistas arguyen que el libre comercio ha tenido siempre consecuencias muy negativas para variadas situaciones económicas nacionales, tanto en el corto como a largo plazos, pues aumenta el desempleo y ocasiona el fracaso de las empresas locales. Y que, en el largo plazo, encadena a los países más débiles a tipos de ganancia menor en lo referente a sus actividades económicas.

Por supuesto, hasta cierto punto, ambos lados están en lo correcto. Pero las virtudes abstractas del libre mercado o del proteccionismo nunca determinan lo que realmente ocurre. Aquellos países que en un momento particular son eficientes en sus actividades productivas son normalmente los que proclaman las virtudes del libre comercio: éste sirve, obviamente, a sus intereses nacionales. Significa que pueden vender sus productos en los mercados extranjeros sin aranceles, multas u otras barreras. Significa que pueden invertir su capital excedente en otros países.

Aquellos países moderadamente fuertes pero todavía más débiles que los más consolidados, buscan ser proteccionistas. Sienten que, si pueden proteger sus mercados internos por un tiempo -sin tener que competir con los productores de los países más sólidos-, pueden mejorar su propia eficiencia y desarrollar un mercado interno que les permita afrontar la competencia abierta. Para ellos es un asunto de tiempo. La protección que piden es temporal.

Los países verdaderamente débiles en lo económico son por lo común naciones también débiles políticamente y no pueden entonces ejercer su proteccionismo.

Las ambigüedades surgen cuando miramos lo que ocurre en los países fuertes que proclaman las virtudes del libre comercio. Estas naciones favorecen el libre mercado sólo hasta cierto punto. Por ejemplo, en el siglo XVII los holandeses (de las entonces llamadas Provincias Unidas), eran los más eficientes productores (y comerciantes) de Europa y predicaban las virtudes del libre comercio ante las más débiles Inglaterra y Francia. Pero eso no significaba que los holandeses no protegieran ciertos mercados. En 1663, sir George Downing, hombre de Estado británico, apuntaba con amargura que la política holandesa: "es un mare liberum (un mar abierto) en las aguas británicas, pero un mare clausum (mar cerrado) en la costa de Africa y las Indias occidentales". Los británicos tuvieron que pelear tres guerras marítimas contra los holandeses para nivelar el campo de juego del comercio mundial de entonces.

La historia se repite hoy día. Después de 1945, Estados Unidos era el más eficiente productor y, por supuesto, favorecía el libre comercio. No obstante, para fortalecer políticamente sus alianzas contra la Unión Soviética, Estados Unidos permitió que Europa occidental, Japón, Taiwán y Corea del Sur se involucraran en ciertos procesos proteccionistas. Esto fortaleció económicamente dichos países, hasta cierto punto. Cuando en los años 70 del siglo XX estos países se volvieron altamente competitivos, Estados Unidos se quejó de sus políticas proteccionistas. Pero precisamente porque Estados Unidos se debilitó relativamente en lo económico, fortaleció entonces las políticas que protegieran su mermado sector manufacturero. El gobierno estadunidense, como otros gobiernos, tuvo que encarar una presión política interna que buscaba preservar empleos y ganancias para los empresarios locales.

Estados Unidos volvió los ojos hacia lo que llamó "mercados emergentes", es decir, los países más grandes del sur del mundo -países como Malasia, Indonesia, India, Paquistán, Egipto, Turquía, Sudáfrica, Nigeria, Brasil y Argentina. Los vio como salidas para los productos estadunidenses -manufacturados, servicios de información y biotecnología- pero también como sitio para sus transacciones financieras. Pero estos países se habían comprometido con una ideología desarrollista que los empujaba hacia ciertas políticas proteccionistas. Así, Estados Unidos les explicó que, en una era de "globalización", tales prácticas eran perversas y contrarias a la producción. Los mercados emergentes debían abrirse al libre mercado, es decir, a las inversiones y actividades comerciales de Estados Unidos (y otros).

Los principales instrumentos usados para obtener obediencia hacia este nuevo régimen fueron el Fondo Monetario Internacional, el Departamento del Tesoro estadunidense y la Organización Mundial de Comercio (OMC), que habrían de sentar las regulaciones del libre comercio. Estas regulaciones habrían de ser aplicables a otros, no a Estados Unidos. El problema con las reglas, sin embargo, es que los otros también pueden usarlas. Cuando Estados Unidos (y Europa occidental) trataron de extender estas regulaciones a los llamados mercados emergentes, se toparon en Cancún con una resistencia, y Brasil condujo una coalición de potencias intermedias para insistir en que las regulaciones funcionaban para ambos lados -que si el sur disminuía sus barreras al libre comercio, Estados Unidos y el resto del norte tendrían que hacerlo también (ver Comentario 122, primero de octubre de 2003). Estados Unidos se rehusó a todo y por tanto Cancún fue un fracaso.

Pero surgió un problema mayor, pues la Unión Europea y otros en el norte resienten el proteccionismo estadunidense, dado que afecta sus intereses directamente. Cuando George W. Bush impuso aranceles al acero para proteger a los productores estadunidenses en entidades que le son cruciales para ganar las elecciones (Virginia occidental y Ohio), los europeos llevaron el caso ante el tribunal de la OMC, acusando a Estados Unidos de violar el acuerdo general. Ganaron el caso y obtuvieron el derecho a imponer contra-aranceles, y amenazaron con fijarlos contra productos estadunidenses que provienen de otras entidades importantes electoralmente para George W. Bush, como Florida y Michigan. El resultado es que Bush tocó fondo y revocó los aranceles al acero. Pero los europeos no habían terminado. Planean usar las mismas medidas arancelarias si Estados Unidos no pone fin a las reducciones fiscales que le otorga a las corporaciones estadunidenses en sus operaciones indirectas. Resulta que tales operaciones también violan el acuerdo de la OMC.

Por si fuera poco, cuando George W. Bush anunció que no iba a permitir que los franceses, los rusos, los alemanes y los canadienses licitaran contratos en la reconstrucción de Irak, se le anunció de inmediato que esto también violaba el acuerdo de la OMC. De pronto, la OMC -un invento, y ansiado logro, estadunidense- comenzó a mirarse como un albatros en el cuello de Estados Unidos. El libre comercio es maravilloso, por supuesto, si uno no tiene que cargar con los costos negativos por sí solo.

Re: Libre mercado y Prpteccionismo, dos amigos intimos.
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 22:26
No es de mi autoria. Lo pongo con el fin de aumentar datos en el debate.
Re: Re: Libre mercado y Prpteccionismo, dos amigos intimos.
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 22:42
¿La competencia no lleva naturalmente a la formacion de "alianzas" (monopolios, trusts, cartels) que condicionan a su vez la competencia?

El consumidor, ¿se ve beneficiado o perjudicado por la existencia de oligopolios y monopolios?
Re: Re: Re: Libre mercado y Prpteccionismo, dos amigos intimos.
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 23:05
http://pc1406.cps.ucm.es/Libros/Economia%20no%20li...
Esto dice Diego Guerrero al respecto economista marxista irredento, Forista:
"Pero lo que nos parece más relevante de este discurso es, una vez más, la manía contra los monopolios, que es tan típica entre los liberales (véanse la entrevista a Milton Friedman en El País de 11-XI-01) como entre los militantes de los partidos de izquierda que se han dejado influir por las ideas leninistas. Esta manía no se refiere al monopolio realmente criticable –el de la propiedad privada, que, por ser privada, es exactamente monopolista de aquello que es apropiado--, sino parece asentarse en el desconocimiento de que, la mayor parte de las veces, los “monopolios” de la Microeconomía liberal no son el resultado de una intervención perversa de gobiernos antiliberales, sino simples ejemplos de eso que el propio Sala llama “monopolios naturales”, y que los liberales tienden a presentar confusamente como la excepción en el universo de los monopolios. Nuestro autor reconoce que en estos casos de monopolio natural, las tres posibles soluciones existentes –a saber: no hacer nada, fijar precios públicos o nacionalizar-- plantean “graves problemas”; pero de hecho no parece consciente de que el monopolio no tiene por qué obtener los resultados tan negativos que de él espera la teoría neoclásica.

3. La idea neoclásica de que el “equilibrio” del monopolio se obtiene necesariamente para una cantidad vendida inferior y con un precio de mercado superior (en relación con el supuesto de la “competencia perfecta”, que es su modelo de referencia permanente) no tiene por qué ser cierta. Sólo se deriva ese resultado en el caso de que se suponga (de forma poco realista) que las curvas de coste de la empresa monopolista sigue siendo la misma una vez dividida dicha empresa en tantas fracciones o pedazos como para que se pueda hablar de que se ha creado una auténtica competencia (perfecta) entre las empresas resultantes. Si no es éste el caso, y suponiendo que el monopolio tiene asociado una estructura de costes más eficiente, bien puede darse el caso de que el monopolio produzca mayor cantidad, y a un precio más bajo, que en el caso de la competencia perfecta.

En relación con los bienes que no son “normales” sino “problemáticos”, Sala no tiene más remedio que reconocer las dificultades con que se encuentra al respecto la teoría económica neoclásico-liberal. Respecto a los “bienes públicos” –por ejemplo, las carreteras, la televisión, el ejército, o incluso “el conocimiento, la tecnología y las ideas”--, la teoría reconoce que los mercados no son capaces de producir lo suficiente: “El hecho de que el conocimiento y la tecnología sean bienes públicos hace que la libre competencia empresarial tienda a no generar conocimientos y progreso tecnológico al ritmo que sería óptimo”. Por esa razón, “hay que crear un sistema de patentes”, es decir, un monopolio, al fina y al cabo, aunque es mejor que éste sea temporal. Aquí resulta que el monopolio, la figura tan odiada en general, se convierte en la panacea cuando precisamente más artificial resulta.

Este punto lo desarrolla nuestro autor en un capítulo aparte de su libro --titulado “La economía de las ideas”-- en el que asegura que “la vacuna de la viruela, la técnica que permite (...) el airbag (...), el sistema de telefonía móvil, el programa Word de Microsoft o la fórmula de la aspirina son bienes públicos” que se generan gracias a un costoso gasto empresarial en “investigación y desarrollo (o I+D)” que “sólo se debe pagar una vez” (p. 71). Ahora bien, si ese coste no pudiera recuperarse, “nadie va a innovar y el progreso tecnológico desaparecerá”. Seguiría habiendo “sabios locos”, como había antes del capitalismo, pero “el ritmo de creación de ideas” sería muy inferior al que conocemos. En este punto apela Sala al premio Nobel Douglas North, que atribuye la revolución industrial y el inicio del desarrollo capitalista al hecho de que en 1760, en Inglaterra, “se crearon las instituciones que iban a permitir garantizar los derechos de propiedad intelectual”, porque –como dice Sala-- “al fin y al cabo, ¿a santo de qué va a pagar los elevadísimos costes de I+D una empresa si, una vez hecho el invento, cualquiera va a poder copiarle la idea y no va a poder recuperar el dinero de la inversión?”.

Resulta, por tanto, que el sistema de mercado que, según nos había dicho Sala i Martín en el primer capítulo, se basa en la libre competencia y la disciplina de mercado, tienen su origen y su mecanismo fundamental en un sistema de patentes que convierte al inventor, “de hecho, en un monopolista” (p. 73). Él mismo reconoce que éste es un “problema importante” porque “sabemos que los monopolios son malos”, pero le parece que la solución del “monopolio temporal” (por ejemplo, patentes “durante veinte años”) es una “solución intermedia”. ¡Bonita solución y bonito punto medio!: resulta que, siempre que el monopolio no sea tan eterno como el Dios de los cristianos –en el que, afortunadamente, Sala i Martín no parece creer--, se podrá decir que estamos en una situación “intermedia” entre el monopolio y la competencia, y esta “intermediación” se manifiesta en la maravillosa conversión de lo que en principio era malo –el monopolio— en algo que a la postre resulta ser óptimo: el sistema capitalista de patentes, que ha permitido el despegue industrial de la sociedad moderna (desde 1760) y el bienestar material de quienes practican este tipo de monopolios (y la correspondiente pobreza, bien merecida, de quienes no lo practican)."

Re: Re: Re: Libre mercado y Prpteccionismo, dos amigos intimos.
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 23:07
Epa ,te interesa el consumidor!!!!,genio ,no podias ser tan boludo !!o se te escapo??es cierto el objetivo es el consumidor,vaya tanto dar vueltas y estamos de acuerdo,si el consumidor es el REY(principio liberal si lo hay),lo unico que interesa es su beneficio,yo pregunto en una economia proteccionista,el famoso vaso de leche por el que lloran los marxistas por el pobre niño hambriento(y despues me dices que lloro),digo el vaso de leche, es mas barato en una economia libre o en una proteccionista?.A ver la respuesta.
Es mas barato...
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 23:14
en una economia planificada donde los medios de produccion esten colectivizados.

¡Ahora no vayas a llorar por la respuesta!
Re: Minga es mas barato...
Enviado por el día 8 de Enero de 2004 a las 23:21
Claro, y resulta que el pais vecino tiene menos costo de produccion y vos no la dejas entrar por ser proteccionista!!!Hay que ser...
Re: Re: Minga es mas barato...
Enviado por el día 9 de Enero de 2004 a las 00:23
RACING, PUEDE SER QUE EL VASO DE LECHE SEA MAS BARATO EN AQUEL PAIS ABIERTO, PERO TAMBIEN HAY QUE VER SI ESE PAIS PUEDE SOSTENER ESA SITUACION.
NO ES TAN FACIL, EXISTEN RESTRICCIONES EXTERNAR E INTERNAS, POR ESO MUCHOS PAISES DESARROLLADOS APLICAN EL PROTECCIONISMO.
A VER SI SE ENTIENDE, LO PIOLA SERIA QUE NADIE TRABAJE Y QUE IMPORTEMOS TODO AL MAS BAJO COSTO, MERO HASTA CUANDO PODEMOS VIVIR ASI DE PRESTADO???
ENTENDES, MUCHAS VECES NO ES TAN FACIL.
Re: Re: Re: Minga es mas barato...
Enviado por el día 9 de Enero de 2004 a las 00:30
Viste un forista ,quien tiene razon??y claro que no es facil,pero bueno es toda una forma de entender la sociedad,o la entendemos asi y aca esta nuestra lucha ,o el costo de desarrollar el pais insume las energias de toda una generacion y cuando no el fracaso de ese pais,son dos formas de pensar y estoy convencido que la de los liberales es mas facil.
Una pregunta a Uds,de que origen son sus apellidos??cuando vinieron sus abuelos a La Argentina?, por que vinieron?,se hicieron esa pregunta,los mios vinieros en 1896.
Re: Re: Re: Re: Minga es mas barato...
Enviado por el día 9 de Enero de 2004 a las 00:56
Los mios llegaron de Italia por la crisis del 29'.
Mi otro abuelo de Portugal por el conservador de Salazar.
Re: Re: Re: Re: Re: Minga es mas barato...
Enviado por el día 9 de Enero de 2004 a las 01:14
El punto es y perdon que pase el aviso,porque piensan que estos tanos (los mios too)vinieron al reculo del Mundo?,no seria porque aca se les prometia un pais libre,donde estaba vigente la Constitucion del 53,donde habia libertad,respeto de derechos,quiero que lo piensen,quizas estoy equivocado.
Re: Re: Re: Re: Libre mercado y Prpteccionismo, dos amigos intimos.
Enviado por el día 9 de Enero de 2004 a las 02:28
"si el consumidor es el REY(principio liberal si lo hay)"?

Consulta el manual para primerizos de Benegas Lynch!!!

Uy, que lindo es Benegas!!!
Hasta tiene manaules para primates!!!