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23 de Marzo de 2008

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Todo un hombre de Estado
Bitácora de Juan Ramón Rallo Julián

Recetas escolares para hundir en la miseria a España

Escolar le pone deberes a Zapatero en su bitácora. El primero de ellos en materia económica: las cosas se han puesto muy malas y es hora de actuar. ¿De qué modo? Pues como cabe esperar de un socialista redomado: aprovechando las crisis para pedir una mayor intervención del Estado:

Pedro Solbes ya ha avisado: en el primer Consejo de Ministros se aprobarán varias medidas económicas. ¿Brutales? No: ahora no hace falta más liberalización ni despidos más baratos, sino más obra pública. Tiene su aquel que Keynes y la intervención estatal sean de nuevo la receta mágica para salvar al capitalismo de su propia locura.

Hace unos años mantuve una breve discusión con Escolar en relación con su ocurrencia de crear un euro electrónico. Tras varios intercambios, Escolar concluyó el debate remitiéndome a discutir con gente que supiera realmente de economía; él ignoraba las consecuencias que podía generar su propuesta, pero ello no era óbice para que la lanzara.

En su último post sucede algo similar. Escolar no tiene ni idea de por qué ha ocurrido la crisis ni cuáles son las implicaciones de las ideas de Keynes, pero aun así pontifica sobre cuál debe ser la política económica del Gobierno.

Es curioso cómo los intervencionistas sacan a ondear a Keynes y a la necesaria planificación pública  siempre que tienen oportunidad. En esto los socialistas son simétricos a los neocon: aprovechan las crisis para aumentar el poder del Estado. Los neocon prefieren blandir la “seguridad nacional” para restringir las libertades de sus ciudadanos; los socialistas, en este caso, recurren a la “seguridad económica”. Crisis y Leviatán, no falla.

El falaz punto de partida, por supuesto, es que esta crisis es consecuencia de la “locura intrínseca” del capitalismo. Pero al sostener esto, Escolar demuestra una vez más sus nulos conocimientos en materia económica y, particularmente, monetaria.

El sistema monetario y financiero internacional no tiene nada de liberal desde que se acabó con Bretton-Woods, los últimos vestigios del patrón oro. Fue ése el pistoletazo de salida para la creación de un gran casino global de especulación desenfrenada, coordinada por los bancos centrales.

Con el fin del patrón oro se generaron dos riesgos artificiales en la economía: el riesgo de interés y el riesgo de cambio. Para tratar de contrarrestarlos se desarrolló una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento, el mercado de derivados, cuyo volumen ya es casi 50 veces el del PIB de EEUU.

El riesgo de interés surge de que sin patrón oro los bancos comerciales pueden manipular durante largos períodos de tiempo los tipos de interés. La deuda puede expandirse casi sin límite y las malas inversiones pueden generalizarse porque los bancos centrales pueden prestar SU dinero fiduciario de curso forzoso a los bancos; dicho de otro modo, la expansión del crédito no queda limitada por el volumen real de ahorros, sino por la voluntad del banquero de turno. Sólo así pueden explicarse absurdos tan colosales como que la tasa de ahorro de EEUU sea negativa o que su deuda total sea cuatro veces su PIB.

La moneda fiduciaria y de curso forzoso no tiene nada que ver con el capitalismo y el libre mercado. Es un engendro político destinado a facilitar el control de la economía por parte del Estado: con rebajas artificiales de tipos de interés, el empleo, el PIB y la actividad se disparan.

Pero las consecuencias de esta intervención económica son inevitables. La Reserva Federal mantuvo los tipos de interés al 1% durante más de un año (el BCE en el 2% durante más de dos años). Con esa intervención pública, el crédito afluyó hacia el mercado inmobiliario, tanto en EEUU como en España (boom de la vivienda), relanzando la actividad y el empleo.

Pero al mismo tiempo a) la deuda se iba acumulando hasta cotas insufribles, b) la producción se iba concentrando en sectores cuya gran rentabilidad era únicamente fruto de unos tipos de interés artificialmente bajos.

Dicho de otro modo, los bancos centrales generaron, gracias al dinero fiduciario, una burbuja que ahora está pinchando. ¿Qué sentido tiene echar ahora mano de un oportunista como Keynes quien descalificaba al oro como una “bárbara reliquia” precisamente porque limitaba la capacidad de los bancos para expandir el crédito?

Aunque bueno, no es de extrañar que un oportunista como Escolar recurra a un oportunista como Keynes. Hace dos años, cuando los bancos centrales estaban hinchando la burbuja inmobiliaria y todo iba viento en popa, Escolar defendía con estas palabras el abandono del patrón oro: 

te recuerdo que esos negros augurios que profetizas ante mi propuesta (hiperinflación y demás) son los mismos que algunos ondearon cuando se abandonó el patrón oro. Y ya ves que no ha sido para tanto. Varias décadas de prosperidad económica avalan aquella decisión. En realidad, si no ha pasado ya con una moneda no atada al oro, no tiene por qué pasar con una moneda virtual o electrónica.

¿Qué no había pasado exactamente? ¿Lo que está pasando ahora?

Resucitar a Keynes para hacer uso del gasto público denota no entender nada ni de lo que ocurrió durante la Gran Depresión ni de lo que está ocurriendo ahora.

Escolar dice que es el momento de que Keynes vuelva a salvar al capitalismo. ¿Y cuándo lo salvó exactamente? Las políticas keynesianas estuvieron en boga desde 1933 y la economía no se empezó a recuperar realmente hasta 1946 (y no precisamente por Keynes, sino porque fue entonces cuando comenzaron a levantarse los controles de la guerra).

Resulta gracioso se eche mano del New Deal y no se mire a lo que ocurrió unos años antes, en concreto durante la depresión de 1921. En aquel momento, la economía estadounidense atravesó para una recesión que en términos mensuales fue más contractiva que la Gran Depresión. La respuesta del Gobierno, sin embargo, no fue incrementar el gasto público, sino liberalizar.

El gasto se redujo a la mitad (desde 6403 millones de dólares en 1920 a 3295 en 1923), los impuestos bajaron desde 6695 millones de dólares a 4007 y la deuda pública desde 24298 millones a 22350. Además, se redujo el número de funcionarios y de militares.

El resultado fue espectacular. La producción industrial había caído desde 127,7 en 1919 a 105,7 en 1921 (recesión del 17%) y en 1923 ya había remontado a 156,3. En cambio, con el déficit público de Roosevelt inspirado en Keynes los resultados fueron deprimentes: si en julio de 1933 la producción industrial era 100, en noviembre fue de 72. Tras el déficit remontó a 86 en mayo de 1934 para volver a caer a 71 en septiembre de 1934.

Y si no tenía sentido recurrir a Keynes en la Gran Depresión (salvo que el objetivo no fuera la recuperación sino la expansión del tamaño y del poder del Gobierno en línea con otros experimentos fascistas coetáneos) tampoco lo tiene ahora.

El problema no es que la “demanda agregada” sea insuficiente, como creía Keynes: la demanda agregada cae por la acumulación brutal de deuda que se ha traducido en malas inversiones generalizadas (hipotecas subprime, consumo excesivo sin ahorro previo, recompra apalancada de acciones…) que deben liquidarse. Para ello sólo hay un camino: contracción crediticia y reestructuración productiva. A menor crédito, menor inversión y consumo (habida cuenta que este último ha venido basándose en la deuda); la carga financiera de numerosas empresas se disparará al tiempo que sus ingresos caerán (proceso que en España ya están viviendo las constructoras).

El resultado sobre el empleo es claro: despidos masivos. Escolar dice que no hay que abaratar el despido. ¿Entonces dificultamos y encarecemos unos despidos que son inevitables? Moviéndonos al absurdo, si impedimos los despidos, ¿cuándo saldremos de la crisis? ¿Tiene sentido que el Estado imponga estructuras productivas que no generan valor? ¿Tiene sentido que sigan construyéndose en España 900.000 viviendas anuales? Y si no lo tiene, ¿por qué dificultar esa readaptación? ¿Ayuda a superar la crisis que se dificulte?

La crisis, sin embargo, puede suavizarse. Hay que evitar una sobrerreación del sistema que lleve a una contracción crediticia mayor de la necesaria. Para ello la política fiscal es clave: no sólo no debe incurrirse en déficit público, sino que deben reducirse impuestos y gastos.

El déficit público supone crear más deuda, justamente en un momento donde esa deuda no puede financiarse. El Estado capta ahorros necesarios para amortizar la deuda antigua y los destina a proyectos sin sentido alguno. ¿Alguien se cree que la economía se recuperará cavando agujeros y volviéndolos a llenar? ¿Alguien puede sostener que el tejido productivo mejorará si el Estado capta una mayor parte de sus ahora escasos recursos? Precisamente hay que facilitar que el escaso capital vuelva a los sectores productivos (empresas y trabajadores) para que puedan amortizar la deuda y para ello hay que bajar impuestos.

Los escasos y delirantes conocimientos económicos de Escolar le llevan implícitamente a sostener que la guerra de Irak es positiva para la economía, como ya hiciera el keynesiano Krugman el otro día. Le cito:

La guerra en general es expansiva para la economía, al menos en el corto plazo. La Segunda Guerra Mundial terminó con la Gran Depresión. Los diez mil millones de dólares que aproximadamente gastamos cada mes en Irak se destinan principalmente a adquirir bienes y servicios producidos en EEUU, lo que significa que la guerra está sustentando la demanda. Sí, hay una infinidad de maneras mejores donde gastar el dinero. Pero en un momento en el que la insuficiente demanda es el problema, la guerra de Irak actúa como una especie de Programa Público de Trabajo, que genera empleo directa o indirectamente.

Esta teoría infecta e inhumana son los mimbres con los que Escolar elabora sus propuestas de política económica para el Gobierno. Tanto tiempo criticando a los neocon para terminar cayendo en sus brazos: más gasto público, más déficit y más rigideces en el mercado laboral.

Al fin y al cabo, la culpa de todo esto es del capitalismo: a pesar del abandono del patrón oro, del dinero fiduciario de curso forzoso, de la manipulación crediticia de los bancos centrales y del déficit presupuestario que ha mantenido Bush durante sus años de mandato. Sin duda, el liberalismo no alcanzó cotas tan altas en su historia; tampoco el pensamiento económico con Escolar.


Comentarios

 
Ya sabemos que ningún país se va a enriquecer ni va a aumentar su prosperidad aumentando los impuestos, pero da igual, los izquierdistas no quieren enterarse. Al menos, se agradece que Rallo les rebata sus argumentaciones. Saludos
Enviado por el día 23 de Marzo de 2008 a las 21:22 (1)
Es obvio que el bueno de Nacho habla por no callar… como le he dicho hoy, en ese post que comentas, repetir por repetir las falacias keynesianas que abundan en los libros de historia de BUP y COU no es más que cacarear vacuos argumentos…
Escolar y sus escolares demuestran un profundo desprecio por el rigor, la inteligencia, los buenos razonamientos, el análisis científico… leerán este post tuyo, acertadísimo como siempre… y se reirán, ladrarán y de vuelta a la parroquia del nihilismo posmoderno, de vuelta a la fatal arrogancia del que nada sabe y nada comprende…
Tengo experiencia virtual y real con estos especímenes. Desespera su desprecio por todo aquello que hace posible el debate, la sana discusión, la convivencia sosegada y la búsqueda de la verdad…
Gracias Rallo por esta entrada… por desgracia asume que esa gente negará la mayor y seguirá rebuznando, insultando a la inteligencia y envileciendo la situación…
Saludos y gracias por tu bitácora!
http://lalibertadylaley.wordpress.com/
Enviado por el día 23 de Marzo de 2008 a las 22:45 (2)
Querido, no malgastes tu precioso tiempo ni añadas ni una sola arruga a tu bello rostro. Cuando Escolar habla de obras públicas, no se refiere a Keynes, sino a Franco, sólo que le da un no sé qué admitirlo.
Enviado por el día 24 de Marzo de 2008 a las 01:04 (3)
A muchos nos ha seducido la idea de que la demanda genere su propia oferta, que toda crisis sea un problema de demanda y demás metralla keynesiana… la diferencia entre los que se quedan ahí y los que nos percatamos del error es que unos son analfabetos arrogantes y otros humildes pensadores con ganas de estudiar y comprender el mundo que nos rodea.
El miedo y el prejuicio paraliza a estos especímenes, a estos “escolares”… sólo saben injuriar, acusar al otro de todos sus males y no aportar nunca un argumento contundente… una huída cargada de estética, vanguardia y fuegos de artificio… así son…
Escolar -2, Rallo 5…
Saludos y Libertad!
http://lalibertadylaley.wordpress.com/
Enviado por el día 24 de Marzo de 2008 a las 11:57 (4)
Supongo que no todos los conservadores serán tan intervencionistas. Has leído el artículo de David Boaz en Libertad digital: ¿Ha muerto el conservadurismo americano?
http://revista.libertaddigital.com/articulo.php/12...
Enviado por el día 25 de Marzo de 2008 a las 18:32 (5)

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