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La gran mascarada Reseña
La gran mascarada


Editorial Taurus, Madrid, 2000
319 páginas

Sobrevivir a la caída del muro

Por

El club con más socios del mundo es el de los enemigos de los genocidios pasados. Sólo tiene el mismo número de miembros el club de los amigos de los genocidios en curso.
Jean-François Revel

Cuando hace diez años cayó el muro y, poco después, el régimen soviético, parecía llegada la hora de reconocer los errores. ¡Jamás! ¡Como si no conociéramos a la izquierda! Su principal labor durante la década pasada fue establecer un número infinito de justificaciones retrospectivas que les permitieran salir indemnes del batacazo – y el crimen – comunista. El gran culpable es, de nuevo, el liberalismo.

La brillantez y claridad de este libro es intensa, abrumadora. A partir de las opiniones detalladas en el párrafo anterior, que por su eco en los medios forman un verdadero pensamiento único, Revel va desgranando todas las tretas utilizadas por comunistas y progresistas varios para exculpar al comunismo de los crímenes soviéticos. Primero, se niega que tengan nada que ver con el auténtico comunismo que, al fin y al cabo, tiene como valores la paz, la libertad y la igualdad. Luego se niega que existan esos crímenes, lo que indica al observador sagaz que quizá si fueran comunistas, después de todo. Además, ¿cómo es posible que una ideología, al aplicarse, se convierta invariablemente en su propia perversión?

Se procede, en la línea ordenada por Stalin en los años treinta, a calificar de fascista a todo aquel que constante la criminalidad comunista y su igualdad en métodos y crímenes con el nazismo. Incluso a aquellos que, como los autores de El Libro Negro del Comunismo, sencillamente realizaron un estudio histórico notable sobre esos crímenes. Se obliga, una y otra vez, a guardar un deber de memoria del Holocausto nazi, a crear leyes que prohíban la negación del mismo… mientras se fomenta el olvido del Gulag y el Laogai y se niega esa realidad a diario. Se disculpan primero recordando la pureza de las intenciones comunistas… para luego atacar a cualquier anticomunista que se deje de fascista ya que, al fin y al cabo, estar en contra del comunismo es estar en contra de sus ideales utópicos.

Todos los liberales somos conscientes del increíble éxito de estas operaciones. La gran mascarada ha triunfado. Por eso, en un ambiente hostil, libros como éste resultan reconfortantes. Nos recuerdan que, pese a lo que en ocasiones debemos tragarnos, la verdad siempre será expuesta con claridad por pensadores tan importantes como Revel.