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7 de Noviembre de 2005

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Areopagítica
Bitácora de Alberto Illán Oviedo

Prostitución y el malvado mercado

El talante moralizador de nuestros políticos no conoce límites. La prostitución es una actividad tan antigua como la Humanidad y sigue siendo tan lamentable o tan placentera ahora como hace 3.000 años. Desde las izquierdas y las derechas intervencionistas han surgido multitud de sistemas, leyes, normativas y medidas con intención de limitarla, erradicarla y regularla y sistemáticamente han fracasado. En Madrid, se ha intentado combatir con medidas de presión sobre meretrices y clientes en muchas ocasiones y como el asunto no termina de funcionar, los políticos hacen lo que saben hacer, incidir y potenciar la medida independientemente que sea inútil. No dejemos que una maravillosa idea se vea anulada por la realidad.

Alberto Ruiz-Gallardón y su concejala de Servicios Sociales, Ana Botella, han lanzado una campaña que pretende hostigar a la parte más débil de la cadena de la prostitución que es el cliente, jugando de esta manera con su sentimiento de culpa o de vergüenza, salvo para el putero profesional, lógicamente. Pero como buen socialista, entendiendo el término como intervencionista (que todo hay que explicarlo), Gallardón cae en el típico ataque al mercado. No recuerdo bien las palabras y cito de memoria pero este mediodía ha dicho que sí bien la prostitución es una actividad antigua y mundial, si no existieran los mercados locales, la prostitución no existiría. Argumento simple, ingenuo y si me apuras, falso.

El problema de la prostitución no es la prostitución en sí sino las mafias y la delincuencia que genera en torno a la actividad. Si una mujer o un hombre quieren realizar el acto sexual a cambio de una contraprestación económica, están en su derecho, tanto como el que paga a tenerlo según ambos acuerden. Siendo mayor de edad y no incurriendo en ningún delito deleznable ("sadomaso" y otras extrañas actividades aparte), no habría problema. De la misma manera, la prostituta podría salir cuando quisiera del mundillo pues nadie la coaccionara. Por su puesto, podemos entrar en la moralidad de la prostitución, pero eso es algo en lo que cada uno tiene su propia opinión y no es la fuente del problema.

Se dice que las bandas captan muchachas jóvenes en países pobres, las engañan y las prostituyen. Se dice que las prostitutas que quieren salir no pueden porque los proxenetas se lo impiden atemorizándolas e incluso agrediéndolas. Todo esto tiene que ver con la delincuencia, el secuestro, el chantaje, la coacción, la amenaza, el asesinato, la violación y son delitos que se unen a muchas actividades y por supuesto a la prostitución pero que son perseguibles por su condición. Que haríamos con la gente que quiere prostituirse voluntariamente (evidentemente muchisimas menos de las que existen ahora), ¿fastidiarles el negocio?

Es más fácil ejercer presión sobre la parte más débil de la cadena. Perseguir a los miembros de las bandas, capturarlos, procesarlos, condenarlos si son culpables a penas duras y severas es mucho más complicado que decirle al señor Pérez que "se lo vamos a decir a tu familia". Pero no elimina el problema que es la mafia que mantiene a esta mujer en un infierno. Además, esta medida es hipócrita por una razón fundamental, sólo se dirige a la prostitución callejera. La que se ejerce en casas, por teléfono, por anuncios, la prostitución de lujo que serían tan inmorales como la callejera para Gallardón y Botella, no molesta al viandante y puede estar tan controladas por bandas y mafias como la otra, tienen sus clientes asiduos y esporádicos, y pueden ser tan violentas y horribles como la otra. ¿Cómo atajamos estas, pinchamos los teléfonos, miramos los SMS, entra la policía en las casas sí se sospecha actividad?, ¿esa prostitución importa o sólo la obvia porque no se ve? Lo que es una realidad es que cuando se han tomado medidas de este tipo sólo se ha conseguido llevarla de un sitio a otro, en Madrid, del Parque del Oeste a la Casa de Campo, de Capitán Haya a Usera, de una carretera a otra y así décadas.

Si tan intervencionistas son ¿por qué no se prohíbe del todo y no nos andamos con medias tintas? O mejor, ¿por qué no se autoriza como un trabajo más y perseguimos los delincuentes que son los verdaderos problemas?, pero por favor don Alberto no me nombre al mercado otra vez, que me da la risa.

Comentarios

 
Sería más realista acotar físicamente el fenómeno de la prostitución al aire libre creando un espacio adhoc que no tendría por que ser en zona urbana, pero sí claramente definido y ordenado, lo que facilitaría la labor a las prostitutas, a sus clientes y también a las administraciones relacionadas con el tema.
Enviado por el día 7 de Noviembre de 2005 a las 20:57 (1)
Muy buen post, Alberto. El miércoles por la noche estoy invitado a un debate sobre el tema en Canal Sur, Mejor lo hablamos.

Hoy en www.reason.com hay una interesante entrevista con una prostituta.

Paco Capella
Enviado por el día 7 de Noviembre de 2005 a las 21:36 (2)
Gracias Paco, la verdad es que si se pusiera la mitad del esfuerzo en analizar y atacar las causas de este o cualquier otro problema en vez de en aliviar los efectos, otro gallo nos cantaría.
Enviado por el día 7 de Noviembre de 2005 a las 22:20 (3)
De acuerdo en todo excepto en un punto. No creo que el cliente sea la parte más débil. Teniendo en cuenta los secuestros, chantajes, etc. que actualmente lleva asociada la profesión, la parte débil son las prostitutas-esclavas que, lamentablemente, aún son mayoría.
Enviado por el día 8 de Noviembre de 2005 a las 12:29 (4)

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