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Energías positivas, energías negativas

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No puedo evitar ver la televisión. Algunas veces, incluso lo que no quiero. Es un problema que le pasa a mucha gente. Te quedas embobado frente a la caja tonta y ahí te pasas toda el día, la tarde o la noche, aunque tengas algo urgentísimo que hacer. Y es que dice tantas y tantas cosas inteligentes que uno entiende el grado de cultura que impera en el mundo occidental en el que vivimos. Por lo menos yo.

Todo esto viene a cuento a que hace poco vi un programa de adivinos. Sí, esos en los que los videntes informan a los televidentes de las cosas evidentes que les van a ocurrir, en el trabajo, en el amor y en la salud, principalmente. El caso es que la pitonisa informaba a una televidente que lo pasaría mal en una relación que había empezado. Cuando la sorprendida telespectadora preguntaba el porqué de ese poco halagüeño futuro, la adivinadora le decía que estaba llena de energía negativa. Yo, que a duras penas he pasado por el colegio y hasta por la carrera, siempre se me he preguntado cuál es la energía negativa. Si la cinética, muy asociada con las balas en los problemas de física, la potencial, muy asociada con las caídas en los mismos problemas o incluso la de E = m·c2, muy asociada con la energía atómica y un señor con bigote llamado Einstein.

Hasta ahora nadie me había sacado de dudas en este superficial asunto que vuelve a mi en tertulias, después de cenar y en momentos de enajenación mental. Pero es posible que la respuesta a dicha pregunta se pueda resolver y todo gracias a Internet, bueno a Internet y a Greenpeace, en cuya página caí en estas navegaciones sin rumbo que de vez en cuando realizo.

En la página de entrada de Greenpeace en España pude leer, entre otros interesantes temas, lo siguiente: "Elige Energía Positiva". Raudo pinché en el apartado y leí ansioso las doctas explicaciones que se daban, con la esperanza de que si Greenpeace nos informaba de lo que son las energías positivas, yo podría determinar cuáles eran esas energías que tanto mal hacían a la televidente que consultaba a la pitonisa. Mi gozo en un pozo. Sólo habla de energías no contaminantes o mejor dicho, de energías renovables que son "las más baratas y las menos perjudiciales para el medio ambiente".

Lo que dice Greenpeace

Pues veamos lo que hay de cierto en dichas afirmaciones. En esta página, y resumo rápidamente, el redactor se empieza preocupando por los 2.000 millones de personas que en el mundo no tienen electricidad ni las condiciones básicas para cocinar. A continuación, nos informa de que uno de los grandes retos de la humanidad es encontrar energías que no contaminen, que sean seguras y que permita a la gente acceder a agua potable, centros sanitarios calentar y alumbrar hogares.

Que uno de los compromisos deseables de la, en esos momentos, futura cumbre de Johannesburgo será el de los líderes mundiales de proporcionar a esos 2.000 millones de seres humanos sin recursos, de energía durante los próximos diez años, de origen alternativo, no convencional. Buscan el apoyo político para promover esta propuesta. Tras hablarnos del uso de los combustibles fósiles y su consecuencia inmediata, el cambio climático, y las consecuencias secundarias, desapariciones bajo las aguas de países enteros en las costas índicas y pacíficas principalmente, nos enumeran las soluciones adecuadas para este desaguisado que no son otra cosa que las Energías Alternativas, concretamente la solar, la eólica, la hidráulica y la biomasa cuyo uso podría abastecer a los países más desfavorecidos. Ni más ni menos que el 80% de la población. Para despacharse al final con la siguiente frase: "La posibilidad de mejorar la calidad de vida de muchas personas, no tiene por qué ser a costa del cambio climático."

¿Contradicciones?, y encima descaradas

Según Greenpeace, las energías alternativas son las más baratas y las menos perjudiciales para el medio ambiente. Pues tomemos datos de los anexos del Libro Verde de la Unión Europea sobre Energía. En él se recoge una tabla en la que país por país se establece el coste comparado de producción de tecnologías de generación con un índice de generación de 7.000 horas en euros de 1990 por kilowatio/hora. Los datos se dan con y sin subvenciones, lo que nos ayuda mucho a saber el verdadero coste. Si tomamos como país referencia España, (aunque este análisis se podría hacer para cada uno de los miembros de la UE, todos con su propia idiosincrasia), el cuadro queda así:

Con impuestos/subvencionesSin impuestos/ subvenciones
Carbón Importado0.0360.036
Carbón nacional0.050.05
Lignito0.0380.038
Fuelóleo0.0530.051
Ciclo combinado a gas0.0350.035
Residuos de biomasa0.0430.043
Turbinas eólicas0.0470.071
C. Solares fotovoltaicas0.3860.512
Energía Nuclear0.0470.047


Un rápido vistazo de estos datos nos lleva a las evidentes pero no menos contundentes conclusiones:
  • La energía eólica y la solar serían un 32,64% y un 51,06% más caras si no existieran las subvenciones.
  • Cualquiera del resto de energías es más barata que estas dos en producción, si no se tiene en cuenta las subvenciones. El caso de la energía solar es extremadamente significativo y multiplica por un factor de más de 14 a la más barata, según la tabla: el ciclo combinado de gas y por un factor de aproximadamente 10 en el caso del más caro, el fuelóleo. Ni siquiera con subvenciones la bajada es significativa pues los factores serían de 11 y 7.
Está claro que ni la eólica ni la solar son las energías más baratas como Greenpeace nos dice en su página web, por lo menos con los datos que tenemos en el Libro Verde de la UE, entidad supranacional que no es nada reacia a la utilización de este tipo de energías de forma generalizada.

Otro ejemplo de sobrecoste es el de la energía eólica. Esta energía tiene una prima de 4,79 pesetas (0,03 €) que está dirigida a amortizar las inversiones que en infraestructuras se han hecho. La consecuencia inmediata de esto es que las centrales convencionales venden el kw/h a 6 pesetas (0,04€) y las eólicas a 11 pesetas (0,07€) a las distribuidoras. Esta subida es por supuesto repercutida en los usuarios, últimos clientes, con una subida de las tarifas. Es decir el ciudadano paga dos veces por la energía que consume, una de forma directa y otra, a través de las subvenciones. (No sería un chollo poder vender todo lo que produzcas a 11 pesetas y comprar a 6 o algo más, por eso de otros gastos no previstos).

En cuanto al daño al medio ambiente, se dan una serie de contradicciones entre estas recomendaciones y las acciones que Greenpeace y otros grupos ecologistas realizan. Las centrales hidroeléctricas suponen en muchos casos las protestas de estos grupos que sostienen que la inundación de miles de metros cuadrados de superficies en la mayoría de los casos de alto valor ecológico, ya que se realizan en zonas montañosas, daña seriamente el medio ambiente. Un ejemplo de este tipo de protesta sería la propiciada por la construcción del Pantano de Riaño, en León, (en el norte de España) que levantó durante muchos años los ánimos de vecinos y, como no, ecologistas.

Hay importantes contradicciones en la energía procedente de la biomasa. La base de dicha energía consiste en quemar los residuos que determinadas explotaciones, generalmente agrarias, producen. Estos sobrantes tratados en pequeñas centrales podrían abastecer incluso a las poblaciones cercanas e industrias además de la propia explotación.

Lo que no queda nada claro es por qué los gases procedentes de la quema de combustibles fósiles son tan perjudiciales y sin embargo los procedentes de la quema de estos productos no lo son. Si además tenemos en cuenta que es materia viva con gran cantidad de agua, que habría que evaporar previamente reduciendo la eficiencia del proceso, además de azufre, nitrógeno y fósforo, todos ellos responsables de la producción de gases bastantes contaminantes y que en muchos casos, y los países del tercer mundo serían un ejemplo claro, en las zonas donde se instalan los responsables no se caracterizan por cumplir la ley a rajatabla, estamos ante una energía relativamente barata (y es que por lo menos en España, se está empezando a subvencionarla), pero con un gran potencial de contaminación.

En Andalucía, de nuevo en España, se están fomentando la energía de biomasa para el desarrollo rural. Las centrales que queman orujillo están saliendo como setas, pero nuestros subvencionados agricultores han descubierto un filón y es cultivar para vender a estas centrales energéticas. Todo esto es rentable gracias a la subvención, es decir al dinero de los europeos o de los españoles, que es de donde salen dichas ayudas. Y yo mientras tanto pago dos veces la electricidad que consumo, como con la eólica. Casi prefiero que se queme carbón, del nacional.

También podría explayarme sobre los pájaros y mamíferos voladores que matan las centrales eólicas a lo largo de del año, por poner un ejemplo han sido 7.500 en Castilla y León (en España), según se denunciaba en el periódico español 'El Norte de Castilla' el pasado 21 de septiembre de 2002. O en el impacto visual que produce en el paisaje. O de las dificultades de la acumulación de la energía cuando es producida por una central solar y no se cede a la red. O la gran superficie que ocupa una central fotovoltaica y el impacto medioambiental que supone (supongo que los pájaros se quedarán deslumbrados además de aumentar la temperatura). Dejémoslos sólo comentados someramente.

Otro elemento en el que no incide Greenpeace y es un coste añadido más en la tarifa eléctrica, se trata de la distribución de la electricidad. Para que cada uno de los 2.000 millones de ciudadanos del mundo puedan tener electricidad y posibilidad de cocinar, 'en condiciones básicas' (podrían aclarar qué son condiciones básicas), se necesita que la electricidad llegue a ellos. Pero de nuevo colectivos ecologistas braman contra las líneas eléctricas pues consideran que estas son perjudiciales para la salud de los seres humanos debido a las radiaciones electromagnéticas que generan. Un nuevo ejemplo sería el tendido eléctrico de Vilaflor, en la isla de Tenerife (España), que los vecinos y ecologistas no quieren pero que es esencial para el desarrollo de la isla y la futura demanda energética consecuencia del desarrollo económico. Una vez más hay que cortar el desarrollo de las zonas para hacerlo compatible con el medio ambiente, según la perspectiva de los grupos ecologistas, que como todo el mundo sabe, tienen la verdad en sus manos.

Y un elemento más para la polémica es por qué las empresas distribuidoras deben comprar la energía sobrante producida por los paneles fotovoltaicos que los privados deciden poner y que no pueden almacenar. ¿No es una imposición del Estado a la libertad para comprar o no? Pero claro, con disfrazarlo de fin social o de solidaridad medioambiental es suficiente para coartar la libertad de los personas, empresas en este caso.

Reivindiquemos la energía nuclear.

Es evidente que la intención de Greenpeace de proporcionar a 2.000 millones de personas de energías de origen no convencional, es decir alternativo no ha sido pensado en su variante económica. Pero es mi percepción que dicha reflexión no va ser realizada en la vida. Y es que no se sostendría en ningún caso. Esta campaña está basada en el desconocimiento de las personas a las que está dirigida y en un supuesto 'espíritu solidario' que impregna la sociedad actual y que es el placebo que se aplica a la enfermedad intervensionista. El verdadero cáncer social.

La mentira de nuevo es la base de la acción. Las energías alternativas no son las más baratas ni tampoco creo que las más respetuosas con el medio ambiente. En ese punto estaría la denostada energía nuclear. Energía barata, como se demuestra en las cifras aportadas más arriba y, con un correcto manejo, bastante más segura que otras energías. Además, una única central sería capaz de proporcionar más energía que varias centrales de energías alternativas. En este punto, los que estamos a favor de esta energía nos encontramos con el accidente de Chernobil, que se nos arroja a la cara como una prueba definitiva de que este tipo de energía no es peligrosa.

Lo que demuestra Chernobil, es que las burocracias estatales que no tienen ningún respeto sobre las personas, que no siguen ningún tipo de legalidad, que se saltan sus propias normas o que las cambian en virtud del sátrapa de turno, que anulan la voluntad de sus ciudadanos que son incapaces de improvisar o rebelarse ante situaciones claramente dañinas para su integridad, en definitiva, que el sistema soviético y el comunista en general, generan monstruos, monstruos que son capaces de propiciar el mayor accidente nuclear civil de todos los tiempos, en la madrugada del 26 de abril de 1986. Y que son estos mismos monstruos los que aprovechando el gran bien que es la libertad de expresión en Occidente, son capaces de manipular estos sucesos hasta presentarlos como un desastre del propio Occidente.

El parón que ha supuesto esta manipulación sobre la energía nuclear, y un ejemplo de ello es los problemas que el propio Libro Verde de la Unión Europea pone a esta, ha impedido que se dediquen medios, es decir mentes y dinero, a crear sistemas, para convertir los isótopos radiactivos de larga duración en otros de menor duración, o incluso isótopos no radiactivos de forma que el impacto sea nulo. Pero lo que si han sabido crear es un miedo visceral y totalmente irracional en los ciudadanos que no tienen ni tiempo ni ganas de aprender más física de la que dieron en el instituto. Que en algunos casos fue escasa.

¿Cómo repercutiría la utopía ecologista para 6.000 millones de personas?

Pero volvamos a nuestra campaña: 'Energía Positiva". Partiendo que las energías alternativas son las más caras, con o sin subvenciones y que las infraestructuras necesarias para llevar la electricidad a estos 2.000 millones de desheredados no existen, y que muchas de las sociedades en las que ellos viven son claramente inestables, entendemos que la producción, la creación de infraestructuras, su mantenimiento e incluso la estabilización de las sociedades (eso sí, sin practicar el colonialismo) deberán ser pagadas por los países del Primer Mundo.

Los ciudadanos del Primer Mundo seríamos los que pagaríamos este desaguisado de Greenpeace, bien por vía de impuestos directos o bien porque se carguen en los balances de las empresas 'imperialistas' que deberían dar una parte de sus beneficios a los países del tercer mundo, y, más tarde, las supervivientes cargarían en sus clientes más pudientes. Nosotros. Mas paro, más impuestos, todo por el bien social.

Los trillones de euros que costaría todo ello, soy incapaz de imaginarlo pero Greenpeace sólo se limita a anunciar que "está llevando a cabo una campaña a nivel mundial mediante la que pretendemos que, en la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible a celebrar en Johannesburgo en agosto de 2002, los líderes mundiales se comprometan a proporcionar energía renovable a dos mil millones de personas sin recursos durante los próximos diez años" y dice que es "posible afrontarlo si conseguimos el apoyo político necesario".

Pues sinceramente, más que apoyos políticos, lo que necesita es una especie de "banco galáctico" de crédito ilimitado que le suelte capital a fondo perdido durante los próximos diez años. Y todo ello teniendo en cuenta dos cosas que no están nada claras, por decir que están bastante oscuras:
  • Que las sociedades de dichos países se vuelvan lo suficientemente estables para que todo lo creado se mantenga sin necesidad de que el primer mundo lo tutele, hecho que hasta ahora la historia se ha encargado de demostrar que es imposible.
  • Que los ciudadanos de dichos países estén dispuestos a aceptar estos sistemas de producción y todo lo que ello conlleva, de forma más o menos pacífica.
Todas las utopías son muy atrayentes sobre el papel, pero es necesario empezar a sufrirlas para saber lo que de verdad suponen. Estas energías pueden ser en el futuro importantes y sustituir a las convencionales. Yo personalmente creo que el futuro es de la energía de fusión, pero aún faltan muchos años. Si de verdad queremos que estas energías tengan el hueco que se merecen que sea el mercado el que lo diga. Es decir, la voluntad de los ciudadanos que estarían dispuestos o no a pagar un poco más por la energía que gastan, esperando que a la larga ello les suponga un bien, individual o colectivo. Y si esto no es así, a lo mejor las energías alternativas no son viables o no es la época adecuada para su implantación.