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Un legado de libertad

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James A. Dorn es Vicepresidente de asuntos académicos del Cato Institute

Los gobiernos tienen mucho que aprender de la sabiduría de Peter T. Bauer, el economista inglés, nacido en Budapest, pionero en la economía del desarrollo. En abril se enteró que iba a recibir el primero de los premios Milton Friedman por Promover la Libertad, junto con 500 mil dólares que cada dos años concede Cato Institute. Lamentablemente, el 2 de mayo, una semana antes de recibir el premio en la celebración del 25 aniversario del Cato Institute en Washington, el profesor Bauer murió en Londres, a los 86 años. El mundo echa de menos a este gran economista y amigo de la libertad.

Bauer nació en Hungría en 1915 y en 1934 se fue a Inglaterra a estudiar economía en Gonville y Caius College, Cambridge, de donde se graduó en 1937. Durante casi toda su carrera enseñó en el London School of Economics. En 1982 le fue concedido el título nobiliario de lord vitalicio y fue también miembro de la Sociedad Mont Pelerin, fundada por su colega y amigo F. A. Hayek.

Durante los años 50 y 60, Bauer estuvo prácticamente sólo dando la pelea contra el creciente estatismo desarrollista. Los más conocidos economistas de entonces creían que el socialismo era la manera de acabar con la pobreza. En 1956, el economista sueco Gunnar Myrdal, más tarde ganador del Nobel, escribió: "los asesores de los países subdesarrollados que se han tomado el trabajo de ocuparse del problema... todos recomiendan la planificación centralizada como primera condición de progreso". En 1957, el profesor Paul Baran de la Universidad de Stanford mantenía que "el establecimiento de una economía socialista planificada es una condición esencial, en realidad indispensable, para alcanzar el progreso económico y social en los países subdesarrollados".

Bauer, por su parte, trataba de convencer a los llamados expertos en desarrollo que esas teorías y políticas eran inconsistentes con la realidad económica: la planificación central, la ayuda extranjera, el control de precios y el proteccionismo perpetúan la pobreza en lugar de eliminarla; el crecimiento de la intervención gubernamental politiza la vida económica, dispara la corrupción y reduce la libertad individual.

El fracaso de la planificación desarrollista -confirmado por el colapso del régimen soviético y la actual transición china hacia el mercado, lo mismo que el desastroso resultado de la ayuda extranjera al Ýfrica y a la India- ha cambiado radicalmente la manera de pensar respecto al desarrollo económico. Hasta el mismo Banco Mundial admitió en su "Informe 1997 sobre Desarrollo Mundial" que "buenos asesores y expertos técnicos formulan buenas políticas, que entonces los buenos gobiernos instrumentan para el bien de la sociedad" es una noción ingenua de la realidad. "Los gobiernos se embarcan en proyectos extravagantes. Los inversionistas privados, al desconfiar de las políticas públicas y de la constancia de los líderes, se alejan. Poderosos gobernantes actúan con arbitrariedad. La corrupción se vuelve endémica. El desarrollo flaquea y la pobreza continua". Eso es exactamente lo que Bauer predijo.

Para Bauer, la esencia misma del desarrollo es la expansión de la capacidad individual de elegir y el papel del estado es proteger la vida, la libertad y la propiedad para que los individuos puedan alcanzar sus propios deseos y objetivos. Su lema era el gobierno limitado, no la planificación centralizada.

Bauer mantenía que "mi posición está influenciada por mi disgusto por políticas o métodos que tienden a incrementar el poder del hombre sobre los demás; es decir, incrementar el control que grupos o individuos pueden ejercer sobre otros". Bauer así se colocaba en la tradición de los grandes liberales, creyendo en los principios del libre comercio, gente libre, respeto por la dignidad, la racionalidad y la capacidad de la gente pobre alrededor del mundo, versus el menosprecio que suelen reflejar los "expertos".

Bauer comprobó que la gente de países pobres responde a los incentivos de precios de la misma manera que en los países ricos. También destacó que cuando la gente tiene la libertad de ser dueña de algo y comerciar con ello, lo mismo que cuando el gobierno se limita a proteger los derechos fundamentales, se logra entonces la prosperidad.

Observando la realidad económica y creyendo en la lógica del sistema de precios, Bauer refutó las recomendaciones de la economía desarrollista, la más básica de las cuales era la idea del "círculo vicioso de la pobreza". Los países pobres eran considerados pobres porque su gente tenía bajos ingresos y no podía ahorrar suficiente para acumular capital. Bauer mostró que mucha gente y muchos países pasaron de la pobreza a la prosperidad y que las inversiones de capital en gran escala no son necesarias ni suficientes para el avance material.

El gran legado de Bauer es una mejor comprensión de los fundamentos del desarrollo económico, especialmente las instituciones de la propiedad privada, moneda estable, libre comercio y gobiernos limitados bajo el imperio de la ley, todo lo cual apuntala el orden espontáneo del mercado. Junto a Hayek y a Milton Friedman, Lord Bauer será recordado como gran amigo de la libre iniciativa y la libertad individual.